El "atlas de complejidad" y su importancia para el crecimiento de la próxima década
Cuanto mayor es el grado de conocimiento de una sociedad expresado en sus productos, más fuerte es su economía, según un estudio de la Universidad de Harvard; qué puede hacer la Argentina
Luego del resultado de las PASO, es importante entender qué puede hacer el gobierno actual, el que venga y el de 2023 para que la economía crezca. Sí, ya sé que parece ciencia ficción, pero como la estructura productiva de un país no se cambia en unos meses o años, es cada vez más importante tener claro el destino y rumbo que tomaremos. La Argentina ha iniciado un proceso de apertura muy importante, uno de cuyos hitos será el acuerdo Mercosur-Unión Europea que, quiero creer, continuará avanzando.
Es difícil hablar de apertura de la economía sin tener claro cuál es su complejidad. Al respecto hay un trabajo extraordinario del Growth Lab del Centro para Desarrollo Internacional de la Universidad de Harvard (CID, por sus siglas en inglés). Se trata del Atlas de Complejidad Económica, y este estudio identifica y analiza los flujos de comercio y la composición sectorial de la economía. Cubre 133 países, 800 categorías de productos y la metodología es la misma para todos.
Con los datos de la estructura económica, se establecen algunos patrones de desarrollo "dinámicos", es decir, no solo hacia el futuro sino lo que puede ocurrir si cambian algunas variables, y se buscan o postulan qué estrategias pueden ser apropiadas para alcanzar una mayor prosperidad. Por supuesto, y como siempre, hay trade-offs: más rápido tal vez no sea ni más fácil ni sostenible en el tiempo.
Con solo tres conceptos básicos (complejidad económica, know-how y diversidad) se logra armar un panorama muy claro. Resumiendo, la complejidad económica puede definirse como la medida del grado de conocimientos de una sociedad expresado en sus productos. Se calcula en base a la diversidad de exportaciones de un país y su ubicuidad, es decir el número de países que también están en condiciones de producirlos (y a su vez la complejidad de esos países). El know-how es la capacidad necesaria para producir, y la diversidad mide cuántos productos diferentes puede realizar un país. La diversidad de un país es otra forma de expresar el know-how colectivo de un país.
La Argentina tenía la posición 72 en el ránking en 2017. Tengamos en cuenta también que en los últimos dos años Argentina ha logrado varios casos de exportaciones claramente no tradicionales y son más de 1000 las pymes que exportaron a través del programa Exporta Simple. Claro que los montos totales son por ahora minúsculos, pero ninguna empresa nace grande y son avances para cada uno de los empresarios. Tampoco consideran las recientes simplificaciones burocráticas y el potencial acuerdo Mercosur-UE.
En estos datos a 2017, la Argentina tenía fuerte déficit comercial, se observa un escasísimo crecimiento en los últimos 15 años y poco desarrollo de nuevos productos: se agregaron solo 11 categorías de productos, a pesar de la declamada diversificación productiva. Comparado con otros países, Argentina había caído notablemente de nivel de complejidad ya que era el 53 en el año 1995, o 54 en el año 2000. A pesar de este deterioro, los análisis de Growth Lab anticipan que Argentina puede tener un crecimiento razonable aplicando una política industrial "parsimoniosa". Así, esperan que el crecimiento pueda lograrse eliminando cuellos de botella para luego expandirse hacia productos relacionados.
Es interesante el caso de Australia, que era el número 67 en 2007 y descendió a 93 en 2017, por su creciente dependencia de pocos productos. De todos modos, su calidad de vida es muy superior y demuestra que la concentración en commodities no es necesariamente un problema.
China y la India han contribuido con la mitad de crecimiento de la economía mundial y ambas economías han estado al tope de la lista de países de mayor crecimiento entre los del G20. Sin embargo, ambos tienen patrones de crecimiento diferente. Los investigadores del Growth Lab predicen un menor crecimiento de la India hasta 5,5% anual para la próxima década, y en contraste se espera que China crezca al 6,1 por ciento. Esas tasas de crecimiento son menores a las más recientes, pero aún son notablemente mayores a las de la Argentina, que se espera que crezca –si introduce varios cambios- al 2,44 por ciento. Estimado lector, no se ría de los decimales ni tenga en cuenta los cambios políticos, estos son modelos matemáticos que muestran tendencias.
La investigación muestra que los países tienden a diversificar moviéndose hacia productos relacionados, o que requieren conocimientos o capacidades similares a las ya existentes. Así, un país puede, por ejemplo, producir textiles y, aunque le resultará más fácil producir algún otro tipo de textiles, también puede producir maquinaria apropiada para ese sector. Es exactamente el caso argentino, donde basándose en el sector agropecuario, hay una gran industria de semillas, de maquinarias, de fertilizantes (petroquímica), fitosanitarios (industria química) y biocombustibles.
La Argentina tiene una oportunidad tal vez superior que otros países para crecer ya que solo tenemos que alterar el funcionamiento de algunas áreas, pero ya contamos con una cierta complejidad económica y el know-how relevante. Debemos mejorar en diversidad.
Si la Argentina transita un camino de eliminar cuellos de botella, si suprime o al menos reduce las rigideces de muchos mercados, especialmente los mercados laborales y financiero, si los impuestos –aunque sean altos- acompañan el ciclo económico, podremos crecer y mejorar el desarrollo económico. Todos queremos que el país crezca y podamos desarrollarnos. Pareciera que la forma de lograrlo es una sola: produciendo más, mejor y exportando.
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