
En las zonas bajo riego, la principal actividad agrícola es la fruticultura, especialmente con producciones de manzanas, peras, duraznos y ciruelas
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CENTENARIO, Neuquén.- La geografía neuquina presenta dos ambientes bien diferenciados: al Oeste, el área cordillerana andina donde sobresalen gigantes como los volcanes Domuyo, Tromen y Lanín, de particular armonía. Se halla seccionada por numerosos pasos transitables, como el Hua Hum y Pino Hachado y lagos como el Traful (para algunos un lugar cercano al paraíso).
Hacia el Centroeste, el cordón de los Patagónides, muy desgastado, forma las llamadas pampas. El otro ambiente es el de las mesetas que se escalonan bajando al Este, interrumpidas por valles fluviales y cañadones.
El territorio neuquino es como una caja de Pandora de mil tapas. La historia mantuvo a esta tierra marginada del proceso colonizador. Hasta el siglo XII las incursiones chilenas estuvieron motivadas por la captura de trabajadores indígenas, la búsqueda de metales y sal. A mediados del siglo XVII el padre Diego Rosales recorrió las márgenes del lago Nahuel Huapí y llegó hasta el Lanín buscando un lugar para instalar una reducción. Y en 1670, el padre Nicolás Mascardi fundó Nuestra Señora del Nahuel Huapí. Las tierras neuquinas estaban habitadas antes de su colonización por una comunidad indígena numerosa y heterogénea.
En la actualidad parte de esa natural tradición con respecto a la tierra se sostiene de alguna manera. De hecho, dentro de las denominadas tierras fiscales subsisten familias dedicadas al culto de la agricultura y la ganadería.
En Neuquén existen 4111 conjuntos productivos sin una superficie determinada. Dentro de esta variedad el sector agropecuario ha crecido con parámetros lógicos: concentración en las zonas fértiles bajo riego y un panorama por momentos desolado allí donde la estepa le ganó al mallín.
De todos modos, existen diversos proyectos destinados a recuperar tierras improductivas con objeto de ampliar las fronteras productivas, optimizar el desarrollo integrado del territorio provincial, elevar el nivel de vida y evitar el éxodo de población del interior hacia centros poblados.
Si bien lo ganado puede volverse a perder, en Neuquén resulta difícil que algo así ocurra. Aquel golpe dado a partir de la utilización de los recursos hídricos hizo soltar la puerta de muchas posibilidades.
Cercano al paraíso
Neuquén es mucho más que un bello palíndromo (palabra capicúa). Esta provincia tiene cerca de 6600 unidades agropecuarias con una frugalidad singular. No obstante, este territorio es precisamente un oasis por todo lo que se encuentra debajo de la tierra, en los yacimientos de minerales.
Además, el aprovechamiento energético de los ríos constituye uno de los fuertes de esta región.
El cincuenta por ciento de la superficie provincial son tierras fiscales y otro 8,5 por ciento pertenece a Parques Nacionales. Esto, de alguna manera restringe la actividad agropecuaria, que cubre unas 2.774.320 hectáreas.
El 75 por ciento de las explotaciones se concentra en tamaños pequeños de hasta 50 hectáreas; en el otro extremo, el 10 por ciento de los establecimientos poseen 1000 hectáreas. Las primeras se dedican principalmente a la fruticultura y las de mayor magnitud, a la ganadería extensiva y a la agricultura.
En términos de valor agregado, los cultivos conforman el subsector más relevante. Luego le sigue la ganadería. Y en las zonas bajo riego, la principal producción es la frutícola. Esta actividad quizá merece un párrafo aparte, dado que el número de productores frutícolas asciende a 829. De ellos, más de la mitad trabaja menos de cinco hectáreas. En conjunto abarcan poco más de 1000 hectáreas (el 12 por ciento del área implantada con frutales). El estrato inmediatamente superior (de 5 a 10 hectáreas) agrupa el 24 por ciento y el mayor, de hasta 50 hectáreas, sólo el tres por ciento. Las plantaciones de manzana ocupan un territorio cercano a las 6800 hectáreas y las de pera 1800, aproximadamente.
