Empresas familiares: con el negocio en la sangre
Trascender generaciones, convivir en el día a día de la oficina, superar la pérdida del dueño y profesionalizar la gestión son solo algunos de los desafíos que debe atravesar este tipo de compañías; historias de éxito, reconversión y resiliencia contadas en primera persona
Una familia con más de 135 años de historia y que va por la quinta generación. Un sociólogo que tomó la posta de su padre y profesionalizó la cadena de retail que lleva su apellido. Un padre y un hijo que no tenían tradición de heladeros, pero, así y todo, revolucionaron el negocio local y tienen como objetivo abrir sucursales en el exterior. En la Argentina hay tantas empresas familiares como historias de vida. La segunda edición de Family Business, organizada por LA NACION en el Malba, dejó en evidencia la importancia que este tipo de organizaciones tiene sobre la economía local.
Eduardo Coduri, CEO para la Argentina, Uruguay y Paraguay de EY, fue el encargado de dar comienzo a la mañana. Entrevistado por José Del Rio, secretario general de Redacción del diario, el especialista confirmó que las empresas familiares representan el 50% del PBI y generan una masa de empleo superior al 60%. "Todos los grandes grupos locales empezaron como empresas familiares", añadió.
Andrés Jara Werchau y Pamela Scheurer, fundadores de la plataforma de analytics Nubimetrics, y Laura Lichtmaier y Diego Siekiera, creadores de la marca de accesorios Simones, contaron cómo es emprender en pareja y hacer que ambos proyectos funcionen.
Este tipo de vínculo no es el único desafío a la hora de trabajar en familia. El traspaso entre padres e hijos suele plantear grandes dificultades. Diego Bouchoux, gerente de Negocios y Pymes de Banco Galicia; Fernando Moiguer, experto en Estrategia de Negocios, y Eugenio Marchiori, profesor de la Escuela de Negocios de la Universidad Torcuato Di Tella, hablaron de los retos y plantearon cómo llevar adelante los procesos de sucesión y la incorporación de las nuevas generaciones. Para esto, recomendaron dejar que hagan su propio camino y, en caso de querer ingresar a la empresa familiar, lo hagan por motu proprio. Así lo hicieron Teddy Karagozian, CEO de TN&Platex; Ariel Davalli, presidente de Chungo y cofundador y presidente de Yolas, y Manuel Ribeiro, presidente de Grupo Ribeiro, quien participó del evento junto a su hija Mercedes, cuarta generación de la familia, psicóloga y encargada de implementar la estrategia de RSE dentro de la cadena.
Previo a la sucesión, uno de los puntos claves se da cuando el dueño y sus hijos conviven dentro de la empresa en el día a día. Ana María Giesso, VP de la firma de indumentaria, y Mariano Rodríguez Giesso, presidente, confesaron ante el auditorio que hicieron sesiones de terapia para aceitar la relación. Por su parte, Máximo y Carolina Gagliardi, de Papelera San Andrés de Giles, y Daniel y Christian Otero, de Lucciano’s, contaron sus historias y coincidieron en que, a veces, la distancia ayuda.
Otro desafío es alcanzar un nivel de profesionalización que permita escalar en el negocio y no centralizar la toma de decisiones en la figura del dueño. Por eso, en muchos casos, se decide contratar un profesional para que ocupe el cargo de CEO. Es el caso de Luis Galli, en el Grupo Newsan, y el de Guillermo Rimoldi, quien, tras el fallecimiento de Juan "Iani" Georgalos, ascendió de CFO a director ejecutivo de la firma de golosinas y chocolates. Pero Georgalos no es la única empresa en la que la pérdida del dueño llevó a reconfigurar la organización. Jorgelina García, presidenta de Verga Hermanos; Adrián Saporiti, presidente del Grupo Saporiti, y los hermanos Matías y Facundo Gutiérrez, a cargo de Laborit, contaron, en primera persona, sus historias de resiliencia.
El cierre estuvo a cargo de Javier Madanes Quintanilla, presidente del Grupo Fate-Aluar, quien invitó a los jóvenes a ser los hacedores del futuro y les pidió "que se olviden de los cuatro o cinco delincuentes que han ensuciado a toda la sociedad argentina".