La paradigmática historia del país de cinco premios Nobel y 99 ministros de Economía
La inestabilidad política y económica de la Argentina llevóa que cada vez el jefe del Palacio de Hacienda dure menos en su cargo
"La historia se repite dos veces, la primera como tragedia, la segunda como farsa", dice Karl Marx.
La economía argentina parece haber llegado a su límite. El PBI per cápita (según los cálculos de Arklems, un proyecto de la Universidad de Harvard) cae desde el año 2011 y la inflación, si bien no ha escalado por ahora a niveles mayores que el rango de entre 25 y 30%, presenta claros efectos persistentes e inerciales.
El tipo de cambio multilateral real ajustado por productividad de acuerdo con los datos de Arklems demuestra un atraso cambiario peor que en los mejores años de la convertibilidad, con los consecuentes impactos en la producción industrial y de las economías regionales.
El déficit fiscal escala a casi 8% del PBI y la deuda pública escaló a niveles magnos, siendo sus principales tenedores los futuros jubilados, bancos e inversores argentinos con una creciente dolarización en su denominación (reciente emisión de bonos en dólares y dólar link).
Estos fenómenos han sido repetidos por la Argentina varias veces en su historia económica reciente, superando la cita de Marx. Los períodos de estabilidad macroeconómica parecen hiatos de inestabilidad, alta inflación, crecimiento exiguo del PBI y dificultades para generar una moneda que permita incentivar el ahorro doméstico, y de esta manera, financiar la inversión y mejorar la productividad y competitividad.
La Argentina es el único país en América Latina que tiene cinco premios Nobel. Sin embargo, colectivamente presenta continuas dificultades para aprovechar la calidad de su capital humano y el espíritu emprendedor que tienen su juventud y su clase media.
Se ha señalado que uno de los rasgos que caracterizaron la inestabilidad durante el siglo XX fueron los golpes militares. Sin embargo, todos los premios Nobel han tenido problemas con los gobiernos de turno, sean civiles o militares.
El Partido Conservador y el presidente Agustín P. Justo boicotearon la carrera política del primer Premio Nobel de la Paz argentino, Carlos Saavedra Lamas. El jurista, elegido en diciembre de 1936 por su mediación en la Guerra del Chaco, era seguramente candidato a presidente.
Bernardo Houssay, fundador del Conicet, al regreso de recibir el premio Nobel en 1947, no fue recibido por el gobierno de Juan Domingo Perón. El científico, finalmente, se tuvo que ir de la Universidad para regresar posteriormente en 1955.
Luis Federico Leloir, hacia 1943 tuvo que dejar el país, dado que Houssay, con quien trabajó en conjunto, fue expulsado de la Facultad de Medicina por firmar una carta pública en oposición al régimen nazi de Alemania y al apoyo del gobierno militar comandado por Pedro Pablo Ramírez que también integró y apoyó Perón.
Adolfo Pérez Esquivel, Premio Nobel de la Paz en 1980, trabajó clandestinamente desde el principio del golpe militar de 1976 a favor de los derechos humanos de los detenidos-desaparecidos.
Cesar Milstein, galardonado en Medicina por sus estudios sobre el rol de los anticuerpos, se exilió en Inglaterra luego de la Noche de los Bastones Largos, que se dio bajo el gobierno de Juan Carlos Onganía.
Resultados de la inestabilidad
La inestabilidad política y económica da como resultado el de-saprovechamiento del potencial que presenta la Argentina para su pleno desarrollo económico y social. Pero no sólo el autoritarismo, en general, y los golpes militares, en particular, fueron causa y consecuencia de la inestabilidad. Un rasgo impresionante de la inestabilidad ha sido la elevada frecuencia de cambios de presidente, ministros de Economía y presidentes del Banco Central, algo inédito en el mundo.
Desde 1900 hasta estos días, la Argentina tuvo 99 jefes del Palacio de Hacienda y 58 presidentes del Banco Central. Durante este tiempo, la Casa Rosada estuvo ocupada por 41 presidentes.
La duración promedio de un ministro de Economía en días de gestión también refleja la persistencia de la inestabilidad. Tanto Hipólito Irigoyen (de 503 a 680 días) como las primeras presidencias de Perón (de 560 a 693) lograron aumentar la duración promedio de la gestión del ministro de Economía en más de 130 días. Sin embargo, desde el año 1955, la duración promedio de gestión de un ministro de Economía que había alcanzado 1,9 años promedio bajó hasta alcanzar los 483 días (1,3 años).
Más aún, cuando se superpone la frecuencia de los cambios de las gestiones de los diversos ministros de Economía con las grandes crisis económicas -definidas como inflación aguda e hiperinflaciones y bruscas caídas del PBI-, la asociación es clara. Alta inflación y recesión dan como resultado un aumento en la cantidad de ministros por año. Los años 1945, 1962, 1975, 1976, 1989, 2001 y 2002 corresponden todos a grandes crisis económicas inflacionarias o recesivas que coinciden casi exactamente con importantes cambios políticos.
Así, en 1945, año en que se realiza la gran movilización popular del 17 de octubre con Perón preso, se suceden cuatro ministros de Economía en la presidencia de Edelmiro Farrel. Eran épocas de una importante aceleración inflacionaria de 0 a 20% y una clara desaceleración del crecimiento. Durante la presidencia de facto de José María Guido, desde marzo de 1962 hasta octubre de 1963, se sucedieron seis ministros de Economía con una inflación en ascenso de 30% anual mientras caía el PBI.
Entre 1975 y 1976, cuatro ministros se turnaron en el Palacio de Hacienda. Hubo una inflación anual de 183 y 444%, respectivamente. En medio, el Rodrigazo y el camino hasta de-sembocar en el desgraciado golpe militar de 1976.
En la recuperada democracia, con los términos de intercambio más bajos de la historia argentina y con un Banco Central heredado del gobierno militar vacío de reservas, además del fracaso de los planes Austral y Primavera, se desembocó en un proceso hiperinflacionario que pasó de una inflación de 100% en 1986 a 3080% anual en 1989 y a 2314% en 1990, ya en plena presidencia de Carlos Menem. Sólo en 1989, año de la transición entre el riojano y Raúl Alfonsín, hubo seis ministros de Economía.
En 2001, la mayor crisis económica de la historia argentina, en términos de caída del PBI y desempleo -incluso mayor que la Primera Guerra Mundial, la "depresión del 30" o la década perdida de 1980-, generó seis ministros de Economía en 2001 y tres recambios en 2002.
Las presidencias de Néstor y Cristina Kirchner tuvieron ocho funcionarios en el cargo de ministro de Economía: Roberto Lavagna, Felisa Miceli, Miguel Peirano, Martín Lousteau, Carlos Fernández, Amado Boudou, Hernán Lorenzino y el actual Axel Kicillof.
Curiosamente, los siete ministros posteriores a Lavagna se concentran desde el año 2006, luego del cual finalizan las tasas chinas de crecimiento, se acelera la inflación, que alcanza los dos dígitos por primera vez, y se interviene el Indec.
La Argentina: la gran paradoja de generar cinco premios Nobel y capital humano y desaprovechar su potencial.
El autor es profesor de Teoría Económica de la UBA y miembro del proyecto Arklems
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