En el camino
Una entrada sólida. Desde La Pampa, luego de 200 kilómetros interminables aparece la frontera con Neuquén. Una sola recta, concisa e impiadosa. Transitar ese tramo es para cualquier conductor el equivalente a tres veces esa distancia en otra región. Repentinamente el desierto desaparece para dar paso a un inmenso vergel fértil en el que los sistemas de riego por canales lograron milagros.
El tránsito comercial, por razones lógicas, se realiza por la ruta 22, que une a todo el valle e irrumpe en Bahía Blanca. La línea de los ríos Neuquén, Colorado y Negro conforman un verdadero cinturón agrícola-ganadero.
La salida de los productos regionales se efectúa por tierra hasta las grandes metrópolis, como Buenos Aires, o se dirigen a los puertos de Bahía Blanca y San Antonio Oeste, en Río Negro.
En este sentido, el corredor bioceánico representa una idea de avanzada. Este proyecto facilitaría el intercambio de mercadería proveniente del Mercosur con los mercados de Asia y las economías centrales de Occidente.
Zona protegida
En los valles inferiores irrigados de los ríos Limay y Neuquén, en las localidades de Senillosa, Plottier, Neuquén, Centenario, Vista Alegre, Chañar y Anelo se desarrolla la fruticultura neuquina.
En esta extensión se conoce la existencia de 1513 unidades de producción asentadas en una superficie de 25.700 hectáreas. Según el Censo Frutihortícola, el 52 por ciento se destina a cultivos agrícolas y 8060 corresponden a plantaciones frutales.
Pero en los últimos quince años se ha detectado un marcado y creciente deterioro de los sistemas de riego que inciden en la aptitud de tierras para la actividad agrícola como consecuencia de la entrada en operación de aprovechamientos hidroeléctricos en la zona.
Un alto y creciente porcentaje del área bajo riego está afectada por los altos niveles de la napa freática y problemas de drenaje. En el resto de la provincia existen valles intermontanos cuya principal producción es la forrajera (alfalfa).
Claroscuros
El desarrollo de la actividad agrícola fue acompañado de la instalación de diversas agroindustrias en empresas asociadas a la actividad.
La evolución reciente del sector, especialmente de manzanas y peras, fue de 334.389 toneladas de las cuales el 68 por ciento correspondió a las primeras y el 14 por ciento a peras. También se destacan otras especies, como el durazno, nectarinas, ciruelas y membrillos.
Las últimas cifras de producción disponibles son de la campaña 1996/97 y arrojan montos menores. La producción total fue del orden de las 199.902 toneladas, con un 77 por ciento de manzanas y un 19 por ciento de peras. El restante 4 por ciento corresponde a otras especies.
El rendimiento promedio es de 30.000 kilogramos por hectárea. La mitad de la superficie plantada tiene un modelo tecnológico antiguo, con baja tasa de inversión y parcelas pequeñas. El 50 por ciento de la producción se destina a la industrialización.
Para las peras, la tasa de crecimiento anual de la producción triplica la observada en el caso de las manzanas.
Sólo cinco de las 250 empresas empacadoras que existen en Neuquén y Río Negro han modernizado sus líneas de empaque (con efectos de baja de costos de un 15 por ciento y un 20 por ciento) y el 8 por ciento de las plantas frigoríficas trabaja con tecnología moderna, según datos de la Secretaría de Estado de Producción neuquina. En síntesis, la caja completa en puertos tiene un costo de 6,7 millones de dólares.
Forestación
Con 36.000 hectáreas forestadas y seis viveros instalados, la silvicultura en esta provincia genera empleo para 130 personas en puestos permanentes y 180 puestos temporarios. Este recurso es por su alta rentabilidad, uno de los pilares de su economía.
La producción forestal (pino y álamo) podría expandirse notablemente. El pino ocupa una superficie de 30.000 hectáreas. Su madera se comercializa en el mercado nacional. El álamo se implanta especialmente como cortina protectora de los vientos. La madera de esta especie se consume localmente (50 por ciento) y el resto en el mercado interno.
Por otra parte, uno de los cultivos que en los últimos tiempos cobraron mayor importancia fue la alfalfa. Ocupa actualmente más de 2800 hectáreas con una producción de 3000 fardos por año. El potencial se traduce en 10.000 hectáreas con rendimientos de 500 fardos en doce meses.
Por Franco Varise
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