El argentino que creó el inédito negocio de la pastelería en cápsulas
Todos los domingos a la mañana la mesa de su comedor parecía el desayuno continental de un hotel: waffles, panqueques, galletitas y tortas caseras cocinadas el día anterior con sus cinco hijos. Él, Rodrigo Córdoba, se había separado de su socio unos meses antes, y la cocina se convirtió en un hobby para disfrutar en su año sabático.
Así pasó de coliderar una empresa importadora de accesorios para motos a imaginar una solución para que cada casa u oficina acceda a pastelería fresca en cuestión de minutos. El emprendedor se inspiró en las cafeteras con cápsulas, que masificaron el acceso al café de manera express.
Él también elaboró cápsulas, pero de preparaciones pasteleras: scons, volcanes de chocolate y dulce de leche y budín de banana son algunos de los gustos que hoy elabora y vende su compañía, Tigoût.
Ahora, la compañía se está preparando para una de las pruebas más importantes de su vida: la presentación en un stand de la feria IFA, uno de los encuentros de electrónica de consumo más importantes del mundo, que se organiza anualmente en Berlín.
Tigoût vende una máquina que hornea cápsulas de pastelería. Los pasos son simples: se compra el preparado, que viene congelado, se "desmolda" en la máquina y se selecciona qué tipo de creación es para que la máquina "setee" el tiempo de horneado y la temperatura. Los "postres" tardan entre cinco y 12 minutos en estar listos, según la versión. Se pueden hacer dos del mismo tipo al mismo tiempo.
"Nuestro deseo es llevar las recetas de los mejores pasteleros del mundo a las cápsulas para que millones de personas las puedan cocinar de manera simple con los mejores ingredientes y sin conservantes", dice. Proyecta que, en un futuro, su compañía podría hacer productos para veganos o para celíacos, aunque inicialmente no los está lanzando. "La tecnología que hemos desarrollado en la Argentina es la punta del iceberg para otros momentos de consumo", resume.
Pastelería en cápsulas
Como en el caso de Nespresso y Nescafé, el negocio de Tigoût no pasa tanto por las máquinas (aunque tiene capacidad para producir unas 50 por mes) sino por la venta de cápsulas. Por el momento, y después de tres años de trabajo, entregó algunas máquinas a amigos y conocidos que apostaron por el proyecto. El emprendedor viajará a Berlín para presentar su compañía en IFA, que este año tendrá lugar del 6 al 11 de septiembre.
Por el momento no están definidos los precios, pero Córdoba detalla que la producción de cada máquina le cuesta unos US$1000 + IVA. La intención es vender cada cápsula por entre $80 y $85. Todo está producido en la Argentina con ayuda del Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI).
Como, por el momento, el costo de cada máquina es alto, el emprendedor dice que quiere desarrollar el modelo B2B (business to business) en cafeterías y hoteles para dejarlas en comodato a cambio de la compra fija de 300 cápsulas mensuales.
Prototipos para hornear
Para llegar a estas primeras máquinas entregadas y a la presentación en Berlín, Córdoba invirtió tres años de esfuerzo y aproximadamente US$2 millones. También trabaja junto a la red de emprendedores Endeavor y la Secretaría de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva de la Nación.
Trabajó en dos prototipos de la máquina con un equipo de 20 personas. Al primero lo tuvo que descartar cuando se dio cuenta de que no podía garantizar la frescura de las cápsulas (que en ese momento no estaban congeladas) con el correr del tiempo.
La segunda es la que salió a la venta, se utiliza con cápsulas congeladas y tiene cierta participación manual, porque el usuario debe seleccionar cuál es el producto que se le ingresa para que la máquina sepa cuánto debe hornear. La que Córdoba desea, y a la que Tigoût apunta, es totalmente automática: identifica qué cápsula se le insertó y programa sola. Además, está conectada a la nube a través de Internet de las Cosas para actualizar recetas, verificar problemas y solucionarlos.
Su objetivo es exportar la máquina y las cápsulas a varios países del mundo. Ya tuvo reuniones con empresas de electrodomésticos europeas y su intención con el stand en la feria en Berlín es poner un pie más en el viejo continente. En el camino, el emprendedor se encontró con algunas trabas. Por mencionar solo una: tuvo dificultades para patentar su producto en la Argentina y que tenga validez en otras naciones, por lo que tuvo que abrir una sociedad en Estados Unidos para registrar la patente allí y que el producto esté cubierto en 150 países.
¿Por qué persistió a pesar de las dificultades? "Nunca perdimos el foco, que está puesto en nuestro consumidor. Tenemos un grupo de personas que quieren probar la máquina y la experiencia que queremos crear. A veces pasa que los emprendedores se enamoran tanto de su solución que pierden de vista su foco", concluye.
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