Arranca la COP29 en Azerbaiyán, con el fantasma de Trump sobrevolando la cumbre del clima
Los especialistas temen que el presidente electo de Estados Unidos abandone el Tratado de París, como hizo durante su primer mandato; en el encuentro de Bakú, no estarán presentes ni Joe Biden ni otros líderes mundiales
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BAKÚ.- Diplomáticos de todo el mundo se reunirán a partir de mañana en la capital de Azerbaiyán, Bakú, para la cumbre climática anual, conocida como COP29, para discutir cómo evitar las crecientes amenazas del cambio climático en momentos en los que los gobiernos del mundo se encuentran muy por detrás en sus promesas para realizar acciones relevantes que los científicos consideran necesarias.
Esta COP ha sido bautizada como la “de financiación climática” por su objetivo central: acordar cuánto dinero debería destinarse cada año a ayudar a los países en desarrollo a afrontar los costos relacionados con el clima.
Esa discusión podría ser difícil después de la reelección el martes pasado del expresidente estadounidense Donald Trump, un negacionista climático cuya campaña prometió eliminar al mayor emisor histórico de gases de efecto invernadero y principal productor de petróleo y gas del histórico Acuerdo de París de 2015 para combatir el cambio climático por segunda vez.
Desde 2020, las naciones ricas solo han cumplido ese objetivo anual en algunas ocasiones, lo que ha generado una creciente desconfianza entre las naciones del mundo vulnerables al clima.
Aunque la COP29 pretende establecer un objetivo mucho más elevado para los próximos años, las naciones ricas insisten en que el dinero no puede provenir enteramente de sus presupuestos.
En cambio, están discutiendo un esfuerzo mucho más complejo que implicaría reformar el complejo crediticio multilateral global de maneras que reduzcan los riesgos financieros vinculados al clima y alienten más capital privado.
La cumbre COP28 del año pasado en Dubai finalizó con los países acordando por primera vez “hacer una transición para abandonar los combustibles fósiles en los sistemas energéticos”.
Desde entonces, sin embargo, tanto el uso de combustibles fósiles como las ventas de exportación han seguido aumentando a nivel mundial, mientras que se han aprobado nuevas áreas para la producción de petróleo y gas en países como Azerbaiyán, Estados Unidos, Namibia y Guyana.
Dado que los países y las empresas no tienen clara su resolución de abandonar el carbón, el petróleo y el gas, los negociadores dijeron que era poco probable que la COP29 estableciera plazos o un lenguaje más firme sobre los combustibles fósiles, aunque algunos países podrían presionar para detener la concesión de permisos para nuevas plantas de carbón.
Las negociaciones prometen ser tensas. Los países vulnerables quieren tanto dinero como sea posible y la máxima libertad para usarlo, los donantes están ajustando sus finanzas y quieren reglas claras y controles estrictos sobre el uso de su dinero.
El presidente saliente de Estados Unidos, Joe Biden, no irá en Bakú, y no estarán muchos líderes mundiales, desde Xi Jinping hasta Narendra Modi, Ursula von der Leyen, Emmanuel Macron y Vladimir Putin. Lula da Silva, quien suele ser considerado una figura importante en esta clase de cumbres, estará ausente ya que sufrió una lesión en la cabeza en un incidente doméstico. Tampoco estará presente el canciller alemán, Olaf Scholz, debido a la crisis política interna que sufre su gobierno. Se espera que la primera ministra italiana, Georgia Meloni, hable el miércoles próximo por la mañana.
Según Roberto Danovaro, profesor de Ecología en la Universidad Politécnica de Las Marcas (Italia) y presidente del Pacto con la Fundación Mar para la Tierra, es hora de pensar en “medidas que permitan colmar este nuevo desequilibrio”. Hasta ahora, continúa, “las sociedades han crecido devorando recursos naturales y esto también ha permitido un crecimiento en términos de bienestar. Ahora estamos viendo las consecuencias, pero no podemos pedirle a los países en desarrollo que no sigan su camino solo porque ahora hemos entendido que la cuerda está demasiado tensa: debemos apoyar, también económicamente, a los países que afrontan su proceso de crecimiento respetando el medio ambiente”, apunta el experto.
Un polémico anfitrión
Además, la atención se centrará hasta el 22 de noviembre en Azerbaiyán, el país anfitrión, un pequeño petroestado del Cáucaso Sur, una de las cunas de la industria petrolera. Fue en Bakú donde se desarrollaron los primeros campos petroleros del mundo en 1846, y donde Azerbaiyán lideró la producción mundial de petróleo en 1899.
El ministro de Medio Ambiente de Azerbaiyán y ex vicepresidente de la empresa energética estatal Socar, Mukhtar Babayev, será el presidente de la conferencia. Babayev dijo en abril que quiere demostrar cómo este “país petrolero y gasístico del pasado” puede mostrar al mundo un camino verde con sus esfuerzos por impulsar la energía renovable, especialmente la energía eólica.
Indicó que cree que la cumbre COP de su país debe basarse en el acuerdo del año pasado para abandonar los combustibles fósiles y allanar el camino para que los países se reúnan en 2025 en planes reforzados y financiados para frenar los gases que atrapan el calor.
Pero mucha gente duda de esos compromisos. Varias organizaciones afirman que el compromiso de Azerbaiyán con la transición a la energía verde equivale a un lavado de imagen verde, dando la impresión de que el país está haciendo más de lo que realmente hace para combatir el cambio climático.
El fantasma de Trump
Donald Trump no estará en la COP29 en Bakú, en la conferencia anual de la ONU sobre el clima, que se inaugura mañana. Pero el presidente electo estadounidense será el invitado estrella del evento que tiene el poder de hacer descarrilar la fiesta. El magnate dijo durante la campaña electoral que, si fuera elegido, sacaría a Estados Unidos del Acuerdo Climático de París, como lo hizo durante su primer mandato.
Pero no solamente eso. Ha amenazado con retirarse por completo de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, la CMNUCC, la que organiza la COP.
Significaría que Estados Unidos ni siquiera participaría en las negociaciones para definir políticas climáticas globales. Simplemente, las ignoraría y haría lo que quisiera. Y lo que Trump quiere, lo dijo claramente durante la campaña electoral es “perforar, perforar, perforar”, o perforar todo lo que pueda en busca de petróleo y gas. Fuentes fósiles que dan a Estados Unidos autosuficiencia energética, y también lo convierten en un país exportador. Pero también aumentan el efecto invernadero y sus consecuencias, como se vio recientemente en Valencia.
El secretario general de la ONU, Antonio Guterres, famoso por sus audaces metáforas, dijo en alusión a Trump que “el Acuerdo de París puede sobrevivir, pero a veces las personas pueden perder órganos importantes, o perder las piernas y sobrevivir. No queremos un Acuerdo de París paralizado”.
El enviado especial italiano para el clima, Francesco Corvaro, fue menos prudente en una entrevista: “Sin Estados Unidos (en el acuerdo) no vamos a ninguna parte. Las COP se pueden celebrar, de todos modos, por Dios, pero todo estará en pausa este año en Bakú”.
Si Trump hiciera algunos anuncios importantes sobre políticas climáticas durante la conferencia, la COP podría tener un mal final.
Las potencias petroleras que siempre han digerido mal los compromisos de descarbonización, desde Arabia Saudita hasta Rusia, y las potencias industriales emergentes que todavía dependen del carbón, como China e India, podrían aprovechar la retirada estadounidense para echarse atrás también. Y en ese punto, las políticas climáticas globales terminarían en un callejón sin salida.
Agencias Reuters, ANSA y AP
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