Francisco de Santibañes: “La Argentina debe recuperar una política exterior de Estado”
El especialista en relaciones internacionales analizó el rol del país en el mundo y los desafíos que presenta la coyuntura.
Para Francisco de Santibañes, especialista en relaciones internacionales y política exterior, vicepresidente del Consejo Argentino de Relaciones Internacionales (Cari) y autor del libro “La Argentina después de la tormenta”, la Argentina debe trabajar en volver a tener una política de Estado a nivel internacional de manera de generar certidumbre y, a partir de ahí, jugar un rol en el mundo.
“En la Argentina y en la región hay un menor peso de los cuerpos diplomáticos y una mayor ideologización, mucho se subordina a las ideologías y se las usa para ganar puntos en las luchas internas”, dice en diálogo con LA NACION. Durante la charla analizó la necesidad de más proactividad por parte del país y repasó cómo se para hoy respecto de Estados Unidos, China y Rusia.
-¿Por qué cree que hay una modificación en el rol de la diplomacia en la actual coyuntura?
-Es una etapa de transición en el orden internacional por cambios tecnológicos, políticos y por la competencia estratégica entre China y Estados Unidos. Siempre cuando surge un nuevo poder hay más tensión que se traslada a distintas áreas. En ese marco la diplomacia gana importancia, siempre la tiene, pero es todavía más porque trae más certidumbre, los temas no son tan regidos por la ideología sino por la política exterior tradicional.
-¿Cómo está parada la Argentina en ese contexto?
-En la Argentina y en la región hay un menor peso de los cuerpos diplomáticos y una mayor ideologización, mucho se subordina a las ideologías y se las usa para ganar puntos en las luchas internas. Un ejemplo es la relación entre la Argentina y Brasil, que es la más estratégica y más importante de la región, la que permitió cierta estabilidad y paz pero los presidentes (Jair) Bolsonaro y (Alberto) Fernández todavía no se juntaron y hay responsabilidades en los dos países. Se cambia la visión del mundo de gobierno a gobierno y los cuerpos diplomáticos deberían tener más peso, no tomando decisiones, pero sí asesorando a los presidentes.
-¿Por qué en la Argentina no hay una política de Estado en lo que hace las relaciones internacionales?
-Es un tema más profundo del que es responsable toda la clase dirigente argentina. No hay consensos sobre esa política y hay un zigzageo permanente. Eso nos quita predecibilidad, hace que tengamos menos peso internacional. No logramos salirnos de la coyuntura y establecer una estrategia de país que se traduzca en política exterior.
-¿Tiene hoy un rol el país en el contexto internacional?
-Se ha empobrecido mucho cuando necesitamos comerciar más, cuando necesitamos más inversiones y tener más inserción mundial. El rol debería ser tender puentes, ser proactivos, no esperar que vengan a ofrecernos algo porque no lo harán por nuestro peso a nivel mundial. Podríamos servir de referente en la región, pero hay que ser realistas de dónde estamos parados.
-¿Desde cuándo no hay política de Estado en materia diplomática?
-Hay intentos aislados; el Gobierno actual trata de dialogar con Venezuela, convertirse en una especie de mediador. Con (Mauricio) Macri hubo políticas con Brasil, incluso de podría haber ayudado con mala imagen en el mundo que tiene se país por cuestiones medioambientales, pero no dejan de ser estrategias puntuales, movidas tácticas que duran lo que dura un Gobierno. Cuando sí la Argentina tuvo una política de Estado fue desde 1880 a comienzos de los ’40, hubo una estrategia de inserción internacional, de mantener la paz en la región, de comerciar con las potencias europeas (principalmente los británicos), de no involucrarse en conflictos de las grandes potencias. Después el país no se adaptó y cometió errores. Es difícil de encontrar continuidad, salvo en algunos temas como derechos humanos desde el regreso de la democracia, la política nuclear, el Mercosur, todas temáticas muy particulares.
-¿Está a tiempo el Mercosur de recuperar peso internacional?
-Parte de la crisis se explica porque se ideologizó lo que era el paraguas institucional. Pasó en todos los gobiernos, con Néstor Kirchner se avanzó en el Unasur; con Macri en el Prosur; sería bueno volver al objetivo inicial. Depende de la voluntad política, de querer estar regidos por el largo plazo; ahora es más difícil porque hay visiones diferentes de la inserción en el mundo entre Brasil y la Argentina. No hay consensos internos y tiene un costo altísimo para un país como la Argentina.
-Los problemas para la Argentina exceden el Mercosur. Por ejemplo, hay pocos avances en tratados internacionales…
-Al no tener una alta burocracia con más protagonismo no se está insistiendo, esos vínculos no son prioritarios; hay que ser muy proactivos y eso no pasa. No son temas ideológicos, a la Unión Europea la fundaron líderes socialistas; son cuestiones que hacen al interés del país, a lo que le conviene en el largo plazo. En países con tantos conflictos internos y crisis se debilitan las instituciones del Estado que deberían liderar la intención.
- A John Biden, ¿cúanto le interesa la Argentina?
-En Latinoamérica Estados Unidos tiene otras prioridades, como Centroamérica por cuestiones de seguridad e inmigración. Hay que ser muy proactivos, ser nosotros los que nos acerquemos con agenda de trabajo, eso es clave y a veces no se entiende. Hay que hacer un trabajo de diplomacia que se traduzca en una realidad. No generar certidumbre también hace que para el otro el país pierda atractivo.
-¿Es posible hoy llevarse bien con Estados Unidos y con China?
-En la medida que se acelere el conflicto es más difícil mantener una equidistancia; hay ciertos temas en los que hay que tomar una decisión como el 5G, la política nuclear o el OBOR (NR: plan de infraestructura y conectividad chino). Antes se podían patear para más adelante pero cada vez es más difícil. Necesitamos fortalecernos internamente, superar los déficits institucionales y el sector privado debe robustecerse. Es un mundo cada vez más complejo, no es la pos guerra fría, no podemos relajarnos.
-¿Son España y Francia -los europeos con mejor relación con la Argentina- la puerta de entrada indicada a la Unión Europea para consolidar el vínculo?
-Todo occidente atraviesa una situación más compleja en lo domestico; en Francia surgen nuevos actores como en Chile, todo está más fragmentado y es más complejo tomar decisiones. Eso es algo generalizado y es una dificultad extra. España es un socio clave e histórico y tiene interés en cumplir un rol en el país, pero eso no significa marginar a Alemania. Claro que también dependemos del interés de los otros en nosotros.
-La Argentina también se acerca a Rusia, ¿qué papel tiene hoy ese país en el mundo?
-No es una gran potencia, sí es un país importante en el contexto actual por su poder en el plano militar, tiene los incentivos necesarios para tener alto margen de maniobra. China y Estados Unidos se van a interesar en sumarlo; esa importancia excede a (Vladimir) Putin, se va a mantener porque le interesa al establishment. Rusia no tiene una gran influencia en Latinoamérica, donde sí China ya es muy importante.
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