Dos visiones de España enfrentadas
Por Borja Bergareche Para LA NACION
1 minuto de lectura'
La presencia de una veintena de obispos y de cientos de miles de españoles en las calles de Madrid ayer está relacionada con la masiva asistencia a la manifestación que la Asociación de Víctimas del Terrorismo organizó, también en la capital, el 4 de junio último en contra de la negociación con ETA, y con la que recorrió las calles de Salamanca el 12 de junio por la unidad de España y en contra del traslado a Cataluña de algunos fondos del Archivo de la Guerra Civil.
Muchos españoles acudieron a las tres, movidos por el temor a que determinadas decisiones del gobierno socialista estén resquebrajando una idea de España y de los valores familiares. La división social que han desatado algunas iniciativas del gobierno de Rodríguez Zapatero se enmarca, para muchos, en el resurgimiento de la vieja cuestión de "las dos Españas".
Durante los ocho años de gobierno del Partido Popular, la España conservadora vivió reconfortada con una acción de gobierno que, por lo general, no chocó nunca con la doctrina católica ni con la visión tradicional de lo que consideran que es España. Ahora, el gobierno de Zapatero defiende una agenda política que pone énfasis en la "España plural" frente a la de "España, una" que caracterizó a los años de Aznar. En lo social, ha realizado una apuesta muy fuerte por construir un país laico y progresista que choca con los parámetros que presidieron la etapa anterior, en la que el gobierno promovió una afirmación sin complejos del nacionalismo español y los valores católicos.
Zapatero llegó al poder presentándose como un político guiado más por el pragmatismo que por las creencias ideológicas. Su percepción moral de la justicia y la política subyacía en las palabras que pronunció en su discurso de investidura en abril de 2004: "Algunas utopías merecen ser soñadas", dijo.
La legislatura arco iris
"Zapatero es un hombre comprometido con un modelo de sociedad que yo llamo sociedad arco iris", dijo en un diálogo telefónico con LA NACION Pedro Zerolo, miembro de la Ejecutiva del Partido Socialista y homosexual, "una sociedad paritaria, mestiza, colorida y justa".
Pero las medidas que encarnan esta "legislatura arco iris" han lanzado a la calle a la oposición del PP, además de provocar una movilización sin precedente de la jerarquía católica.
"La Iglesia Católica nunca se ha encontrado con nada parecido en 2000 años de existencia", dijo el vocero de la Conferencia Episcopal Española, Juan Antonio Martínez Camino.
Desde el comienzo del mandato del gobierno socialista, la lista de enfrentamientos entre la Iglesia y el poder político ha ido aumentando hasta conducir a la confrontación directa en la calle, como se vio ayer.
El estatus de la asignatura escolar de religión católica es uno de los temas que tradicionalmente enfrenta a gobiernos de izquierda y a los obispos. Otro, siempre presente, es la financiación de la institución católica, que recibe cada año unos 30 millones de euros de los presupuestos del Estado, un aporte que el gobierno quiere reducir.
Pero son las reformas que ha puesto en marcha el gobierno socialista en el ámbito civil las que han desatado el mayor rechazo de los prelados y de muchos españoles, que se oponen a la aceleración del trámite del divorcio que impulsa el gobierno, a la reforma del Código Civil para equiparar el matrimonio homosexual al de dos personas de distinto sexo, y a la autorización de la investigación con células madre, que el propio gobierno restringe a la "investigación con fines terapéuticos bajo estrictos controles".
Todos estos temas estaban presentes en la convocatoria de ayer, junto a los planes del gobierno de ampliar la ley del aborto, que los obispos califican de "holocausto silencioso". El gobierno, por su lado, responde que todas estas medidas formaban parte de su programa electoral y que se limita a cumplir su compromiso ante la mayoría ciudadana que le dio la victoria electoral hace 15 meses y que, según las encuestas, respalda su acción.
Son dos visiones de España, y podrían resumirse así: mientras que la Iglesia católica pone el acento en "un orden moral y una Verdad accesible", el gobierno afirma hablar desde "la verdad de las cosas".
Ayer estas dos concepciones tan diferentes de la vida coincidieron en las calles de Madrid, en itinerarios separados y sin puntos de encuentro.





