
El Deutsche Post quiere ser una gran compañía de servicios
En Europa no cesa de comprar empresas, en nuestro país tiene un acuerdo con OCA
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FRANCFORT (The Economist).- Dicen que el que se quema con leche ve una vaca y llora. Pero, al parecer, no es el caso del creciente ejército de accionistas en Alemania. En las últimas semanas, los alemanes recibieron un aluvión de avisos para comprar acciones amarillas del correo nacional, Deutsche Post. Aquellos que aún conservan acciones de Deutsche Telekom y su subsidiaria de Internet, T-Online, vendidas en medio del furor en la primavera boreal, hicieron un mal negocio. No obstante, los alemanes están ansiosos por más y corrieron a suscribir el 25 al 29% de las acciones de Deutsche Post, que se supone que aumentarán mañana al menos en US$ 5000 millones.
Si Deutsche Post demuestra ser una buena inversión, dependerá en gran parte del éxito de una transformación dirigida por Klaus Zumwinkel, su presidente.
Zumwinkel estuvo 16 años en McKinsey, una consultora, antes de hacerse cargo del correo en 1990.
Transformó esta empresa de servicio público, que daba pérdidas, en un negocio rentable. Y su intención es convertirla en una compañía gigante de logística internacional, repartiendo no sólo cartas, sino todo tipo de envío.
En los últimos dos años, el crecimiento de Deutsche Post y la expansión de sus actividades comerciales han sido notables.
En 1998, la correspondencia representaba casi las tres cuartas partes de su facturación.
En el primer semestre de este año, la correspondencia, aunque continúa siendo la división más grande de las cuatro que conforman la compañía, representó sólo el 35% de las ventas, y las encomiendas, alrededor de una sexta parte. El resto estuvo repartido en forma equitativa entre las nuevas divisiones de logística y finanzas.
La participación de las ventas por operaciones en el exterior dieron un salto de apenas un 2% en 1998 al 28% en el primer semestre de este año. Para el año próximo, según Zumwinkel, será del 40% gracias a la adquisición de la mayoría de las acciones de DHL, unos meses atrás.
Zumwinkel ha estado comprando compañías a diestra y siniestra. Desde comienzos de 1999 Deutsche Post adquirió, además de DHL un grupo de otras firmas dedicadas a la logística.
El crecimiento de los servicios financieros comenzó cuando Deutsche Post se hizo cargo de la estatal alemana Postbank, que ya operaba oficinas de correo. A este tomador de depósitos se le sumó un prestamista, con la adquisición de DSL, otro banco estatal, que ofrece créditos para la construcción.
A Deutsche Post aún le quedan tres obstáculos. El primero es la tan demorada desregulación de los monopolios postales en Europa. Para 2003, la Unión Europea tiene pensado limitar el monopolio de los correos nacionales a envíos que no superen los 50 gramos y liberar el correo directo e internacional.
Algunos correos europeos, en especial el de Gran Bretaña y Francia, se oponen ferozmente. Pero los alemanes son más entusiastas.
Los analistas consideran que Deutsche Post es la segunda compañía de correos más eficiente de Europa, después de TNT Post Groep. Por lo tanto, es menos lo que tendría que temerle a la competencia.
Estaría bien ubicada para sacar provecho de otras firmas de logística y servicios postales de presentársele la oportunidad.
Zumwinkel sostiene que un corte en el monopolio de 200 a 100 gramos dejará sólo alrededor de un 7% de las ventas librado a la competencia.
El segundo desafío es más difícil: consiste en integrar su enorme cartera de empresas recién adquiridas.
El tercer reto es quizá el de mayores riesgos.
Los críticos afirman que la empresa recibió ayuda estatal ilegal en la forma de elevados honorarios por su monopolio postal local y que utilizó las ganancias para subsidiar su expansión a otros mercados. También se la acusa por su alevoso aumento de precios de las encomiendas, que comenzó a dar ganancias el año último, después de más de una década de pérdidas subsidiadas.
La Comisión Europea investiga. Sin embargo, el gobierno alemán y Deutsche Post lo niegan enérgicamente.
En el supuesto de que se le exija a Deutsche Post "devolver" la ayuda estatal, insiste Zumwinkel, la repercusión en las ganancias sería mínima. Sin embargo, un fallo desfavorable podría causar otros daños, podría mostrar a Zumwinkel con menos pie firme de lo que aparenta.
Que la segunda y tercera serie de acciones aún no se hayan vendido podría hacer que los inversionistas fueran menos ansiosos la próxima vez. Aunque, por el momento, se contentan con seguir los pasos del resuelto jefe de Deutsche Post.






