
Envían a la cárcel al ex tesorero del PP
Está acusado de una serie de delitos de evasión y fraude
1 minuto de lectura'

MADRID.- El caso de corrupción que más incomoda al gobierno de España tuvo ayer un capítulo decisivo: un juez mandó a la cárcel sin fianza a Luis Bárcenas, el hombre que manejó durante casi 20 años los fondos del Partido Popular (PP).
Bárcenas está acusado de una larga serie de delitos de evasión, fraude y lavado de dinero como beneficiario de la trama de financiación ilegal del PP, que la justicia investiga desde hace cuatro años.
El juez Pablo Ruz decidió la prisión preventiva del ex tesorero del partido que hoy gobierna España después de recibir informes desde Suiza en los que se reportaban movimientos sospechosos de dinero desde cuentas de Bárcenas hacia Uruguay y los Estados Unidos. Lo consideró un indicio evidente de que estaba preparando una fuga.
La detención dejó al PP envuelto en un mar de intrigas y temores. Bárcenas es una pieza clave del denominado caso Gürtel, como se conocía a la red corrupta que gestionaba sobornos empresariales a cambio de contratos públicos.
Pero se convirtió también en un personaje inquietante cuando se difundieron, en enero pasado, los papeles de su contabilidad negra, en los que se consignaban los pagos de sobresueldos a los altos cargos del PP durante años. En la lista figuraba incluso el actual presidente del gobierno, Mariano Rajoy. La justicia aún no ha avanzado en ese costado de la causa.
El comunicado con el que el PP reaccionó anoche a la noticia entraba de sobra en un tuit: "El Partido Popular manifiesta, como ha hecho siempre, respeto a las decisiones judiciales en todos los procedimientos".
Pero fuera de micrófono la preocupación era evidente. La pregunta más oída: ¿hasta dónde estará dispuesto a hablar Bárcenas ahora? Y otra: ¿será la detención una señal de que la causa judicial va en serio y puede salpicar a figuras de peso en el partido de gobierno?
El expediente contra el ex tesorero, que dejó su cargo en 2010, se reabrió el año pasado, cuando la justicia descubrió que había ocultado más de 20 millones de euros en cuentas de bancos suizos (al día de hoy ya son 47 los millones que se hallaron a su nombre en diversas cuentas).
Una fortuna injustificable para un hombre que sólo tuvo cargos políticos (fue senador por Cantabria, además de tesorero del PP).
Desde que el marcaje judicial se hizo más duro corrían versiones de que Bárcenas estaba amenazando con "tirar del mantel". La aparición de los papeles con los sobresueldos se interpretó como otro indicio de su "poder de fuego". Quienes lo conocían advertían: no está dispuesto a ir a la cárcel.
Seguramente no se esperaba que eso pudiera ocurrir tan pronto. Ayer al mediodía llegó a la Audiencia Nacional para ampliar su declaración como acusado. Lo recibió un grupo de personas que le gritaban: "¡Ladrón!, ¡golfo!".
Debía dar explicaciones a partir del testimonio de una pintora argentina, Isabel Mackinlay, que confesó semanas atrás -por teleconferencia desde Buenos Aires- haber aceptado 1500 dólares a cambio de certificar ventas falsas de cuadros con las que el ex tesorero intentó blanquear parte de su fortuna. Por ese episodio debió comparecer también su esposa, Rosalía Iglesias.
Se suponía que era un entrar y salir. Pero su situación se complicó con el correr de los minutos, cuando se conocieron las advertencias suizas sobre sus sospechosos movimientos de fondos. El fiscal pidió su detención y que se fijara un embargo de 28 millones de euros. Y después de la hora de comer Bárcenas, cuando su esposa ya se había retirado, se enteró de que quedaba detenido. Sin posibilidad de salir bajo fianza. Antes del anochecer, una camioneta de la Guardia Civil lo dejó en la cárcel de Soto del Real.
El auto de Ruz consigna entre los elementos que justifican la prisión preventiva la supuesta intención de Bárcenas de falsificar pruebas para protegerse. Cita un llamativo viaje en 2011 de Madrid a Buenos Aires, donde estuvo apenas 14 horas.
En Buenos Aires se firmaron los papeles de la venta simulada de cuadros y, además, allí vivía su amigo y antecesor como tesorero de la derecha española, Ángel Sanchís, dueño de la mayor productora de cítricos de la Argentina.



