
Israel comenzó el festejo por los 50 años de su creación
Sin paz: por una resolución de la UN, de 1947, se debía establecer también un Estado árabe, que tras medio siglo de lucha aún no fue constituido.
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JERUSALEN (AFP).- Cuando se cumplen 50 años de la creación por las Naciones Unidas (UN) de un Estado judío, la esperanza de coexistencia armoniosa en la región parece casi tan vaga como aquel 29 de noviembre de 1947 y el foso que separa a israelíes y árabes se ahonda día tras día.
La decisión de la UN suponía el reparto de la Palestina bajo mandato británico en dos Estados soberanos: uno judío, que seis meses después sería efectivo, y un Estado árabe, que al cabo de cincuenta años aún no existe.
La resolución 181 de la Asamblea General de las Naciones Unidas fue recibida con entusiasmo por los judíos y con consternación por los palestinos y los Estados árabes.
En las calles de Tel Aviv, la población judía bailó toda la noche mientras las radios retransmitían la histórica votación de la UN. Hundidos, los palestinos iban a abrir desde el día siguiente la violencia que desembocaría en la guerra.
Cincuenta años más tarde, los palestinos están resignados a la existencia de Israel, pero reclaman el reparto: en efecto, Israel ocupa todo el territorio de la antigua Palestina bajo mandato británico entre el Mediterráneo y el Jordán, y se opone a la constitución de un Estado palestino a su lado.
Vanas resoluciones
La UN, que desempeñó un papel decisivo en la creación del Estado judío, multiplica en vano las resoluciones de condena a la política israelí de ocupación.
El gobierno israelí, en manos del primer ministro derechista Benjamin Netanyahu, decidió celebrar discretamente la fecha de la resolución de la UN, y reservó el fasto para mayo, cuando se cumplan los 50 años de la instalación del Estado.
El Ministerio de Relaciones Exteriores recibirá a los embajadores de los países que votaron en favor de la resolución de las Naciones Unidas y la alcaldía de Tel Aviv organizó una fiesta.
Esta semana, Netanyahu explicó que los israelíes "no tienen por qué aplicar ahora, con cincuenta años de retraso, una resolución que los árabes rechazaron en su día".
La resolución recomendaba la creación de "dos Estados independientes, árabe y judío", y un estatuto especial internacional para Jerusalén bajo supervisión de la UN.
El Estado judío debía tener 14.000 km2, y el árabe, 11.500 km2, incluyendo en su territorio a Galilea.
Jerusalén y las localidades vecinas, incluido Belén, debían formar una entidad especial de alrededor de 1000 km2.
El líder del movimiento sionista, el laborista David Ben Gurión, dio inmediatamente su acuerdo, aunque la resolución no respondiera a sus aspiraciones territoriales, sobre todo en lo referente a Jerusalén.
Lo esencial para él era el reconocimiento internacional de un Estado judío, en cierto modo arrancado bajo el impacto del genocidio nazi.
Al día siguiente, el jefe de la oposición de derechas en la clandestinidad, Menahem Begin, denunció la resolución "que entregaba al enemigo la mayor parte de la patria" y acusaba a la dirección sionista de "traición".
La guerra de 1948 acrecentó el territorio judío en un tercio y arrojó al éxodo a más de 700.000 palestinos.
Los herederos de Begin, regresados al poder en 1996, se aferran a lo obtenido por la fuerza y, esta semana, Netanyahu reiteró inequívocamente su oposición a la proclamación de un Estado palestino.
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