Ganancias: una decisión electoralista que complica las cuentas del Estado y podría afectar las jubilaciones
La celebración en el Congreso a fines de septiembre, cuando se aprobó la ley del impuesto a las ganancias que regirá –de no mediar cambios– desde el inicio de 2024, tiene en estos días su contracara en la preocupación no menor de los gobernadores, provocada por un efecto lógico y sabido de los cambios similares a los de esa ley que se instrumentaron por decreto y que aliviaron los bolsillos de los asalariados de ingresos medios y altos. Ese efecto es la caída que, como contrapartida del cambio, hay en los recursos que reciben las provincias para afrontar parte de sus gastos, ya que Ganancias es un impuesto 100% coparticipable; es decir, su recaudación se comparte entre la Nación y las diferentes jurisdicciones.
El caso muestra que un cambio impositivo hecho de forma aislada y, en este caso, lanzado porque el ministro de Economía y entonces candidato a presidente, Sergio Massa, vio la oportunidad de una acción que quizá le diera más votos, puede no ser, para la sociedad, lo bueno que se lo quiere hacer ver. Como no se dispuso cómo compensar lo que deja de recaudarse, ahora los gobernadores buscan que se comparta con las provincias una parte del impuesto sobre los débitos y créditos bancarios, más conocido como impuesto al cheque.
Pero, ocurre que la recaudación de ese tributo (muy distorsivo para la actividad económica y sobre el cual siempre se considera que, en una reforma tributaria integral debería eliminarse) se deriva en su totalidad a la Anses, según lo dispone la ley 25.413 en el artículo que se busca modificar. Es decir: para cubrir el bache, se propone usar fondos que van a las jubilaciones y a otras prestaciones sociales, que ya de por sí están sufriendo un fuerte ajuste este año.
Entre enero y octubre, el gasto en prestaciones sociales fue, corregido por inflación, un 6,4% más bajo que el de igual período de un año atrás, según datos de la Oficina de Presupuesto del Congreso. La peor parte se la llevan las asignaciones familiares del sistema laboral formal, con una caída de 36,3%. También cayó en términos reales el gasto en jubilaciones y pensiones, aun cuando la cantidad de prestaciones aumentó por la implementación del plan de pago de deuda previsional, la nueva moratoria dispuesta por ley.
Los jubilados que no cobran bono tuvieron, reflejo de ese ajuste (concretado porque la movilidad de los haberes va muy por debajo de la inflación) en octubre un ingreso que, en relación con el que tenían en diciembre de 2022, les sirvió para comprar casi un 21% menos. Para un grupo, que cobraba un refuerzo y dejó de percibirlo un par de meses atrás, el recorte en sus ingresos fue mayor todavía.
Ganancias es considerado uno de los impuestos más progresivos en el mundo. En la Argentina se había distorsionado mucho en lo últimos años, producto de la alta inflación y las actualizaciones deficientes y de varias políticas del Gobierno, y requería correcciones. Pero su casi eliminación sin una baja del gasto no parecía ser la solución, tal como habían advertido varios economistas y tributaristas. Aun cuando no fuera coparticipable, hoy estaría la necesidad de cubrir un bache de fondos. La sábana es corta. Y mucho más corta aún con las cuentas desequilibradas.
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