Los precursores

La nómina de obras que alcanzaron los precios mayores en las subastas de 1999 aparece nítidamente dominada por los artistas a los que hoy reconocemos, genéricamente, como "los precursores". Como puede verse en el cuadro, tres pintores del siglo XIX se reparten ocho de los once puestos consignados. Prilidiano Pueyrredón y Carlos Morel, ambos argentinos nativos, y el francés nacido en Río de Janeiro Juan León Palliere ocupan de forma destacada un listado en el que el arte del siglo XX sólo está representado por sendas pinturas de Emilio Pettoruti y Cesáreo B. de Quirós y una escultura de Pablo Curatella Manes.

La feliz coincidencia entre la salida a plaza de obras procedentes de destacadas colecciones, como la de Bonifacio del Carril, y las nunca extinguidas apetencias de otros coleccionistas provocó este inusual movimiento.

Cronológicamente, fue primero el turno de Carlos Morel y las dos acuarelas de su autoría que fueron en su momento de Otto von Bismarck. Procedentes de la villa que en Capri poseían los descendientes del canciller de la unidad alemana, las piezas de Morel se vendieron en las tarimas de Saráchaga, casa que poco después recibió el encargo de dispersar parte de las obras que integraban la colección de Bonifacio del Carril. Apenas un mes más tarde fue el turno de Naón, que incluyó en sus catálogos dos soberbios temas rurales de Prilidiano Pueyrredón que al venderse en más de medio millón de dólares cada uno establecieron el plusvalor en remates de nuestro país para obras de arte argentinas.

Entre las pinturas del siglo XX el valor mayor lo logró Saráchaga con el retrato que Pettoruti hizo en Florencia en 1917 de su amigo Xul Solar. También en el hotel de ventas de la calle Juncal se vendió la espléndida "Fiesta de las guitarras", de Cesáreo B. de Quirós. El precio máximo para esculturas de autor argentino se concretó en Roldán al venderse "El dragón", de Curatella Manes, en una cifra superior a los cien mil dólares.

Por Por Adrián Gualdoni Basualdo

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