Al borde de un cuello de botella demográfico
Pekín.- China ha anunciado el cambio más importante de los últimos 37 años en su política demográfica. Aunque ya se habían dado algunas modificaciones a la política del hijo único, hasta el momento no se había tomado la determinación de acabarla.
El año pasado, Cai Fang, el vicedirector de la Academia China de Ciencias Sociales, había dicho que en dos años se daría fin a la política del hijo único, según discusiones que había tenido con los líderes nacionales. La determinación se tomó antes.
El anuncio se hizo en el marco de la Quinta Plenaria del Decimoctavo Comité Central del Partido Comunista, en la que se traza la línea que tomará el partido durante los siguientes años. Los motivos para relajar la política son en gran medida económicos. El aumento en la política de hijo único permite aumentar el consumo de los hogares, que es una medida fundamental dentro del cambio que está realizando China, de una economía centrada en exportaciones y el gasto y deuda estatales a un Estado que busca más consumo interno.
"Si China quiere evitar una fuerte caída en sus tasas de crecimiento, debe buscar formas de aumentar el consumo dentro de los hogares", dijo Michael Pettis, profesor de Economía de la Universidad de Pekín.
Ésta es una forma de hacerlo. Las tasas de crecimiento de China han caído a 7% anual, y aunque se prevé que esta meta puede alcanzarse, es posible que sigan reduciéndose.
Por otro lado, las políticas que se habían puesto ya en marcha para lograr unos mayores índices de natalidad habían sido un fracaso. Desde hace dos años se habían introducido amplias reformas a la política del hijo único. El Tercer Plenario del Partido Comunista decidió, en noviembre de 2013, extender la posibilidad de tener dos hijos a aquellas parejas en las que al menos uno de los padres fuera hijo único.
En 2014, Zhao Yanpei, el oficial de la Comisión Nacional de Salud y Planeación Familiar, había anunciado que tan sólo el 6% de las parejas elegibles para tener un segundo hijo habían decidido aplicar para ello. La afirmación fue alarmante porque se estaba generando un cuello de botella demográfico. La proporción de la mano de trabajo joven con relación a la fuerza de trabajo era demasiado baja para asegurar un crecimiento de altas tasas.
"No es demasiado tarde para introducir la reforma", dijo el economista francés Jean-Joseph Boillot, autor de Chindiáfrica: China, India y África frente al mundo de mañana. "China todavía está a tiempo para que la población entre los 25 y 40 años pueda reproducirse más y evitar una crisis demográfica".
Una flexibilización radical de la política era una forma de darle un impulso más firme a una transformación necesaria para que China evitara el camino que llevaba a una situación similar a la de Japón, donde hay una enorme presión sobre el sistema de pensiones y la deuda estatal. Sin embargo, nada garantiza que la política, o el cambio de política, vaya a ser exitoso.
"El principal problema del gobierno de China es que no creo que la población quiera tener más hijos. Dudo mucho de que esta decisión ahora vaya a cambiar radicalmente los índices de natalidad. Las personas no son como máquinas. El Estado no puede forzarlas a tener más hijos", dijo Boillot. "Muchas de ellas no tienen hijos no por la ley, sino porque es muy costoso."
"Yo me he mudado con mi novia hace unos meses, pero no pienso tener hijos aún", dijo Feng Zhang, un profesor de escuela secundaria de 31 años. "Aunque quizá nos casemos en los próximos años, estamos cada uno muy concentrados en nuestra profesión. Queremos esperar un poco. Quizá tengamos dos hijos. Por lo pronto pensaremos en uno."
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