Del acartonamiento a las selfies: la reina más longeva de la historia británica se pone a tono con los tiempos
En casi 64 años de mandato, Isabel II tuvo que cambiar varias veces la imagen de la monarquía
LONDRES. Cuando la reina Isabel II llegó al trono británico, hace más de seis décadas, su primer ministro fue Winston Churchill, un hombre que había servido en el ejército de su tatarabuela, la reina Victoria.
Cuando nació el actual primer ministro David Cameron, en 1966, Isabel ya era reina desde hacía 14 años.
El contraste entre Churchill y Cameron encarna a la perfección los profundos cambios que han sufrido tanto la monarquía como el país durante el reinado de Isabel, que a partir de mañana se convertirá en el más largo de la historia británica, cuando supere la marca de 63 años de la reina Victoria.
Isabel tiene actualmente 89 años y ascendió al trono en 1952, en el ocaso del imperio británico y con la isla saliendo lentamente de la devastación de la Segunda Guerra Mundial.
En ese entonces, la monarquía era una institución distante que presidía un país donde los alimentos seguían racionados y las clases sociales no se mezclaban.
En el transcurso de un par de décadas, la familia real pasó a postear fotos familiares en Twitter y hasta a aparecer en las selfies de otras personas.
"Quién habría dicho al principio del reinado que la reina terminaría participando de un simulacro en el que parece estar saltando de un helicóptero con James Bond", dice el biógrafo de la realeza Robert Lacey, en referencia a la participación de la reina en la ceremonia de apertura de los Juegos Olímpicos de Londres en 2012.
Esos cambios han sido más una evolución que una revolución, pero no siempre fueron pacíficos.
Royal Family, el documental que se hizo para la televisión en 1969, con cámaras ocultas, pero autorizadas, fue considerado perjudicial para la monarquía por muchos comentaristas.
Pero al año siguiente insistieron con innovar, y "mezclarse con la gente en la calle" empezó a ser moneda corriente para la realeza.
"De algún modo, salirse del protocolo y mezclarse con la gente simbolizaba no sólo el borramiento de las clases sociales, sino también le daba sentido al afecto público por la institución de la monarquía", dice el profesor Philip Murphy, director del Instituto de Estudios del Commonwealth. "Supieron abandonar rápidamente la estrategia de pretender mostrarse como una familia común que habían usado en el documental."
Después vinieron la celebración del jubileo de plata de la reina, en 1977; el entusiasmo por la boda de Carlos, príncipe heredero, con Diana Spencer, y la llegaba de los hijos de ambos durante la década de 1980, para dar paso a las tribulaciones de los años 90, cuando "la firma", como le dicen los británicos a la familia real, pareció tocar fondo.
Los matrimonios de tres de sus cuatro hijos se desintegraron, sobre todo el de Carlos y Diana, que ardieron en la hoguera de los tabloides británicos y terminaron impulsando cambios destinados a hacerle entender a la gente que la realeza era mucho más que una familia privilegiada y disfuncional.
Aceptaron pagar impuestos sobre sus ingresos y en 1997, el yate de Estado "Britannia", tan querido por Isabel, fue dado de baja.
Pocos meses después, Isabel enfrentó la peor crisis de su reinado, cuando la inmensamente popular princesa Diana murió en un accidente de auto en París y la prensa salió a criticarla por no haberse movido de su castillo de Balmoral.
Los disturbios de 1997 y los interrogantes sobre el futuro de la monarquía coincidieron con una victoria del laborista Tony Blair.
Blair era el primer ministro más joven del siglo XX, y muy a tono con la sensibilidad del momento por la muerte de Diana, la nombró "princesa del pueblo" para la posteridad.
"El período que siguió a la muerte de Diana fue el más extraordinario de la vida nacional británica", dice Simon Lewis, secretario de Comunicaciones de la reina desde 1998.
El Palacio de Buckingham abrió sus puertas a los visitantes y hay mucha mayor transparencia en cuanto lo que se gasta y quién lo paga.
Mientras la monarquía trabajaba duramente para recomponer su imagen, la opinión pública británica se iba desencantando de la clase política. Y cuando el descontento creció y los escándalos por los gastos de los legisladores se multiplicaron, la resistencia al cambio de la reina se convirtió en su punto fuerte.
"Sea cual sea el índice de aprobación de la reina, siempre está por encima de cualquier político", dice el profesor Murphy.
"La monarquía se ha redimido exitosamente a sí misma a través de un costoso pero inteligente uso de las relaciones públicas", dice el legislador Paul Flynn, uno de los poquísimos republicanos confesos que hay en el Parlamento. "Tuvieron que darse un baño de humildad, pero lo hicieron."
Isabel II
Reina de Inglaterra
La más longeva
A los 89 años, Isabel superará mañana el reinado de su tatarabuela Victoria, cuando alcance los 63 años y 218 días como soberana de Gran Bretaña
Reinado atribulado
Llegó al poder en 1952, en medio de la posguerra, y superó diferentes crisis económicas y políticas. Pero sufrió repetidos escándalos familiares, en especial alrededor de la figura de la princesa Diana
Traducción de Jaime Arrambide
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