El dramático relato de un argentino en el epicentro del terremoto en Turquía: “Pensé que era una pesadilla”
Esteban Martínez contó a LA NACION cómo vivió el momento del sismo y las horas posteriores; los relatos de otros argentinos
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Esteban Martínez es argentino y vive hace tres años en la ciudad turca de Gaziantep. Llegó hace unos días desde la Argentina a su departamento y contó que después de un largo viaje lo único que quería era descansar, pero no imaginó que a la madrugada siguiente iba a despertarse violentamente producto al sismo de magnitud 7,8° que hasta el momento causó 1651 muertos y 11.199 heridos en Turquía, el segundo de mayor impacto en los últimos 100 años en el país. De repente, a las 4.17 (hora local), mientras dormía, todo se empezó a sacudir: la cama, la puerta y su valija, que todavía no había terminado de deshacer.
“Pensé que era una pesadilla y por eso no evacué inmediatamente”, contó Esteban a LA NACION desde una escuela convertida en refugio en la ciudad de Gaziantep, a unos kilómetros de su edificio, que sufrió rajaduras, aunque no de derrumbó como tantas otras construcciones en la ciudad. “Estamos asustados y nerviosos porque no sabemos qué va a pasar. Todavía se sienten las réplicas. A veces me quedo quieto y puedo sentir la sensación de que otra vez se mueve todo. No sé si ya es estado de shock o imaginación, pero todavía lo siento”, relató.
Debido a los destrozos por el terremoto y a la nieve que cae sobre Gaziantep, con temperaturas de 2°C, se dificulta el operativo de rescate y asistencia en las zonas más afectadas.
Turquía y Siria fueron sacudidas por dos terremotos con epicentro en la ciudad turca Gaziantep -uno de magnitud 7,8° y el otro de 7,6°- que provocaron más de 2600 muertos en ambos países. A la vez, causó graves destrozos de edificios, hospitales, rutas y aeropuertos, y en Turquía hubo unos 3500 edificios derrumbados.
Hasta el momento no hubo argentinos afectados, según confirmó hoy el cónsul argentino en Estambul, Diego Álvarez Rivera, en diálogo con radio Télam: “Estuvimos muy atentos en tratar de ponernos en contacto con todos los argentinos que tenemos registrados en el consulado y hasta ahora hemos comprobado que con todos los que nos pudimos comunicar, todo el listado que tenemos en nuestro haber, manifestaron estar en perfecto estado”.
Mónica Basaran es argentina y trabaja como guía de turismo en Estambul; tiene 69 años y vive allá desde hace 50. Cuando escuchó al cónsul sintió alivio, porque conoce a muchos argentinos en Turquía y tiene parte de su familia allí. “Estoy delante de la televisión en este momento y sigo sin poder creer esta catástrofe. No hay palabras para explicarlo. Tengo los nervios hasta el tope”, dijo a LA NACION.
Basran contó que estaba cansada, entonces se despertó tarde, se hizo un café y llamó a su hija -que vive en el décimo piso de su mismo edificio- para ver qué hacía. “Cuando llamé a mi hija me preguntó sorprendida si no me había enterado de lo que pasó. Pensé cualquier cosa y tuve miedo, pero cuando prendí la televisión fue peor: entré en shock y quedé en ese estado desde las 11 de la mañana”, contó desde Estambul, donde no se sintió el sismo con tanta fuerza.
La argentina continúa con la televisión prendida, todavía impactada por las terribles imágenes de la destrucción del terremoto, y a la vez se dedicó a llamar a sus conocidos en las zonas afectadas.
Ayuda humanitaria
Por su parte, muchos que viven lejos de las zonas afectadas se movilizan para ayudar. Como Bilge Cerah, una argentina y colega de Basran, que trabaja como guía de turismo en Ankara. Según contó, aunque es difícil llegar, la gente está desesperada, se expresan a través de redes sociales, donde desde temprano se divulgaron miles de videos que muestran a personas atrapadas bajo los escombros y adjuntan la ubicación para que la gente que está cerca los vaya a ayudar.
The level of destruction caused by the earthquake in Turkey makes it look like a war zone. This is utterly heartbreaking. Pray for Turkey and especially for the people trapped under the rubble. pic.twitter.com/PeqPXoNKlF
— KC (@kci2013) February 6, 2023
Berkin Tomac es turco, tiene 26 años y actualmente está ayudando a personas afectadas. Aseguró tener amigos y conocidos debajo de las ruinas: tres en Hatay, uno en Gaziantep, uno en Diyarbakır y otro en Kahramanmaraş. “La ayuda humanitaria ya empezó. Los ómnibus bajaron el precio de sus viajes para que sea más accesible acudir a la zona afectada, muchos envían dinero desde lejos e inmediatamente se colocaron puntos de ayuda donde cada uno dona objetos útiles: comida, ropa, mantas para el frío o dispositivos para discapacitados”, contó a LA NACION. Además, agregó que hay muy poca señal de teléfono en la zona y es por eso que tarda en responder los mensajes.
Los gobiernos de todo el mundo respondieron rápidamente a las solicitudes de asistencia internacional después del devastador terremoto. La Unión Europea dijo que enviaría urgentemente equipos de búsqueda y rescate de Bulgaria, Croacia, República Checa, Francia, Países Bajos, Polonia y Rumania a Turquía para ayudar. En un comunicado, el bloque también dijo que estaba dirigiendo su sistema satelital para apoyar los esfuerzos turcos en el mapeo del terremoto y sus consecuencias.
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