El mayor riesgo, las aguas contaminadas
Por Sebastián A. Ríos De la Redacción de LA NACION
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A cinco días de la catástrofe natural que mató más personas que todas las inundaciones de la última década, el agua -nuevamente- se presenta ahora como la principal amenaza para los sobrevivientes del desastre.
Las enfermedades que se transmiten a través del agua contaminada o de los mosquitos que se crían en ella -y no las decenas de miles de cuerpos en descomposición de las víctimas inmediatas de los tsunamis- podrían convertirse en epidemia si no se toman las medidas adecuadas para evitarlo.
Afecciones diarreicas como el cólera, la fiebre tifoidea o la shigellosis, podrían fácilmente diseminarse en ausencia de agua potable (en Sri Lanka, por ejemplo, 1000 pozos de agua potable ya están contaminados, informó el vocero local de Unicef). Los primeros en sucumbir ante este tipo de enfermedades son siempre los niños.
Otro peligro latente son las enfermedades que transmiten los mosquitos, como la malaria o el dengue. "Las inundaciones y las aguas estancadas crean condiciones favorables para los mosquitos, que elevan el riesgo de quienes se encuentran en refugios temporarios en condiciones de hacinamiento", señaló ayer un comunicado de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
El número de individuos en riesgo es, según la OMS, elevado: "Entre 3 y 5 millones de personas de las regiones afectadas no tienen acceso a los requerimientos básicos que necesitan para mantenerse vivos: agua potable, refugio adecuado, comida, servicios sanitarios y cuidados médicos".
El desafio inmediato que enfrentan las ocho naciones afectadas por el maremoto es la atención de por lo menos 300.000 personas que han sufrido heridas o traumatismos durante la catástrofe y que, según informó la OMS, requieren tratamiento médico o quirúrgico en forma urgente. Algo que en las regiones afectadas escasea: "En la costa de Aceh, en Indonesia, por ejemplo, sólo un hospital se encuentra operativo", señaló esa organización, que estimó que se necesitan 40 millones de dólares para hacer frente a los problemas sanitarios inmediatos que emergen de las ruinas del desastre.
Temores infundados
La cremación y el entierro colectivos de muchas de las primeras víctimas de esta catástrofe han sido criticados por medio de informes científicos difundidos por la OMS, en los que se afirma que "contrario a la creencia popular, no existen evidencias de que los cuerpos en descomposición presenten un riesgo de epidemia después de un desastre natural".
"Las víctimas de desastres naturales suelen morir de traumatismos y raras veces tienen infecciones agudas que puedan producir epidemias", escribió el doctor Oliver Morgan, de la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres. "La mayoría de los agentes causantes de enfermedad no sobreviven mucho tiempo en el cuerpo humano luego de la muerte, y las bacterias que participan de la descomposición no son patógenas para el ser humano", especifica otro informe de la OMS.
"No obstante, las personas que entran en contacto cercano con los muertos pueden verse expuestas a infecciones crónicas, como las hepatitis B y C o el HIV", advirtió Morgan. Evitar el contagio de quienes participan del rescate y el traslado de los cuerpos sólo requiere que se observen medidas de higiene básicas, como el uso de guantes o la vacunación.
Por el contrario, la cremación y el entierro compulsivo que impide la identificación de las víctimas, conlleva efectos duraderos sobre la salud de los sobrevivientes. "La identificación de los cadáveres y el proceso normal de duelo son esenciales para permitir a los individuos recuperarse del estrés severo causado por los desastres naturales y las pérdidas personales", escribió el doctor Claude de Ville de Goyet, consultor internacional en el control del riesgo ocasionado por las catástrofes naturales.




