La paritaria de empleados de comercio, con la bola de cristal
Representantes de los empresarios y de los asalariados del sector mercantil acordaron aumentar los salarios nominales 59,5% en los próximos 12 meses. Pactar con decimales en la Argentina de 2022 constituye una verdadera paquetería. Quienes solo le prestan atención al primer número indican que, como haber acordado 60% de aumento hubiera parecido “mucho”, entonces pactaron 59,5%. Y en siete cuotas: 6% en abril, mayo y junio próximos; 10% en agosto y setiembre; 11% en noviembre y 10,5% en enero de 2023. ¿Lo podrán pagar los empleadores? ¿Se contentarán con esto los asalariados?
Para saber más consulté al estadounidense Finis R. Welch (1938-2020), quien estudió en las universidades de Houston y de Chicago. Su tesis doctoral, titulada Educación en la producción, es considerada un clásico en la materia.
“Theodore William Schultz y Zvi Griliches destacaron la crucial relevancia de la medición del rol que cumple el desequilibrio, como movilizador de las fuerzas del crecimiento, citando la tesis de Welch como la metodología correcta para identificar, a través del análisis de las desigualdades salariales, el rol de la educación”, indicó Víctor Jorge Elías. Con William Gould inventó Stata, probablemente el paquete estadístico desarrollado en forma de software más utilizado en el mundo.
–Me permito calificarlo de corajudo, porque a la conferencia Ely que usted pronunció en 1999 la tituló En defensa de la desigualdad. ¿Qué dijo?
–Que esperaba que nadie se ofendiera, pero que la desigualdad es un “bien” económico que ha recibido muy mala prensa. La relación entre salarios e ingresos no es muy estrecha, particularmente en los niveles de ingresos inferiores, en los cuales los que no derivan del empleo son cruciales. Para estas personas, trabajar no es esencial. La desigualdad es destructiva cuando quienes ganan menos visualizan a la sociedad como injusta, cuando piensan que no tiene sentido esforzarse o cuando la movilidad ascendente se ve como imposible. Peor aún es la idea de apelar a medidas “ilegales” para redistribuir.
–Fuera del ámbito académico, usted se ocupó de un campo de 9000 acres, de su propiedad.
–Fui premiado por la gran limpieza que había en toda la granja, dedicada a la cría de ganado vacuno y equino. Los ingenieros mecánicos sostienen que una fábrica limpia es un indicador de su eficiencia. Muchos de los gastos en los que incurrí para lograr la referida limpieza, debían ser considerados inversiones, y por consiguiente deducibles del pago del impuesto a las ganancias. Al respecto litigué con el IRS, la AFIP de Estados Unidos, y le gané el juicio.
–Ayúdeme a entender la paritaria mercantil, que se acaba de celebrar de la Argentina.
–En la medida que pueda, con gusto. Pero voy a hablar con cautela, porque en parte tiene que ver con la inflación, cuestión que durante cuatro décadas desapareció en los Estados Unidos, y recién ahora nos está volviendo a impactar y, por consiguiente, a interesar. Digo en parte, porque la inflación no es la única consideración importante en lo que usted me pregunta.
–¿Qué más?
–La heterogeneidad de la realidad sobre la que se aplica. La pandemia/cuarentena originada en el Covid 19 impactó sobre muchos sectores económicos, pero con particular intensidad en el plano comercial. Obvio que la vinculación directa entre el fabricante y el consumidor final no comenzó en 2020; pero el Covid-19 aceleró tendencias que se venían observando; cabe esperar que buena parte de los nuevos canales de comercialización hayan llegado para quedarse. Un censo de locales cerrados es un mal indicador del nivel de actividad económica y comercial.
–¿Y entonces?
–Estamos frente a un cambio real, por oposición a financiero, que implica que –más allá de la inflación– algunos empleadores podrán pagar con facilidad la paritaria que acaba de celebrarse, y a otros les resultará imposible.
–Entiendo, pero además está la tasa de inflación futura.
–Quizá por una cuestión legal las paritarias fijan las remuneraciones en términos nominales para los próximos 12 meses. Pero, con la fluidez con la cual evoluciona la economía argentina, cualquier acuerdo referido a valores nominales estará sujeto a revisiones, particularmente si ocurren situaciones extremas.
–¿Cómo cuáles?
–Simplemente para ilustrar, pensemos en una hiperinflación, por un lado, y en un programa antiinflacionario de shock, por el otro. No estoy haciendo un pronóstico, sino simplemente ilustrando. Si, Dios no lo permita, ustedes repiten la experiencia del segundo trimestre de 1989, cuando la tasa de inflación llegó a 4% por día, seguramente que lo que se acaba de acordar volverá a renegociarse.
–¿Cuál es el otro extremo?
–Insisto, no estoy pronosticando, sino simplemente ilustrando. Si la semana que viene el Gobierno implementara un programa antiinflacionario tipo Austral, que frenó de golpe una tasa de inflación de 1% diario, la reciente paritaria mercantil enloquecería de alegría a los empleados, que pensarían que el 59,5% de aumento sería real, porque los precios dejarían de aumentar, pero se encontrarían con que los empresarios no podrían honrar el compromiso.
–Por lo cual, como parte del plan Austral se inventó la “escala de conversión”, también conocida como “tabla de desagio”.
–Efectivamente. Herramienta apropiada entonces para corregir los contratos que, antes del lanzamiento del programa antiinflacionario, se habían celebrado sobre la base de determinada tasa esperada de inflación, y resultaban no solo incumplibles sino también injustos, dado el plan Austral. También apropiada ahora, si se implementara ya mismo un programa antiinflacionario de shock.
–Pero nadie espera esto en la Argentina de 2022.
–Por eso le digo, De Pablo, que no estoy pronosticando sino ilustrando. Mi cordial mensaje a quienes firmaron esta paritaria es el siguiente: “Señores, ambas partes están sujetas a realidades que los impactan, pero sobre las cuales no tienen ningún control. No personalicen las negociaciones, porque esto lo único que genera es desgaste, y ya bastantes problemas tienen con los problemas que existen”.
–Usted propone el “vamos viendo”, que para muchos tiene sabor a poco.
–En economía hablamos de óptimo, para referirnos a lo mejor de lo posible. Estoy diciendo que la toma de decisiones tiene que basarse en diagnósticos realistas; cosa que los decisores ya saben. Pero lo enfatizo, porque no siempre se refleja en las declaraciones de los periodistas y de sus entrevistados.
–¿Un ejemplo de esto último?
–Cada tanto en su país alguien dice que lo que se necesita es un “shock de confianza”. Si lo que quiere decir es que si el Poder Ejecutivo fuera confiable, la realidad sería mejor, está en lo cierto; mientras que si está formulando una propuesta, es una tontería.
–Don Finis, muchas gracias.