
El secreto de Ayrton Senna
Qué es el "estado de flujo"; lanacion.com te cuenta cómo lograr un altísimo nivel de eficiencia sin estresarse
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Ayrton Senna da Silva decía que hablaba con Dios. Según él, eso ocurría en Eau Rouge, la peligrosísima curva del circuito de F1 SPA-Francorchamps de Bélgica que lograba ponerle los pelos de punta a cualquier otro piloto. Senna, evidentemente, no era como el resto.
Aunque era una persona de una religiosidad franca y abierta (que hasta era motivo de burlas), esta y otras experiencias del piloto brasileño parecían, sin embargo, ir más allá de lo que tradicionalmente conocemos como Fe. Una de estas experiencias "místicas" no ocurrió en Bélgica, sino en Montecarlo, durante las pruebas de clasificación para el Gran Premio de 1988.
"Recuerdo que corría más y más deprisa en cada vuelta. Ya había conseguido la pole por unas décimas de segundo, y luego por medio segundo, y después por casi un segundo, y después por más de un segundo. Y más y más. Llegó un momento en que yo era dos segundos más rápido que cualquier otro, incluyendo a mi compañero de equipo, que conducía un coche igual. En aquel momento me di cuenta, de repente, que estaba pasando los límites de la consciencia. Mónaco es corto y estrecho y entonces, tuve la sensación de que estaba en un túnel, el circuito, para mí, era sólo un túnel."
Lo que Senna describía es lo que el sicólogo de la Universidad de Claremont Mihály Csíkszentmihályi llama "estar en estado de flujo". Según él, cuando se está en flujo "el ego desaparece. El tiempo vuela. Cada acción, movimiento y pensamiento sigue inevitablemente al anterior, como cuando se toca jazz. Todo tu ser está involucrado y usas tus habilidades al máximo."
Csikszentmihályi reporta a través de los numerosos estudios y experimentos que ha desarrollado, 9 factores presentes en el estado de flujo, entre los que pueden mencionarse una altísima concentración, distorsión del sentido del tiempo (el tiempo "parece volar"), acción sin esfuerzo (alta eficiencia) y desapego del resultado (la actividad es satisfactoria por sí misma). Lo que describe es, indudablemente, una alteración de la conciencia y la percepción, pero no debida al uso de psicoactivos o de prácticas medidativas, sino al hecho de entregarse por completo a una tarea.
Lo cierto es que el desarrollo de una actividad (de un "trabajo"), en estado de flujo, se ha convertido en un Santo Grial para todos aquellos que han probado no sólo el extraordinario rendimiento que se alcanza, sino la profunda serenidad que se experimenta. Lograr un altísimo nivel de eficiencia sin estrés es, lógicamente, el deseo de cualquier persona.
El estado de flujo se produce en cualquier disciplina y por lo tanto hay diferentes nombres para la misma experiencia. Los programadores suelen llamarlo "hack mode", los actores "momento blanco" y los traders de acciones "being in the pipe". Lo importante es que es un estado buscado y de altísima creatividad.
La pregunta, naturalmente, es ¿cómo entrar en ese estado? No hay respuestas fáciles, en primer lugar porque no es algo que se pueda forzar. Csikszentmihályi menciona, sin embargo, tres condiciones que deben darse para entrar en flujo:
1. Estar involucrado en una actividad que tenga un conjunto de objetivos claros. Esto le da dirección y estructura a la tarea.
2. Un equilibrio entre la dificultad percibida de la tarea y nuestras propias habilidades. Es decir debemos creer que somos capaces de realizarla.
3. La tarea debe tener un feedback claro e inmediato. Esto nos ayuda a ajustar nuestro trabajo de acuerdo a lo que se espera de él.
Un elemento que es mencionado también con frecuencia es la identificación o pasión por la tarea que se desarrolla. Orientar gradualmente el trabajo hacia aquellas actividades por las que sentimos mayor inclinación natural, pueden ayudarnos a lograr esos altos niveles de eficiencia y concentración.
Orientar gradualmente el trabajo hacia aquellas actividades por las que sentimos mayor inclinación natural, pueden ayudarnos a lograr esos altos niveles de eficiencia y concentración.
Ayrton Senna había encontrado obviamente esa actividad para la que estaba dotado, que tenía objetivos clarísimos y que lo absorbía totalmente. Quizás sólo una vez en su carrera su mente perdió su fabulosa concentración. En abril de 1994 estaba atribulado por el accidente de un amigo y la muerte de otro en apenas dos días (el 29 y el 30), presionado por intereses comerciales, conflictuado en su vida sentimental, demostrando nerviosismo y desconcentración y cometiendo un error tras otro en las pruebas de clasificación. Su médico le recomendó no correr el Gran Premio de ese domingo. "¿Qué otra cosa puedo hacer?", le contestó.
Ese domingo, a los 12 segundos y ocho décimas de comenzar la séptima vuelta del Premio de San Marino de 1994, mientras entraba a 300 km por hora en la curva de Tamburello, su auto tuvo un gravísimo desperfecto y quizás la mente de Ayrton perdió por una décima de segundo ese estado de flujo. Le quitó la reacción que le hubiese salvado la vida. A diferencia de Eau Rouge, en esta otra curva Ayrton ya no hablaba con Dios.
* Eduardo Remolins es economista especializado en Management de la Innovación, Master in Technology and Innovation Management, Sussex Universitiy Master en Economía, UTDT. Además es autor del libro La Primera Venta del Emprendedor .






