
En la ex Birmania, dos niños dirigen la guerrilla
Dos mellizos de 12 años hicieron renacer la lucha de los karén
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¿Historia o leyenda? La cosa remonta a casi tres años atrás, en un momento en que las tropas birmanas realizaban exitosas operaciones de limpieza en la selva contra las guerrillas Karén, con amplio despliegue de terror: matanza de campesinos, violaciones y saqueos. La moral combativa era bajísima y el temor, generalizado.
Fue entonces cuando los mellizos Luther y Johnny Htoo contaron que habían escuchado una voz diciéndoles que había que atacar. Tenían siete años, pero el campesino al que se dirigieron, Tha Htein, se impresionó: "Hablaban como adultos", dijo.
Debían reunir a siete hombres, siete uniformes y siete armas y atacar al enemigo. Así se hizo, los birmanos fueron derrotados y sus armas y municiones, incautados. Nació de allí la guerrilla de la Montaña Santa y el comandante local de la IV Brigada del Ejército Nacional de Liberación Karén (KNLA), Swe Pye, se puso desde entonces a las órdenes de los dos niños, a los que cree que Dios les dio poderes para luchar por su pueblo.
Al año siguiente, ya esa milicia local -el Ejército de Dios- contaba con 500 combatientes con una estricta disciplina (prohibición de comer cerdo y huevos, de beber alcohol, de usar "malas palabras", de mentir y de tener mala conducta sexual). La mayoría de sus ataques fueron exitosos desde entonces (1998).
Aunque la guerra, en mayor o en menor escala, ha sido ininterrumpida desde hace más de 50 años durante sucesivos gobiernos birmanos, no fue hasta que se difundió el caso de estos dos niños que se conoció en cierta escala su existencia, y ello, sin entrar al fondo de las cosas.
Los karén son generalmente considerados como parte del grupo tíbetano-birmano (sin ser, ciertamente, birmanos), pero, según sus tradiciones, tienen origen común con los mongoles y bajaron desde el borde del desierto de Gobi a las fuentes del Yangtsé. A su tierra original la llaman "país de las arenas deslizantes".
La tierra verde
Llegaron a la cuenca del río Jraweddy, en Myanmar (ex Birmania), hacia mediados del siglo VIII y bautizaron a su nueva patria "la tierra verde". Entre dos grandes pueblos -birmano y tai- y sus continuas guerras por dominar el oeste indochino, su situación fue precaria hasta que la conquista inglesa significó generaciones de calma.
En 1994 enviaron una delegación a Londres pidiendo que se les otorgara la independencia, pero el gobierno británico había optado por mantener las fronteras administrativas coloniales y se negó. Lo mismo hizo Francia.
El territorio karén es una larga y angosta faja de más de mil kilómetros a lo largo de la frontera birmano-tailandesa. Los karén son una excepción en Asia oriental por cuanto una parte apreciable de ellos se convirtió al cristianismo. Algunos grupos se mantienen budistas, pero todos siguen profesando antiguas doctrinas paganas con creencia en la magia y temor a los fantasmas.
Comparten esto con los birmanos, pueblo masivamente budista.
Excelentes guerreros, enfrentaron con éxito a la guerrilla comunista de la Bandera Roja en apoyo del gobierno central y al llegar la independencia tenían un considerable margen de control del ejército.
El choque vino cuando aquél decidió "birmanizar" el país. Las negociaciones de autonomía propuestas por su líder, Saw Ba U Qyi, fracasaron ante la posición dura de U Nu -1948- y ese año comenzó la guerra civil. Los karén compraban sus armas clandestinamente en Tailandia y las hostilidades no cesaron desde entonces. No son la única minoría en armas, pero superan en número a las demás.
La gran ofensiva birmana de febrero de 1997 provocó la huida de miles de personas a Tailandia. El 13 de ese mes cayó su cuartel general en Htikapler en medio de violentos combates. La ferocidad del ejército es desconcertante en un pueblo de budistas devotos. "Las aldeas son incendiadas; las casas, destruidas; el ganado, abatido; los árboles, talados; las cosechas y reservas alimenticias, quemadas; asesinados los sacerdotes; violadas las mujeres; los sobrevivientes, quemados vivos. Un real genocidio" (Antoine Spire, extracto de Chronique, Amnistía Internacional, febrero de 1997).
Allí surgió el milagro de los mellizos, que impresionó a un pueblo creyente en lo maravilloso.
Las normas fijadas hace medio siglo por Saw Ba U Qyi siguen vigentes, pese a todo: "La rendición está descartada; debe completarse el reconocimiento del Estado karén (*) ; conservaremos las armas; decidiremos nuestro destino político".
Un dicho de la región afirma que "donde se instalan los karén, las serpientes huyen". Si todos los niños son como los mellizos Htoo, es lo mejor que pueden hacer.
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