El cambio fijo, sin defensores
Mientras que en los 90 existió el dilema acerca de si las economías emergentes que hacían apertura de sus mercados de bienes y capitales debían tener cambio flotante o fijo, hoy el eje del debate es otro. Nadie parece defender los cambios fijos y, en cambio, el análisis trata de determinar qué tan verdaderamente libre debe ser el cambio flotante.
Finanzas y Desarrollo, una publicación trimestral del FMI, les recomienda en su último número a los países de Oriente Próximo y Norte de Africa que revean sus regímenes cambiarios, y recuerda que les ha ido mejor a quienes con mayores o menores intervenciones han dejado flotar la moneda.
El dinar de Jordania, por ejemplo, está fijado al dólar de los Estados Unidos desde 1996 y le recomiendan flotar, aunque terminó la sobrevaluación de la divisa norteamericana que le causó problemas de competitividad.
Egipto vinculó su moneda, la libra, al dólar en 1991 y abandonó el régimen a mediados de 2000. La moneda se devaluó más de 35% y ha aparecido un mercado paralelo.
Irán adoptó un régimen de flotación dirigida para el rial luego de unificar los múltiples tipos cambiarios que tenía. Líbano tiene paridad con el dólar, en tanto que Marruecos tiene su diram vinculado con una canasta de divisas.