
La oportunidad de la integración energética en América Latina: Vaca Muerta y su potencial transformador
En un mundo que acelera la transición energética, la región tiene una oportunidad única: convertir el gas en el eje de una integración regional que fortalezca la seguridad, el desarrollo y la competitividad
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De un tiempo a esta parte, se vienen desarrollando jornadas y seminarios que promueven la integración energética de América Latina. El gas natural y la energía eléctrica son recursos que la región debe saber usufructuar, aprovechando las ventajas que cada país presenta y aunando esfuerzos en consolidar un hub energético regional de cara al mundo.
En un contexto global marcado por la urgencia de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y avanzar hacia fuentes de energía más limpias y sostenibles, América Latina enfrenta una oportunidad única para consolidar su integración energética y potenciar su desarrollo económico. La región, caracterizada por su diversidad de recursos naturales y una creciente y sostenida demanda energética, puede dar un salto cualitativo si logra aprovechar de manera eficiente los recursos disponibles, especialmente los reservorios de gas no convencional en Vaca Muerta, Argentina.

Vaca Muerta: un gigante energético con potencial de transformación regional
Hemos escuchado en reiteradas oportunidades que Vaca Muerta es uno de los yacimientos de gas y petróleo no convencional más grandes del mundo, con un potencial que supera varias veces las necesidades actuales de la Argentina y de la región. La riqueza de sus reservas constituye una base sólida para que no solo la Argentina sino los países vecinos también, puedan avanzar en una matriz energética más diversificada, moderna y sostenible. El gas no convencional de Vaca Muerta es de gran calidad y, además, representa una fuente no contaminante en comparación con otros combustibles fósiles tradicionales, como el carbón y el petróleo.
Este recurso, si se aprovecha de manera eficiente y coordinada, puede convertirse en uno de los pilares de una verdadera integración energética en América Latina. La región necesita un enfoque estratégico que permita la interconexión de sus sistemas energéticos, facilitando la exportación y el intercambio de gas y otros productos derivados, generando así un impacto positivo en la economía, la generación de empleo y la protección del medio ambiente.

Necesidades y oportunidades en los países vecinos
Países como Chile, Paraguay y Brasil enfrentan demandas energéticas crecientes, impulsadas por el crecimiento poblacional, la industrialización y la modernización de sus sectores económicos. Sin embargo, enfrentan también desafíos en materia de seguridad energética y la dependencia de recursos importados. La integración regional, sustentada en recursos locales y sostenibles, puede ofrecer una solución para estos desafíos y desbloquear un potencial de cooperación inédita en la historia latinoamericana.
Chile, ejemplo en diversificación de su matriz energética, no está exento de dependencia de importaciones de combustibles y las operaciones de importación GNL representan una incógnita difícil de predecir en cuanto a confiabilidad y precio. Paraguay, con una gran capacidad hidroeléctrica, aún enfrenta la necesidad de complementar su energía con recursos más flexibles y confiables, principios que el gas no convencional puede aportar, no solo como país de tránsito sino como insumo para una industria exportadora de bienes. Brasil, como la economía más grande de la región, necesita ampliar su matriz energética definir si continúa apostando al GNL en condición spot, o contratos de abastecimiento de gas por ductos a mediano a largo plazo, como fuentes asequibles y sostenibles para sostener su crecimiento y cumplir con compromisos internacionales respecto a la reducción de emisiones.
El aprovechamiento de los recursos de Vaca Muerta puede permitir a estos países acceder a un recurso abundante, de costo relativamente bajo y con menor impacto ambiental, en comparación con otras fuentes tradicionales o de precios volátiles en función de imponderables en el resto del planeta. Esto, a su vez, facilitará la producción de bioproductos, fertilizantes, plásticos y combustibles más limpios, que son indispensables para el comercio internacional y la innovación tecnológica.

La oportunidad de una transformación económica y social
Más allá del aspecto energético, la explotación de los recursos de Vaca Muerta y la integración regional tienen un impacto profundo en el empleo y en la mejora de las condiciones sociales de las comunidades locales. La construcción de infraestructura resulta un punto clave a la hora de avanzar con dicha integración, en donde el interés debe ser principalmente del sector privado, en tanto y en cuanto cuente con los incentivos regulatorios adecuados para ello.
A eso se suman los proyectos de perforación y las plantas de procesamiento que generarán puestos de trabajo directos e indirectos, impulsando el desarrollo económico de regiones que históricamente han estado relegadas. Esto puede convertirse en un motor para reducir las desigualdades sociales y promover una distribución más equitativa de los beneficios del crecimiento, en donde los organismos multilaterales de crédito juegan un papel fundamental en el financiamiento de la infraestructura.
Asimismo, la cooperación en el sector energético puede fortalecer la estabilidad política y la seguridad regional, promoviendo alianzas estratégicas que refuercen la seguridad compartida y la estabilidad macroeconómica. La región, así, no solo podrá satisfacer sus necesidades internas, sino también posicionarse como un importante proveedor de energía a nivel internacional, contribuyendo a la diversificación de mercados y a la consolidación de un liderazgo regional en energías sostenibles.

Un camino hacia un desarrollo sostenible y responsable
La integración energética basada en los recursos de Vaca Muerta debe ir acompañada de políticas públicas responsables que promuevan la protección del medio ambiente, la transparencia y una gestión eficiente de los recursos. Las tecnologías de extracción y producción actuales ofrecen grandes avances en la minimización del impacto ambiental, y es fundamental que la región priorice su adopción y difusión.
La apuesta por recursos no contaminantes y asequibles, como el gas no convencional, puede servir de ejemplo para otras regiones del mundo que buscan equilibrar el crecimiento económico con la sostenibilidad ambiental. Además, la región tiene la oportunidad de liderar en innovación energética, desarrollando capacidades locales en técnicas de extracción, almacenamiento y distribución, y fomentando el uso de energías renovables complementarias.
La clave: dejar de lado rivalidades para convertir en oportunidades la integración
Uno de los mayores obstáculos históricos en la región ha sido la persistencia de rivalidades y conflictos políticos entre los países, que han frenado la cooperación efectiva en el sector energético. Sin embargo, para avanzar hacia una verdadera transformación, es imperativo que la región deje de lado esas disputas y vea en la integración energética no solo una estrategia económica, sino también una vía para fortalecer la solidaridad y la estabilidad regional. La cooperación en la explotación y distribución de los recursos de Vaca Muerta, así como en proyectos de infraestructura conjunta, puede ser el catalizador que genere beneficios compartidos y nuevas oportunidades para todos. Solo a través de la colaboración, dejando atrás viejos enfrentamientos, América Latina podrá aprovechar al máximo su potencial común, impulsando un desarrollo inclusivo, sostenible y duradero para toda la región.
*El autor es abogado especializado en el sector energético y ex Presidente de ENARSA
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