Cataluña ve a Kosovo como modelo de reconocimiento
Ante la dificultad de la admisión en la ONU, Mas podría pedir el ingreso en la Unesco; la agencia rechazó ayer a la ex provincia serbia
MADRID.- El gobierno de Artur Mas mira a Kosovo como modelo para obtener el reconocimiento internacional del nuevo Estado catalán. Ante la dificultad de conseguir su admisión en la ONU, la alternativa consiste en pedir el ingreso en la Unesco y colarse por la puerta trasera en el sistema de Naciones Unidas. Así consta en un exhaustivo estudio encargado por la Generalitat a un equipo de expertos en derecho internacional. Kosovo declaró la independencia unilateral de Serbia en 2008.
El ingreso de un nuevo país en la ONU requiere el informe favorable del Consejo de Seguridad; lo que exige, además de tener mayoría de votos -ocho de quince-, que ninguno de los cinco miembros permanentes se oponga. En cambio, en la Unesco -la organización de Naciones Unidas para la educación, la ciencia y la cultura- no existe derecho de veto y es por eso que la ex provincia serbia de Kosovo, como ya hicieron los palestinos en 2011, recurrió a esta puerta trasera para colarse en el sistema de Naciones Unidas. Pese a la oposición de países como Rusia y España, el Comité Ejecutivo de la Unesco aprobó el 22 de octubre proponer el ingreso de Kosovo.
La Asamblea General de la Unesco votó ayer en contra de aceptar a Kosovo como miembro de esa organización al no recibir el respaldo de dos tercios del pleno. El ingreso de Kosovo en el organismo recibió 92 votos a favor, 50 en contra y 29 abstenciones.
El informe sobre procedimientos e instrumentos para manifestar la voluntad o no de continuidad del Estado sucesor en relación con los tratados de los que es parte el Estado predecesor -un nombre tan farragoso y extenso como lo es el propio documento- propone seguir el modelo de Kosovo para obtener, si no el reconocimiento diplomático, sí al menos un cierto reconocimiento implícito del nuevo Estado como sujeto de derecho internacional.
El informe, pormenorizado y exhaustivo, tras el que se adivina la mano de un despacho jurídico especializado y una ingente cantidad de horas de trabajo, analiza uno por uno el millar de tratados internacionales suscriptos por España, incluso los que aún no entraron en vigor, así como las reservas presentadas por España, y valora cuáles deben ser aceptados o no.
En más del 95% de los casos, aboga por que sean asumidos por la autoproclamada república catalana e incorporados a su legislación interna. Se trata de evitar un vacío legal y que, como vaticinó el ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel García-Margallo, el nuevo Estado quedara condenado a "vagar por el espacio" sin asidero internacional.
El informe apuesta por la llamada sucesión de Estados, en virtud de la cual un nuevo Estado se considera sucesor de otro en la representación de las relaciones internacionales de un territorio. La elección de esta fórmula tiene calado político: las repúblicas bálticas, por ejemplo, no se consideraron sucesoras de la Unión Soviética cuando accedieron a la independencia, con el argumento de que habían sido ocupadas por el ejército rojo. A la inversa, el nuevo Estado catalán, al declararse sucesor del español, admitiría implícitamente que no se considera ocupado por España. Y la ocupación extranjera es uno de los motivos que acepta la ONU para reconocer el derecho de autodeterminación.
Pero la declaración de Estado sucesor -conforme al convenio de Viena de 1978, que apenas dos decenas de países suscribieron- no supone, sin embargo, la aplicación de un mecanismo automático por el cual Cataluña sería parte de todos los tratados y organizaciones internacionales a los que pertenece España.
El hecho de que el Consejo Europeo aceptara la "continuidad automática" de Montenegro, cuando se separó de Yugoslavia, podría servir como ejemplo. "Pero no estamos delante de un precedente claro, sino que posiblemente se trate de una excepción", advierte el estudio.
Es decir, da por sentado que Cataluña haría tabla rasa de sus compromisos internacionales tras la declaración de independencia y se quedaría fuera de la comunidad internacional, por lo que anticipa los pasos que habría que dar cuanto antes para retornar a ella. Para adelantar tarea, incluye modelos de las cartas a remitir a gobiernos extranjeros y organizaciones internacionales.
El informe incluye igualmente el borrador de un proyecto de ley de adaptación provisional de la ley de tratados española, que entró en vigor en noviembre pasado, para facultar al gobierno catalán para suscribir tratados.
M. González y P. Ríos
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