El dulce negocio de las mermeladas
Es alto el consumo interno de confituras para untar; la exportación es un desafío pendiente
Los argentinos son dulceros, al menos si se compara la cantidad de mermelada que las familias argentinas compran para comer o cocinar.
Según datos de Kantar World Panel, el consumo per cápita de mermeladas en el hogar argentino supera el kilo y llega exactamente, según el último dato disponible, a 1,022 kilogramos.
Sólo para comparar, en México el consumo llega a 242 gramos y en Estados Unidos, según datos de 2010, se mantuvo durante 20 años en alrededor de un kilogramos por persona.
El mundo de las mermeladas no es demasiado conocido más allá de las góndolas coloridas por la cantidad de sabores que las pueblan.
En principio, por mermelada se conoce a las confituras de consistencia untable, elaboradas por cocción de frutas u hortalizas con distintos azúcares.
Según un trabajo elaborador por el Ministerio de Agricultura, para que sea considerado en esta categoría, la proporción de frutas y hortalizas no debe ser inferior a 40% del producto terminado, excepto para frutas cítricas, en que la regulación admite 35 por ciento.
La Argentina es un país exportador de mermeladas, aunque en los últimos años la venta a otros países cayó. Alrededor de un cuarto de lo que se vende al exterior se destina a Brasil, mientras que el segundo lugar lo ocupa Estados Unidos, con 20 por ciento del total.
Las exportaciones son escasas y sólo se compran algunas variedades de Francia (desde allí viene la mitad). Claro que hay marcas del sur argentino que, poco a poco, ganan mercado en el segmento de las artesanales. Francia, Suiza, Canadá y el Reino Unido son los grandes jugadores mundiales.
Las empresas productoras más importantes son Arcor, con su marca homónima; La Campagnola, y las ligth BC, Canale y Molto. La mayoría produce en Mendoza.