Caterpillar paga el precio de sus altas apuestas
El fabricante de maquinaria sufre la resaca de su expansión durante el auge de los commodities
Doug Oberhelman pasó sus primeros años como presidente ejecutivo de Caterpillar Inc. inyectando miles de millones de dólares en plantas para aumentar la producción de sus conocidas máquinas amarillas y profundizar la presencia de la compañía en el negocio de equipos para la minería.
Fue una apuesta osada y espectacularmente inoportuna. El lunes, el ejecutivo anunció que planea retirarse del liderazgo de la empresa a fin de año.
En 2010, cuando Oberhelman asumió el cargo, el mundo vivía un auge de las materias primas y, tras la recesión, había una robusta demanda de las economías emergentes y el sector energético. Las empresas no paraban de pedir retroexcavadoras, buldóceres y gigantescos camiones de volteo.
Oberhelman apostó que podía tener una gran participación de mercado si lograba fabricar más maquinaria. Gastó casi US$10.000 millones en plantas y equipos en todo el mundo entre 2010 y 2013. Buena parte de esos fondos se destinó a aumentar la producción de CAT, la maquinaria de construcción insignia de la empresa. También pagó US$8.800 millones en 2011 por Bucyrus International Inc., un fabricante de equipo de minería de Milwaukee, para posicionarse en el mercado de palas utilizadas en las minas a cielo abierto y de máquinas que operan bajo tierra.
En China, Caterpillar iba “a jugar al ataque y a ganar”, proclamó Oberhelman en 2010. Entre 2010 y 2014, la empresa prácticamente duplicó su cantidad de fábricas e instalaciones en el país, a 26. “Todos estaban convencidos que esta vez sería distinto”, recuerda Ken Banks, quien se jubiló en 2013 como gerente de palas eléctricas para la minería de Caterpillar. “Pensaban que el mercado chino era tan dinámico que los precios de los commodities seguirían siendo muy fuertes y que Caterpillar incrementaría sustancialmente las ventas”.
Caterpillar tuvo en 2012 un año de apogeo. Poco después, la caída de las materias primas llevó a las mineras a archivar sus planes de compra de equipos. El crecimiento chino perdió fuerza. Luego cayeron los precios del petróleo, junto con la demanda de maquinaria.
Caterpillar enfrenta ahora su cuarto año consecutivo de descensos en las ventas, el lapso más prolongado de su historia.
“No tuvieron en cuenta la posibilidad de que todo el mercado colapsara”, dice Charles Yengst, un consultor en equipamiento de Connecticut. “Abrieron fábricas por todas partes para operar en el punto más alto del mercado, algo que no pasa cada año o incluso cada 10 o 15 años”.
Caterpillar aún es el mayor vendedor mundial de maquinaria para la construcción y la minería, y continúa ganando cuota de mercado, especialmente en China.
“Todos se sorprendieron por la dimensión y la duración” del bajón, reconoció Oberhelman, de 63 años, en una conferencia minera realizada en septiembre en Las Vegas. “Creo firmemente que no podíamos haber previsto eso en ese entonces”, dijo sobre la adquisición de Bucyrus. La empresa no quiso poner al ejecutivo a disposición para este artículo.
Su estrategia era expandir el dominio de Caterpillar al mundo en desarrollo, con la mira puesta especialmente en mercados como Brasil y China, donde la minería y la construcción de infraestructura iban a plena marcha. Los altos precios del crudo eran el motor de las ventas de equipos para los yacimientos petroleros, en especial en América del Norte.
Los bajones son comunes en el negocio de Caterpillar y sus rivales también los están sufriendo. Caterpillar, no obstante, ha sido desde hace tiempo una de las empresas líderes de Estados Unidos, integrante del Promedio Industrial Dow Jones, y un importante generador de empleos con plantas en todo el mundo.
La compañía redujo en 20% su fuerza laboral en los últimos cuatro años, equivalente a 30.000 empleos, y prevé cerrar o consolidar hasta un máximo de 20 fábricas. En China ya ha cerrado una planta, mientras opera otras a bajos niveles de producción. En agosto, informó que venderá algunas de las líneas de maquinaria de minería que adquirió con Bucyrus.
Las mineras le decían a Caterpillar que querían comprar más maquinaria de una fuente. La empresa fabricaba equipo para la minería como los gigantescos camiones de volteo, pero tenía vacíos en su línea de productos. Necesitaba, por ejemplo, las colosales palas hidráulicas empleadas en las minas a cielo abierto. Con la compra de Bucyrus, la mayor de su historia, obtuvo una línea de palas mineras, maquinaria para la minería subterránea y grandes plantas de ensamblaje en Wisconsin, Pensilvania y Texas.
La estrategia de Oberhelman, en todo caso, parecía rendir frutos. La empresa registró una ganancia de US$5.680 millones en 2012, casi 60% por encima de los resultados de 2008.
El mercado, sin embargo, se debilitó en 2013 conforme los países en desarrollo redujeron su inversión en construcción y consumieron menos materias primas. Las ventas de maquinaria y motores de Caterpillar descendieron 16% en 2013 frente al año previo.
Los precios del petróleo, en tanto, comenzaron su caída en 2014. Las ventas de Caterpillar retrocedieron 15% en 2015 puesto que las empresas estadounidenses de energía de esquisto demandaron menos equipo.
Caterpillar tiene suficiente capacidad de producción para sacar provecho de la próxima recuperación, dicen analistas de la industria. Y los inversionistas han demostrado renovada confianza en la compañía, que se ha mantenido rentable mediante recortes de gastos, lo que ha impulsado la acción en 2016.
Lo que es seguro es que Oberhelman ya no estará al mando de la compañía cuando la fortuna vuelva a llamar a la puerta.
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