
La banca que sobrevivió al corralito
A diez años del congelamiento de depósitos, las entidades financieras ganan dinero con el consumo y los menos riesgosos créditos a corto plazo
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No fue un sábado más. Fue el comienzo del fin de un gobierno, pero también de un ciclo económico que imperó durante más de una década: el entonces ministro de Economía, Domingo Cavallo, anunciaba lo que pasaría a la historia como el "corralito" y que desembocaría en la muerte de la convertibilidad. El lunes siguiente, en medio de un caos financiero, los bancos ocuparon el centro de la escena, sitio que no abandonarían por un largo tiempo. El jueves y sábado próximos se cumplirán diez años de uno y otro hecho, respectivamente. Diez años que configuraron un sistema bancario tan distinto de aquél como lo es un peso de un dólar.
El sistema financiero es más sólido que el de los días de furia de 2001, en los que se restringió el retiro de dinero de los depósitos, pero tiene menos crédito a largo plazo; es más líquido y sin descalce de monedas, pero más chico; es muy fuerte en el préstamo para consumo, pero débil en lo que hace al financiamiento de inversión y vivienda; da menos préstamos a los gobiernos nacional y provinciales, pero con mayor bancarización de la población.
Una foto comparativa entre aquellos días y la actualidad ilustra el contraste. Según el Banco Central, en diciembre de 2001, los depósitos en dólares del sector privado ascendían a US$ 43.989 millones, mientras que en la actualidad suman 14.740 millones; los préstamos en dólares llegaban a 36.614 millones, en tanto que en la actualidad son de 9762 millones. Los depósitos en pesos al sector privado eran de 15.698 millones, mientras que ahora son de 251.543 millones.
No son las únicas diferencias: entonces había 86 bancos, de los cuales 39 eran extranjeros (incluye los locales de capital foráneo y sucursales de entidades financieras del exterior); ahora hay 80, de los que 21 son de afuera. En este aspecto también el peso de la banca foránea dentro del sistema se desplomó: mientras que antes concentraba 50% de los depósitos, hoy capta 25 por ciento.
Pablo Curat, asesor de bancos y socio del Estudio Curat, Martínez Larrea & Asociados, explica que en aquel entonces el gobierno propugnaba la idea de pocos bancos nacionales y muchos extranjeros con sustento de las casas matrices. "Pero esa estrategia fracasó", dice Curat. "Se suponía que las casas matrices iban a responder llegado el caso, pero eso no sucedió y muchos se fueron. A partir de ahí, ganó lugar la banca nacional y la pública", comenta.
En la actualidad hay un grupo de bancos nacionales privados que crecieron orgánicamente y por adquisiciones. Según el economista Hernán del Villar, se desarrollaron entidades pequeñas especializadas con alta participación en el negocio del crédito al consumo.
Para Alejandro Banzas, director de la consultora Reporte Económico, tras la salida de la convertibilidad, el sistema comenzó a recuperarse lenta pero firmemente. "Su solidez se sustentó en cambios normativos opuestos a los de la década del 90", recuerda. "En primer lugar, el 85% del negocio se constituyó en pesos y en el caso de los dólares se evitó el descalce de monedas, ya que sólo pueden recibir préstamos aquellos que tienen ingresos en divisas."
El modelo económico actual, basado en el consumo, desvió el negocio bancario hacia el crédito de corto plazo para la compra de electrodomésticos y otros bienes, pero flaquea en crédito hipotecario o de inversión. "La banca pública hace su esfuerzo en el crédito para inversión, pero aún es muy incipiente", dice Del Villar.
El auge del consumo les permitió a los bancos tener en 2010 rendimientos excepcionales en la bolsa; pero, como su negocio es procíclico, la desaceleración de la economía les pintó un 2011 ya no tan bueno (los beneficios crecen menos que la inflación, pero lo suficiente para que sea uno de los sectores que más ganan) y se estima que 2012 lo será menos aún. Eduardo Fernández, de Rava Sociedad de Bolsa, detalla que el año pasado las acciones de los bancos Galicia, Hipotecario, BBVA Francés y Macro subieron 182, 118, 89 y 81%, respectivamente. Mientras que en lo que va de 2011 cayeron 47, 52, 46 y 54%, en ese mismo orden.
Las promociones con tarjeta de crédito no sólo apuntalaron los balances, sino que sirvieron para amigarse con el consumidor, luego del colapso de 2001, cuando, escraches mediante, "banco" pasó a ser para la ciudadanía una mala palabra. Ese año, el sistema perdió US$ 20.000 millones, lo que llevó al manotazo de ahogado del corralito, que no hizo más que empeorar la situación y derivar en el corralón (pesificación de los depósitos en dólares), que diluyó los ahorros de miles.
Banzas subraya que desde esa época el sistema dejó de financiar al sector público porque la economía fue generando un superávit fiscal suficiente y se produjo una clara política de desendeudamiento. "Eso permitió liberar fondos para financiar al sector privado y evitar los tradicionales crowding out [situación en que la capacidad de inversión de las empresas se reduce por la deuda pública] de la década anterior", opina.
Diez años después, no hay riesgo de una explosión como la de 2001, pero las condiciones comienzan a deteriorarse: la tasa Badlar, referencia para depósitos superiores a $ 1 millón, escaló del 11 al 19% este año. Por ende, se encarece el crédito. El sistema bancario mutó, pero el corralito sigue en el inconsciente colectivo de los argentinos. Muchos siguen desconfiando de los bancos y prefieren invertir en los ladrillos o guardar sus dólares en el colchón.
Más información: "El desafío competitivo en la telefonía celular", por Nicolás Bacqué. www.lanacion.com.ar






