Histórico triunfo de Suu Kyi, un símbolo de la democracia
Esperan que la victoria de la opositora conduzca a un proceso de levantamiento de las sanciones
RANGUN.- Después de una serie de arrestos domiciliarios que la mantuvo encerrada durante 17 de los últimos 22 años, la premio Nobel de la Paz Aung San Suu Kyi ganó ayer un escaño parlamentario en una histórica elección que podría permitir que se empiecen a levantar las sanciones económicas que pesan sobre su hermético país, Myanmar.
Los datos preliminares de la Liga Nacional por la Democracia (LND), su partido, indicaban que en el distrito rural de Kawhmu, a 30 kilómetros de la capital, la dirigente de 66 años había obtenido el 65% de los votos frente a Soe Min, candidato del oficialista Partido de Solidaridad y Desarrollo de la Unión (PSDU), una organización formada mayoritariamente por militares del régimen pasados a retiro.
Aclamada por una multitud que salió a las calles a celebrar el triunfo, la heroína de la lucha democrática nacional, que ha sido comparada con Gandhi y Nelson Mandela, dijo que la de ayer fue "una victoria de las personas con dignidad".
No se esperaba que hubiera lamentos oficialistas por lo que parece una amplia victoria de la LND, que ayer aseguraba haber capturado al menos 30 de los 45 escaños en disputa. La posición del PSDU no queda debilitada, pues se trata de un proceso parcial para reemplazar a ex legisladores que dejaron sus asientos, apenas la décima parte de los 440 escaños de la Cámara baja. Un 55% de ellos sigue en manos del PSDU y otro 25%, de personas nombradas directamente por el ejército.
A pesar de ello, en las calles se siente el optimismo de un pueblo que por primera vez goza de cierto margen de libertad. Aunque limitado, ya que la LND denunció censura en sus mensajes para televisión (no se permite criticar al gobierno ni al ejército) y las autoridades levantaron acusaciones contra una revista que señaló casos de corrupción.
A la gente común eso no le importa. Antes, lucir una camiseta roja de la LND o una fotografía de Suu Kyi, alma del movimiento democrático, era como pedir el combo arresto, interrogatorio y tortura. Ahora, en cada esquina se venden carteles de "La Dama", como se conoce a la líder, y hasta algunos extranjeros lucen en la espalda el emblema de la LND.
Los birmanos con mayor conciencia política se muestran cautos. Aung Zaw, un antiguo estudiante opositor que tuvo que escapar del país en 1988 y que ahora dirige el periódico online Irrawaddy, regresó por segunda vez al país la semana pasada. La recepción oficial fue "muy cálida, lo que fue verdaderamente una sorpresa".
El presidente Thein Sein había hecho una invitación a los exiliados a regresar. Zaw percibe, además, que "los funcionarios del régimen, que rara vez le hablaban a la gente, han empezado a demostrar que pueden escuchar". A pesar de ello, no ha decidido quedarse todavía: "Todo el mundo sigue teniendo cautela, hay escepticismo. Hemos visto muchas subidas y bajadas en los últimos 30 años y sabemos que esta ola de cambios puede ser fácilmente revertida".
Mientras tanto, en Rangún sur, los activistas hablan de Suu Kyi como una santa: "Ella va a hacer que desaparezca la miseria y nos traerá bonanza", asegura una joven que reparte volantes.
Derrota necesaria
La de ayer fue una derrota necesaria para el régimen, que debe convencer de la seriedad del proceso de reformas políticas (la liberación de Aung San Suu Kyi y 600 presos políticos más, relajación de la censura, el permiso para realizar actividades políticas) y económicas (apertura a la inversión extranjera, libre flotación y cambio de la moneda) iniciado en marzo de 2011.
La palabra de Suu Kyi ahora es esperada tanto por el gobierno como por las empresas y países occidentales para darles validez a las elecciones y, con el visto bueno de la líder, permitir que se empiece a levantar las sanciones económicas impuestas a Myanmar.
Esa será la campana de largada para los inversores. Algunos, sin embargo, se encuentran en desventaja. Europeos, norteamericanos, australianos y canadienses montaron un complejo sistema de sanciones económicas destinadas a hacer caer a la terrorífica dictadura que rigió Myanmar durante 49 años, de 1962 a 2011. Tardarán un poco en deshacer la madeja, y mientras tanto, sus competidores de China, Singapur, Malasia, Taiwán, Tailandia y Hong Kong, además de los enriquecidos hombres del régimen, se apresuran a tomar posiciones.
A Occidente le tomó dos décadas instalar su sistema de castigos. Estados Unidos requiere votaciones del Congreso y decretos presidenciales. Para la Unión Europea puede ser un poco menos complicado: tiene programada una revisión de las sanciones para el 23 del actual.
La prisa de Washington, Londres y otras capitales no es un secreto. El martes, la agencia Reuters difundió un análisis en cuyo primer párrafo se afirma: "Los países occidentales desesperadamente quieren que las elecciones parciales del domingo (por ayer) se desarrollen suavemente y que la líder opositora Aung San Suu Kyi obtenga un escaño en el Parlamento para poder empezar a levantar las sanciones y dejar que sus compañías inviertan en la antes aislada nación".
No está garantizado, sin embargo, que este proceso electoral esté dando lugar a un cambio político de fondo, más allá de lo formal. Las elecciones generales no tendrán lugar hasta 2015. Mientras tanto, la LND seguirá en minoría. Y aún no se habla de justicia por los miles de muertos y desaparecidos en varias olas represivas, miles de torturados y de personas cuyas vidas quedaron destruidas al estar presas sin cargos durante décadas.
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