La maza golpeó con fuerza sobre el "clavo de oro" y cambió para siempre la historia del transporte en los Estados Unidos . El hombre que la manipulaba, miró al gentío agolpado a su alrededor y supo en ese instante que su vida ya no sería la misma: Thomas Clark Durant, vicepresidente de Union Pacific, acababa de inaugurar el primer ferrocarril transcontinental en su país y tocaba el cielo con las manos, pero en solo tres años estaría envuelto en un gigantesco escándalo que lo llevaría a la ruina.
Durant habían nacido el 6 de febrero de 1820, en Lee, Massachusetts. Perteneciente a una familia acomodada del noreste estadounidense, siempre se consideró un privilegiado por haber contado con los medios suficientes como para recibir una buena educación, que concluyó con la obtención del título de médico en Albany Medical College.
Sin embargo, no tardó mucho tiempo abandonar su profesión para pasar a trabajar en la firma de un tío que exportaba harina y granos. Lo que para otros podía pasar inadvertido para él era una oportunidad: así fue cómo, gracias a su nuevo empleo, descubrió la necesidad de mejorar el transporte terrestre y esa inquietud lo llevó a incursionar en la industria ferroviaria.
Su primer puesto en este sector fue el de corredor para el ferrocarril de Chicago y Rock Island. Durante esa época conoció a Henry Farnam, un emprendedor con el que pronto crearía una empresa de contratación que bautizaron con sus apellidos. La fama de Farnam & Durant creció rápido y ya en 1853 se le otorgó la comisión de recaudar capital y administrar la construcción de los nuevos ferrocarriles de Mississippi y Missouri (M&M).
Pero fue el litigio por la construcción de un puente, lo que cambiaría el rumbo de la historia. Resulta que para defenderse Durant contrató a un abogado llamado Abraham Lincoln , algo que años después fue decisivo para impulsar su carrera. En 1862, cuando Lincoln ya era presidente de los Estados Unidos, terció en su favor al seleccionar a su compañía, la Union Pacific, como el punto de partida del primer ferrocarril transcontinental.
Durant tenía una reputación despiadada por exprimir a amigos y enemigos para beneficio personal, así que, como agente general de la División Este de la Union Pacific, se le encomendó la tarea de recaudar fondos, adquirir recursos y asegurar una legislación nacional favorable para la empresa.
En 1864 dio un gran golpe al crear Credit Mobilier, una financiera que sería la encargada de atraer inversiones para financiar la construcción del ferrocarril transcontinental. Todo se traducía en éxito político para el gobierno de los Estados Unidos, progreso para el país y, sobre todo, mucho dinero para Durant.
Pero el día en que Durant entró por la puerta grande en los libros de historia fue el 10 de mayo de 1869: en esa fecha, dio el último mazazo sobre el llamado "clavo de oro", el que daba por finalizada la línea del primer ferrocarril transcontinental de los Estados Unidos, que unía Omaha con Sacramento. Quedaba creada así la red de transporte mecanizada de escala nacional que revolucionó la población y la economía del oeste estadounidense.
La importancia de Durant en el desarrollo de la red ferroviaria en los Estados Unidos está reflejada en las series Hell on wheels, que comenzó en 2011 y tuvo cinco temporadas (se emitió por AMC y en la Argentina se pudo ver por HBO), y The West, que se lanzó en 2016 y consta de ocho episodios (se puede ver en Netflix).
Se calcula que la proeza del primer ferrocarril transcontinental le permitió a la Union Pacific ganar 16,5 millones de dólares. Al mismo tiempo, Durant se convertía en un hombre millonario y reconocido por todos por haber unido a través de las vías al Este con el Oeste de los Estados Unidos. Tenía, sin dudas, un lugar asegurado en el bronce y un futuro de lujos y disfrute. Pero... siempre hay "un pincelazo" que arruina todo.
Un día de 1872, Durant estaba en su oficina y un empleado le alcanzó el diario New York Sun. Lo que leyó lo dejó helado: el artículo de tapa revelaba que a través de Credit Mobilier se había montado un esquema de sobreprecios, sobornos a congresales y estafa a los inversionistas nunca visto. En resumen, lo que se describía era que el Estado había pagado a Durant US$100 millones, por algo que en realidad costaba US$50 millones.
Eso terminó con la reputación, la carrera y parte del dinero de Durant. Pero aún faltaba más: ese escándalo contribuyó a desatar el Pánico de 1873, la primera gran depresión económica de los Estados Unidos, en la que Durant perdió todo su dinero. Finalmente, luego de 12 años de luchar contra demandas de exsocios e inversionistas furiosos, el hombre que se dio el gusto de dar el golpe final sobre el "clavo de oro" murió pobre, el 5 de octubre de 1885.
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