El músico argentino de 72 años que sube en los rankings de EE.UU.
Vamos viendo", "estamos evaluando", "hablamos con discográficas": Gerardo Loidi habla en primera persona del plural porque le da algo de pudor que sepan que los temas que compuso y que desde hace tres meses no paran de escalar en los rankings de los más escuchados de Estados Unidos fueron una creación solitaria: grabó él solo, en el quincho del fondo de su casa en La Plata, canciones con tres voces, dos guitarras y varios instrumentos más. "A Great Love" (Un Gran Amor), su hit principal, está primero en el Independent Music Network, octavo en el top 40 de los National Radio Hits (los que más pide la audiencia) y primero en el AC 40, por encima de estrellas como Ed Sheeran.
Esta historia del éxito musical inesperado de La Plata para el mundo sería solamente increíble si no fuera por un detalle que la vuelve única: Loidi cumplió el domingo pasado 72 años y estuvo casi cuatro décadas completamente alejado de la guitarra, sin tocar un instrumento, recorriendo los rincones más remotos del planeta como consultor para empresas petroleras. Trabajó en el Ártico, en África y en la plataforma de una isla rusa al norte de Japón, con temperaturas promedio de 25 grados bajo cero. Hasta que un día, hace tres años y de manera imprevista, volvió a su primer amor.
La historia comienza a mediados de los 60, cuando se fascinó con los discos de Los Beatles y sus padres le regalaron una guitarra. En los 70, con vecinos del Barrio Jardín, en La Plata, formó una banda, que primero se llamó Ser (la tapa del disco, completamente lisérgica, era un cometa multicolor con un feto humano adentro), y luego en la discográfica Columbia (hoy Sony) sugirieron rebautizar con el nombre Búsqueda.
Su primer y único disco se editó en 1978 y pasó sin pena ni gloria. Por esa época, en una grabación que le pidió Johny Allon, a Gerardo le dijeron que tenía cara de Tommy y le quedó ese apodo. En el 79 tuvo a su hijo Jonathan, se recibió de geólogo y supuso que no podría vivir de la música. Tres de sus mejores amigos murieron ese año (La Plata fue uno de los lugares más cruentos de la dictadura) y esa fue la gota que rebasó el vaso: Loidi dejó el grupo Búsqueda y se dedicó en los siguientes 37 años a trabajar full time con su título de licenciado en Geología de la UNLP.
La historia da un nuevo giro tres años atrás, cuando la caída abrupta internacional del valor del petróleo baja el precio del barril de 100 dólares a 40. El Tommy Loidi se queda sin trabajo y se aburre en su casa. Su hijo le sugiere volver a la música, como hobby, y su esposa, Mirta, le regala para su cumpleaños una guitarra que compra por Mercado Libre. El geólogo-músico la mira de reojo durante un tiempo hasta que finalmente la desenfunda y las melodías comienzan a fluir nuevamente.
El economista de la Universidad de Chicago David Galenson analizó miles de casos de artistas (escritoras, directores de cine, poetas, pintores, etc) y descubrió que las obras más relevantes suelen darse después de los 55 años, cuando la experiencia acumulada permite contar con "más puntos para unir" y lograr resultados creativos de mayor calidad. Loidi cuenta que, por ejemplo, el género musical que cultiva, que en los rankings de la radio de EE.UU. aparece etiquetado como "baladas country", o "adulto contemporáneo", pega mejor con letras en inglés. "No me sentía cómodo cantando en castellano, es algo muy personal. Los años como consultor en todo el mundo me permitieron aprender a hablar muy bien en inglés, y ahora me largué a escribir letras en ese idioma con más confianza", dice a LA NACION. "A Great Love" trata sobre un romance que se rompe cuando el varón muere en el frente de batalla durante la Primera Guerra Mundial.
Loidi también es muy tímido y pudoroso, no cree mucho en los cuentos de hadas de reinvenciones y narra su historia como pidiendo disculpas. "No me gusta bastardear las profesiones; cualquiera que se compra un instrumento se dice músico", explica, y agrega que "músicos con mayúsculas" fueron sus tres compañeros del grupo Búsqueda, que luego pudieron vivir de la música. Parte del secreto de este proyecto, revela, fue "enfocarse en lo que sabés que hacés bien y tratar de olvidarte de tus debilidades". En su caso, la fortaleza es cierta facilidad para jugar con los acordes y descubrir melodías pegadizas.
Loidi todavía no tiene idea de cuánto va a cobrar por sus canciones: se anotó hace poco en el BMI (una suerte de Sadaic de EE.UU.), que liquida derechos cada nueve meses. Pero las plataformas y representantes de artistas independientes de la costa oeste ya le están insistiendo para que arme las valijas y viaje de gira. Allí no está registrado con su nombre, sino que inventó un grupo con sus mismas iniciales (T.L.): "Total Life" ("sé qué parece una marca de energizantes para la tercera edad, pero quería algo positivo, qué sé yo..."). Loidi contesta los mails en plural: "Lo vamos viendo". Todavía no se animó a decirles que Total Life no es un grupo real, sino él solo, el Tommy Loidi, con 72 años recién cumplidos, jugando con acordes en el quincho de su casa, en la calle 5 entre 64 y 65 de La Plata.
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