Negocios de triple impacto. La hora de repensar el éxito empresarial
El ASPO les permitió a muchas firmas analizar el modo de operar y avanzar en los procesos para ser una Empresa B
Cada vez más compañías apuestan a satisfacer las necesidades de los consumidores sin comprometer el futuro, por ello se adhieren, sobre todo las pymes, al Sistema B donde se trabaja para ganar midiendo el impacto en el planeta, y solo en la Argentina esta comunidad creció, en 2020, 17% respecto al año anterior.
“En mayor o menor medida, el Covid_19 llevó a casi todos a pensar qué hacer para imaginar un futuro mejor más allá de la pandemia. Las organizaciones se replantearon un montón de cosas en varios sentidos. Debieron mirar para adentro porque no podían esperar mucha ayuda externa. Tampoco podían quedarse de brazos cruzados”, enfatizó Alejandro Klingenfuss, cofundador de Akieta empresa de marketing para la sustentabilidad.
Las empresas B son una iniciativa de B Lab. Surgieron en 2007 en Estados Unidos. Buscaban crear las condiciones para el desarrollo de las firmas sustentables. “Su objetivo es promover un régimen económico más inclusivo y equitativo. Integran además los modelos de soluciones colaborativas para resolver cuestiones sociales y ambientales en el negocio”, comentó Francisco Murray, director general de Sistema B en el país.
Ese paradigma redefinió el sentido del éxito al reformular una pregunta básica: ¿cuál es el propósito de una compañía, el para qué en la comunidad? De acuerdo a la óptica B, el triunfo no solo pasa por el nivel de facturación, utilidades o dividendos. Se logra también integrando sus beneficios con la marca dejada en la humanidad y el ecosistema de forma medible y escalable.
“Para el común de la gente, este tipo de certificados está más relacionado a lo industrial. Sin embargo, se puede aplicar a todo tipo de actividades, por ejemplo, al turismo”, señaló Carlos Pelli, fundador y director de Wilderness Patagonia.
Una corporación de este tipo se diferencia del resto por perseguir el triple impacto. Primero, está su propósito de impactar en lo comunitario y lo ambiental que constituirá el núcleo de la actividad.
La segunda característica es la responsabilidad. Debe priorizar los intereses de los trabajadores, la comunidad y la naturaleza. Es preciso equilibrar entre estos factores y lo económico.
La hora de la transparencia
Otro factor a tener en cuenta es la transparencia. Esto implica publicar informes anuales sobre su impresión social y en el medio ambiente, y ser refrendado por un organismo externo.
“Este sistema brinda buenas herramientas de medición, seguimiento y marco para mejorar. Nosotros habíamos desarrollado muchos de los objetivos de desarrollo sustentable (ODF) de la ONU y en responsabilidad social. El método B nos ayudó a ordenar esa labor y a cuantificarla para seguir perfeccionándonos en ese sentido”, agregó Pelli.
Cabe destacar que obtener esta certificación no implica solo completar las instancias de la auditoria. Al mismo tiempo, demanda reformar los estatutos empresariales para establecer que la firma se convierte en una de triple impacto.
“Nuestro emprendimiento nació con un propósito sustentable. Somos tres socios que venimos de la producción de eventos. Muchas veces, al terminar una presentación, nos encontrábamos mirando las huellas dejadas por el show en el medio ambiente. Nos dijimos que no podíamos seguir trabajando así. Entonces, armamos nuestra empresa bajo la idea y el enfoque de ser de triple impacto y de acuerdo a las normas ISO 2021 de gestión sustentable”, marcó Fernando Tormo, gerente comercial de Nice Dog.
Para muchas organizaciones el aislamiento social preventivo obligatorio (ASPO) fue una buena excusa para encarar esta prueba. En este proceso, se analizan todas las dimensiones de la corporación. Se examina, por ejemplo, la calidad, el desempeño, la rendición de cuentas, la transparencia de sus políticas, la relación con los trabajadores, el impacto en la comunidad y la contribución al medioambiente.
“Este certificado significó en 2018 profundizar algunas cosas que hacíamos de modo informal. Asimismo, conseguimos herramientas para medir nuestra huella ambiental. Un ejemplo era que agrupábamos nuestros envíos para emitir menos carbono. Al medirlo, lo reducimos efectuando entregas en bicicleta”, recordó Lucas Barrionuevo, Ggrente general de Pura.
Por su modelo de gobernanza, estas empresas deben encarar el empleo bajo un propósito social. “Aunque somos una micropyme, recurrimos a personal externo de acuerdo a cada evento o feria. En estos casos, intentamos contratar siempre gente con barreras de acceso al trabajo; es decir, los jóvenes, las personas mayores de 40 años o con algún tipo de discapacidad”, puntualizó Tormo.
