Nicolas Sarkozy podría ser una nueva víctima de la crisis europea
PARÍS—Una mañana reciente, Nicolas Sarkozy llamó a uno de sus principales asesores para analizar sus menguantes posibilidades de ser reelecto como presidente de Francia en las elecciones del domingo. Acababan de llegar los resultados de una nueva encuesta que pronosticaba la victoria de su rival, el socialista François Hollande.
"Sé cuál debería ser mi estrategia", le dijo Sarkozy al asesor, según uno de los presentes. "Pero a veces me pierdo".
Sarkozy fue electo hace cinco años bajo la promesa de restablecer el poderío económico de Francia al fomentar el emprendimiento y recompensar "a los que madrugan". Hablaba de cambio y recuperación y dijo que Francia debería parecerse más a Estados Unidos.
El domingo, sin embargo, el presidente podría engrosar la larga lista de líderes que han sido víctimas de la crisis de Europa y las medidas de austeridad que han desatado la ira de numerosos votantes. Ya han caído diez, incluyendo el primer ministro italiano Silvio Berlusconi y el presidente del gobierno español José Luis Rodríguez Zapatero.
El combativo político de 57 años aún está a tiempo de remontar, principalmente si consigue persuadir a los electores indecisos para que, en el último minuto, opten por él. Por el momento, sin embargo, Hollande lleva una ventaja de al menos cinco puntos porcentuales en las encuestas.
Una derrota pondría punto final al extraordinario revés de un presidente electo para cumplir sus promesas de campaña de crear más empleo y reducir el sector público. Actualmente, la quinta economía del mundo carga con una deuda récord de 1,7 billones (millones de millones) de euros, unos 500.000 millones más que cuando Sarkozy se instaló en el Palacio del Elíseo en 2007. La tasa de desempleo ha escalado a 10%, su mayor nivel en 13 años.
El resultado es que Francia sigue luchando por hacerse a la idea de que su posición en el mundo se ha debilitado. El país se rezaga frente a Alemania, una economía más sólida, y muchos franceses temen que siga el rumbo de otras naciones europeas agobiadas por la deuda. Una encuesta divulgada el jueves mostró que 62% de los franceses tienen miedo de que el país acabe en una situación económica parecida a la de Grecia y España, que afrontan una profunda crisis social.
El curso que adopte Francia es importante para el resto de Europa. Se trata de uno de los pilares del euro, en un momento en que los miembros del bloque económico siguen buscando una solución para la crisis de deuda soberana que amenaza su unión.
La desorientación de los votantes franceses beneficia al rival de Sarkozy, Hollande, de 57 años, que nunca ha ejercido un cargo público. El propio candidato socialista ha indicado que una posible victoria el domingo será más una sentencia contra Sarkozy que un reconocimiento de sus méritos.
"Si Francia vacila, el destino de toda la zona euro podría estar en juego", dijo el economista francés Christian Saint-Etienne.
Al igual que otros muchos presidentes franceses, la habilidad de Sarkozy para imponer políticas poco populares se ha visto obstaculizada por la crisis fiscal. Sin embargo, su estilo de liderazgo también se ha vuelto blanco de críticas que lo acusan de ser disperso hasta el extremo de sabotear su campaña de reelección.
En sus cinco años como presidente, Sarkozy ha sido un hombre en continuo movimiento, parte de su estrategia de "moverse a la velocidad de la luz", tal como describió a sus asesores antes de las elecciones de mayo de 2007. "Bombardearé Francia con iniciativas y la oposición se agotará tratando de alcanzar un blanco en continuo movimiento", dijo en su momento, según personas presentes.
Sarkozy también ha sido una figura destacada en el escenario internacional. Cuando Japón se vio azotado en marzo de 2011 por un tsunami y la consiguiente crisis nuclear, fue el primer mandatario extranjero en acudir al lugar. Cuando Rusia amenazó con invadir Georgia en 2008, se dirigió hacia allí para negociar una tregua. Cuando unos voluntarios franceses fueron arrestados en Chad, acusados de haber secuestrado a niños, voló a N’Djamena, asegurando que su responsabilidad era asistir a todos los franceses "independientemente de lo que hubieran hecho".
Al mismo tiempo, mantuvo una mano firme sobre la política local. Impuso un aplazamiento de la edad oficial para la jubilación pese a la fuerte oposición popular, ganándose la simpatía de muchas calificadoras de riesgo. Revivió un estancado tratado europeo, abordó la crisis de deuda soberana con la canciller alemana Ángela Merkel y dirigió dos guerras simultáneas en África, en Libia y Costa de Marfil.
También se divorció, se volvió a casar y tuvo un hijo en sus cinco años como presidente. Las cámaras lo atraparon enviando un mensaje de texto durante una reunión con el papa Benedicto XVI. "Me llevó un tiempo asumir mi función presidencial", admitió.
Patrick Devedjan, un alto ministro en el gobierno de Sarkozy en 2009 y 2010, dijo: "Hay un falla importante en la estrategia de ‘blanco móvil’: la acción política se vuelve ilegible". Aunque "ha conseguido logros considerables, todos pasarán desapercibidos".
Su mandato no empezó con buen pie. Durante su campaña había prometido "romper" con el estilo patricio de muchos presidentes previos. "No los traicionaré, no les mentiré y no los decepcionaré", dijo durante un discurso tras proclamarse su victoria electoral en 2007.
Sin embargo, al día siguiente se dirigió con su esposa de entonces a Malta para hacer un crucero en un yate de un multimillonario. Sarkozy fue muy criticado por su estilo de vida y sus presuntos lazos con la élite empresarial de Francia, algo que él siempre ha negado con vehemencia. Con todo, la controversia continuó a lo largo de la presidencia.
Pocas semanas después de asumir la presidencia, presentó un plan de recortes de impuestos por valor de 15.000 millones de euros al año, indicando que un "shock fiscal" resucitaría el crecimiento económico. Pero a medida que la crisis económica se fue profundizando, esa medida fue ampliamente criticada.
Las tensiones étnicas se encendieron al poco tiempo. El presidente creó un ministerio de identidad nacional y lanzó foros públicos sobre lo que significa ser francés. Sin embargo, el debate desató una ola de xenofobia, a menudo antimusulmana, que a Sarkozy le costó apaciguar.
Pronto, otro tema empezó a dominar las portadas de los periódicos franceses: Sarkozy se divorció y al poco tiempo se le vio en Disneyland, cerca de París, con la modelo y cantante italiana Carla Bruni. Mientras tanto, la crisis financiera global empezaba a contagiar a Francia.
En los últimos días de 2008, el presidente francés frenó algunos de sus planes de reforma.
El gobierno dejó que el déficit fiscal llegara a 7,5% del Producto Interno Bruto en 2009, frente a 2,7% en 2007. Sin embargo, en 2010, ante el temor de que la crisis de deuda se descontrolara, Sarkozy anunció que derogaría en parte una ley de 1983 que había rebajado la edad de jubilación de 65 a 60 años.
En enero, la calificadora de riesgo Standard & Poor’s anunció que reduciría la nota crediticia de Francia.
En febrero, Sarkozy puso en marcha su campaña de reelección. "El plan es simple", les dijo a sus asesores, según personas presentes. "Vamos a toda velocidad y luego aceleramos".
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