A 50 años de la Primavera de Praga, el hostigamiento del Kremlin aún se siente
A pesar de tener un gobierno prorruso, muchos checos todavía conservan su antipatía contra Moscú
PARÍS.- En la noche del 20 al 21 de agosto de 1968, los tanques del Ejército Rojo cruzaron las fronteras de Checoslovaquia para poner punto final al movimiento reformador de la Primavera de Praga y aplastar el sueño de un "socialismo con rostro humano". Cincuenta años después, a pesar de estar gobernados por un presidente prorruso, los checos conservan su antipatía contra Moscú, y el resto de Europa sigue desconfiando del Kremlin.
"A las 23, tropas soviéticas, polacas, alemanas del este, búlgaras y húngaras cruzaron la frontera checoslovaca", anunció aquella noche la agencia AFP. Checoslovaquia -que en 1993 se dividió en República Checa y Eslovaquia- quedó así bajo la bota de la URSS, que había tomado el control del país inmediatamente después de la Segunda Guerra Mundial.
Durante los meses precedentes, la tensión no había dejado de aumentar entre el número uno soviético, Leonid Brezhnev, y las autoridades de ese pequeño país. Sobre todo después de la llegada al poder de un equipo de gobierno reformador. El hombre de Moscú, Antonin Novotny, fue remplazado por el eslovaco Alexander Dubcek al frente del Partido Comunista Checoslovaco (PCT) y por el general Ludvik Svodoba como presidente.
Precursora de la perestroika gorbachoviana, la Primavera de Praga encarnada por Dubcek aportó -entre otros avances- una reforma política y económica, el levantamiento de la censura y una liberalización de las actividades culturales.
La respuesta soviética empezó con repetidas críticas, advertencias y ultimátums, hasta que el 21 de agosto Moscú y sus aliados pasaron a la acción: valiéndose de sus 200.000 soldados -que pronto llegarían a 600.000-, en pocas horas las unidades aerotransportadas y terrestres del Pacto de Varsovia penetraron en territorio checoslovaco como la hoja de un puñal en un vientre blando.
A las 4.59, Radio Praga anunció que la capital y toda la república estaban ocupadas. El gobierno llamó a sus ciudadanos a "conservar la calma y a no oponerse con armas a las tropas extranjeras". En Praga, los soviéticos concentraron la mayor parte de sus fuerzas en torno de los puntos neurálgicos: la sede del Comité Central del PCT, el castillo de Hradcany, sede de la presidencia, y el edificio de la radio. Centenares de checoslovacos se concentraron desde el alba en el centro de la capital para hacer frente a los blindados.
"Solo las ráfagas de las armas consiguieron cubrir el clamor de los silbidos y los insultos, como 'Gestapo' o 'viva Dubcek'", escribió entonces el enviado especial de AFP, Jean Leclerc du Sablon.
Más de 100 personas murieron ese día (unas 400 durante toda la invasión). Detenidos, Dubcek y Svodoba fueron llevados al Kremlin y forzados a firmar el "protocolo de Moscú", que puso a Checoslovaquia bajo tutela rusa y oficializó la ocupación. Ese "pacto" mostró, sobre todo, los límites de la "doctrina de soberanía limitada". Definida por Brezhnev unos años antes, esas reglas definían una "cierta libertad" en los países del bloque soviético, pero que terminaba cuando Moscú consideraba que sus intereses estaban en peligro.
Los "acuerdos" mantuvieron a Dubcek en el poder, pero lo obligaron a restablecer el papel decisivo del partido. El 27 de agosto, en un discurso a la nación, el general Svodoba anunció que la partida de los "ocupantes" estaría condicionada a una "normalización de la situación".
El 16 de enero de 1969, el estudiante Jan Palach se inmoló por el fuego para protestar contra la ocupación soviética. La democracia recién regresó a Praga en 1989, de la mano de Vaclav Havel y la Revolución de Terciopelo. Pero la confianza de los checos en Rusia nunca se restableció.
"¡Nunca olvidaremos!" o "¡Basta al imperialismo ruso!", rezaban algunas banderolas enarboladas durante la gran manifestación organizada ayer frente a la embajada de Rusia en Praga.
"Hoy vivimos una ocupación como la de hace 50 años. Sin tanques, con propaganda, fake news, la victoria de gobiernos populistas en toda Europa y un presidente checo prorruso, sostenido por Moscú", afirmó uno de los organizadores de la gran manifestación, Tomasz Peszynski, de la ONG proeuropea Pulso de Europa.
Mientras la TV pública Ceska Televize difundió ayer en directo durante todo el día emisiones especiales y un discurso del presidente eslovaco, Andrej Kiska, su par checo, Milos Zeman, abucheado por manifestantes, decidió mantenerse en silencio.
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