Cuestión de costos
En general, se considera que prestar un servicio o fabricar un producto acorde a la normativa medioambiental aumenta los costos. Sin embargo, la realidad es otra. “Simplemente nos cernimos a un presupuesto y exploramos entre las posibilidades con impacto social positivo y que no dañen el ecosistema”, puntualizó Fernando Tormo.
En realidad, esa cualidad se relaciona más con la calidad de la prestación o el artículo. “Un estudio indica que un turista consume doce botellas de medio litro de agua en tres días.
Bariloche no cuenta aún con planta de tratamiento de plásticos. Por eso gran parte de esos envases terminan en un basurero. Ante esta situación decidimos, hace 3 años, entregar a nuestros huéspedes una botella de aluminio. De esa manera se ahorran tres toneladas y medio de plástico”, subrayó el fundador de Wilderness Patagonia.
En 2020, la comunidad de empresas B creció, en Argentina, 17% respecto al 2019. Hoy totalizan 128 compañías que emplean 7712 personas y su facturación total acumulada es de U$S600 millones.
Un dato interesante es que, en el país, casi el 90% de las certificadas son pymes. “Para los profesionales y las organizaciones que quieren encarar el triple impacto, esta propuesta es atractiva porque es accesible. Está bien explicada. Posee un objetivo puntual plasmado en la certificación lo que permite diferenciarse y destacarse, ahí reside su atractivo,”, ilustró Alejandro Klingenfuss.
Un estudio del Center for the Governance of Change (IE University) junto a la Secretaría General Iberoamerica (SEGIB) resaltó que los emprendimientos locales de este estilo consideran restrictivas la legislación nacional y provincial existentes. Estas jurisprudencias no les facilitan el acceso a los mercados y a políticas sectoriales, fiscales sociales y trabajo.
Por su parte, en diciembre pasado, el Ministerio de Desarrollo Humano y Habitat de la ciudad de Buenos Aires logró la sanción de la ley Promoción de la Economía Social y Popular.
Es importante destacar que, como mínimo, las compañías deben tener un año de vigencia para suscribirse al sistema B. “Se obtiene una certificación por tres años y se debe abonar un fee anual. Si una firma factura U$S1 millón paga U$S1000 anuales”, explicó Murray de Sistema B.
Líneas de crédito
Varias entidades financieras ofrecen líneas especiales para este tipo de emprendimientos. “Vemos que invertir en triple impacto es una iniciativa inclusiva y sostenible. Esta percepción nos llevó a continuar trabajando para lanzar una línea de crédito especial para ellas”, enunció Alejandra González, líder de Estrategia Ambiental y Financiamiento a empresas de triple impacto del Banco Galicia.
Esa iniciativa la llevaron a cabo junto a Resiliencia SGR y Sistema B. Esta destinada a doce firmas con certificado B o en proceso de obtenerlo, y de triple impacto a una tasa especial.
Hasta el momento, accedieron a estos préstamos 35% del sector minorista, 25% de manufactura de bienes, y 10% de las áreas de energía, calefacción y refrigeración, salud y trabajo social, energías renovables y servicios profesionales y técnicos.
“Ante la buena acogida trabajamos en un nuevo lanzamiento. Por el contexto actual de la economía nacional, donde las tasas cambian rápidamente, debemos analizar el momento justo para reabrirla y a que tasa”, reseñó la ejecutiva de la entidad de la entidad financiera.
Cabe recordar que los préstamos otorgados el año pasado eran al 24% (TNA) a doce meses con garantía de SGR Resiliencia. Se podía tomar como inversión productiva para capital de trabajo. “La idea es relanzar esta línea en forma constante a tasas convenientes en relación a las vigentes en la plaza”, añadió Alejandra González.
Para Pura, este tipo de préstamo fue un modo de financiar en parte su desarrollo. “Estamos creciendo a una velocidad que cualquier dinero a una tasa razonable nos servía. Empleamos esos fondos para democratizar el consumo del agua generando stock y lanzar nuevos productos”, declaró Barrionuevo de Pura.
Al arrancar el siglo XXI, algunas corporaciones aprovecharon el “ecoblanqueo”. Se presentaban como respetuosos del ecosistema con el fin de aumentar sus beneficios. Este recuerdo perdura aún en la mente de muchos consumidores. Y el fantasma aparece al tratar temas donde se aúnan la ecología y las empresas
“Lamentablemente, hubo un abuso del greenwashing en los primeros años de la década de 2000. Todavía sigue siendo parte de nuestro día a día. No obstante ello cada vez más personas y compañías se esfuerzan para ser sustentables. Sin duda están convencidos de este camino”, finalizó Klingenfuss de Akieta.ß