El FMI no sabe de necesidades electorales
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WASHINGTON.- El último escalón que trepó el dólar ayer dejó al descubierto una realidad del programa vigente con el Fondo Monetario Internacional (FMI): el Gobierno necesita un dólar quieto, pero se comprometió con el Fondo a dejarlo que flote y a limitar las intervenciones del Tesoro y del Banco Central, que solo puede jugar por fuera de las bandas de no intervención.
La política monetaria ha sido el tema más ríspido entre el FMI y el Gobierno. El staff del Fondo cree que lo mejor es dejar que el dólar flote, sin intervención oficial, salvo que se produzcan corridas "extremas", tal el término que utilizó la directora gerente, Christine Lagarde, cuando presentó el último acuerdo en Nueva York, junto al ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne.
Esa visión, que ahora choca con las necesidades políticas del Gobierno en un año electoral, se debe, en gran medida, a que en el Fondo quieren evitar que los dólares que manda a la Argentina financien una fuga de capitales. Ya ocurrió en 2018, cuando los primeros US$15.000 millones que recibió el BCRA se evaporaron durante la breve gestión de Luis Caputo, criticada públicamente por Lagarde.
Por más ruido que genere en el mercado, nada sugiere, por ahora, que eso pueda cambiar, y menos aún cuando el mismo Fondo ha dicho que el programa ha arrojado resultados y que el éxito del plan depende del compromiso oficial con la implementación a rajatabla de un plan que el Fondo y el Gobierno siempre han presentado como un plan argentino, no del FMI.
Basta, por caso, una frase que reiteró la semana anterior el jefe de la misión argentina del Fondo, Roberto Cardarelli: "La implementación firme y continua del plan de estabilización del gobierno argentino sigue siendo esencial para consolidar el retorno de la Argentina a la estabilidad macroeconómica, bajar la inflación y sentar las bases para un crecimiento sólido, equitativo y sostenible".