La capitana de un barco con migrantes que incomoda a Salvini
Al mando del Sea Watch, Carola Rackete quiere llevar a 42 personas rescatadas de la costa libia a la isla de Lampedusa, pero el gobierno italiano la bloqueó a una milla del puerto
ROMA.- La capitana vs. el "capitán". La alemana Carola Rackete, de 31 años y comandante del Sea-Watch, barco de una ONG de su país que rescata del mar a migrantes, desde hace más de dos semanas, desafía a Matteo Salvini, ministro del Interior y hombre fuerte del gobierno populista italiano. En una enésima pulseada, el líder ultraderechista -conocido como el "capitán"- se niega a autorizarla a atracar para que desembarquen los 42 migrantes rescatados frente a las costas de Libia el 12 de junio. A pesar de una prohibición de Salvini, anteayer Rackete ingresó en aguas territoriales italianas.
Y desde hace más de 24 horas se encuentra a una milla del puerto de la isla siciliana de Lampedusa a la espera de que sus extenuados pasajeros puedan tocar tierra.
Rackete, la capitana del Sea-Watch -pelo castaño, atado en una colita, carácter fuerte-, es la nueva heroína de muchos italianos, en vilo por una enésima historia del drama migratorio.
En los últimos días de negociaciones, que tienen como protagonistas a 42 personas que escaparon de torturas, hambre y miseria, Rackete se convirtió en un símbolo de esa humanidad y solidaridad que no solo Italia parece haber perdido, sino también el resto de Europa.
Mientras Salvini -de 44 años y apodado el "capitán" por su mano dura, viceprimer ministro y líder de la xenófoba Liga- la denostó al definirla como "una fanfarrona que no respeta las reglas y que hace política sobre la piel de los inmigrantes", la oposición de centroizquierda salió a respaldarla como paladina del respeto al derecho internacional y humanitario.
Rackete, que trabaja a bordo del Sea-Watch desde 2016, con varios títulos universitarios en su haber y políglota -habla cinco idiomas-, corre varios riesgos. Por un nuevo decreto antiinmigración de Salvini aprobado a principios de este mes, será acusada de favorecer la inmigración clandestina. Su nave seguramente será secuestrada y deberá pagar una multa de por lo menos 50.000 euros. Una suma que, gracias a campañas en su favor que se pusieron en marcha en las redes sociales -reflejo de una Italia aún solidaria-, los abogados del Sea-Watch ya obtuvieron. La colecta lanzada para ayudarla ya superó los 100.000 euros.
"La situación empeoró. Debemos entrar en el puerto", advirtió ayer Rackete, que en un tira y afloje dramático, parecido al de una película, prendió los motores e intentó navegar hacia Lampedusa, pero fue bloqueada a una milla del puerto.
"Tenemos gente que dijo que se quiere tirar al mar. Debemos entrar al puerto para prevenir problemas. Hemos esperado que el gobierno asumiera sus responsabilidades, pero hasta ahora no tuvimos respuesta. No se juega con la vida de las personas, los 42 migrantes necesitan un puerto seguro y desembarcar", clamó.
Rackete, tendencia en Twitter con el hashtag #iostoconCarola (yo estoy con Carola), se manifestó lista para poner a sus pasajeros en gomones para llevarlos, después de la odisea, a tierra firme. Pero la policía financiera, que subió a bordo del Sea-Watch, se lo impidió. "Nos dijeron que tuviéramos paciencia porque la situación está por desbloquearse y espero que tengan razón", dijo la capitana en un video subido a Twitter. "No tengo tiempo de leer qué escribe o dice Salvini. Soy responsable de la tripulación y de las personas que desde hace 14 días hemos salvado, la situación política no me interesa", advirtió.
Expectativa
En un clima de gran tensión y expectativa, Salvini reiteró su rechazo a cualquier desembarco y les pasó la pelota a los magistrados de la fiscalía de Agrigento. "Espero que haya un juez que afirme que en el seno de la nave hay personas que están fuera de la ley; en primer lugar, la capitana. Si la nave es secuestrada y la tripulación arrestada, yo estaré contento", dijo Salvini. El "capitán" argumentó en los últimos días que una nave de bandera holandesa como el Sea-Watch, de una ONG alemana, debía mandar a la mitad de los migrantes a Ámsterdam y a la otra mitad, a Berlín.
Ayer, algunos parlamentarios de la oposición subieron al Sea- Watch para reclamar el fin de la pesadilla de 42 personas.
"Es intolerable que un ministro permita todo esto. El gobierno italiano está actuando más allá de las reglas; es inhumano mantener como rehenes a 42 personas, entre ellas menores, en medio del mar y bajo un sol abrasador.
El primer ministro debe intervenir y ponerle fin a esta situación absurda, que está minando la credibilidad y el prestigio de nuestro país en el mundo", dijo Graziano Delrio, jefe del bloque del Partido Democrático, de centroizquierda, en el Parlamento.
Mientras tanto, también estalló un choque con Holanda, que si bien asumió la responsabilidad por el hecho de que el barco es de bandera holandesa se negó a recibir a los migrantes.
"Entendemos las preocupaciones de Italia y reconocemos sus esfuerzos para frenar la inmigración descontrolada hacia la Unión Europea (UE), pero esto no significa que recibiremos a los migrantes", dijo la ministra de Migraciones holandesa, Ankie Broejkers-Knol.
La paradoja es que, más allá del bloqueo de Salvini, en los últimos días llegaron a Italia -entre Sicilia, Puglia y Calabria- unos 300 migrantes, pero a bordo de pequeñas embarcaciones, no de naves de ONG.
¿Por qué Rackete, la capitana, hace lo que hace? "Mi vida fue fácil: pude estudiar en tres universidades, a los 23 años pude recibirme", explicó en una entrevista con el diario La Repubblica.
"Soy blanca, alemana, nacida en un país rico y con el pasaporte correcto -siguió la joven-. Cuando me di cuenta, sentí la obligación moral de ayudar a los que no tienen las mismas oportunidades que tuve yo".
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