
La operación Jaque no fue un jaque mate a las FARC
Por Carlos E. Jaramillo De la revista Cambio
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BOGOTA ( El Tiempo /GDA).- Es indiscutible que la liberación de 15 de los más importantes secuestrados de la guerrilla en la operación Jaque les implicará a las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) entrar en una nueva fase, determinada por la evolución de una serie de fenómenos, el primero de los cuales es la infiltración de agentes de la inteligencia militar y del Estado.
Las muertes de los guerrilleros "J.J.", el Negro Acacio, Raúl Reyes e Iván Ríos, ligadas a la colaboración de infiltrados, ya extendían un manto de dudas sobre la fortaleza del escudo ideológico que las hacía impenetrables, y obligará a las FARC, en medio de un conflicto de una intensidad y sofisticación sin precedente, a una profunda depuración interna con las consecuencias que ello implica: cacería de brujas, desconfianza, más deserciones, reducción del pie de fuerza y pérdida de prestigio internacional.
El segundo fenómeno es el juicio de responsabilidades en el seno del Secretariado de la guerrilla, ya que es imposible que la operación de reunir a los tres grupos de secuestrados más importantes y asumir el riesgo de sacarlos en helicóptero del mismo corazón de la guerra pueda haberse hecho sin la aprobación de por lo menos un miembro del Secretariado, bajo cuya responsabilidad estaban los secuestrados.
Caben, pues, varias preguntas:
¿Fue una decisión aprobada por el Secretariado de las FARC o autónoma de uno de ellos, prevalido de las condiciones de incomunicación?
¿Es el nuevo líder de la guerrilla, Alfonso Cano, el responsable de la operación? De ser así, estaría empezando a vivir el peor momento de su ya larga historia con las FARC, pues este hecho se suma al asesinato de los 11 ex diputados del Valle por guerrilleros a su mando.
Si fue el Mono Jojoy, estaría debilitándose en forma muy grave la cabeza más visible de la línea más guerrerista de las FARC, que él encarna.
En fin, si la decisión de mover a los secuestrados no fue aprobada por todo el Secretariado, lo mínimo que ocurrirá serán las recriminaciones profundas y la aparición de serias fisuras en este aparato, que es el que ha mantenido a las FARC unidas y en lucha después de casi medio siglo.
Estrategia en duda
El tercer fenómeno es que las FARC deberán replantear de nuevo su estrategia de guerra y eso tomará tiempo, ya que antes deben recuperar la confianza en su propia gente y luego rediseñar el plan que les permita posicionarse para un proceso de negociación en condiciones menos precarias.
El cuarto fenómeno tiene que ver con el hecho de que en su estrategia de guerra ya no cabe el secuestro.
Si bien en sus manos aún permanecen Alan Jara, Oscar Tulio Lizcano, Sigifredo López y 22 militares, la creciente presión internacional deberá obligarlos a resolver muy pronto ese drama mediante un proceso de negociación.
Las FARC tienen que saber que no pueden seguir usando el secuestro como arma de guerra. El mundo ya no tolerará más espectáculos montados sobre el drama de inocentes.
Finalmente, la operación Jaque acercará la liberación del resto de los secuestrados, pero no necesariamente acercará la paz.
Incluso la crisis que viven las FARC prolongará la lucha, pues todo es previsible menos que den muestras de debilidad y aún menos que se sienten a la mesa de negociación en la esquina de los derrotados.
La operación Jaque no es, entonces, el jaque mate que ayer anunció el comandante de las Fuerzas Militares de Colombia.
Es un jaque a secas, que si bien indica que la cúpula de la guerrilla -el Secretariado- está seriamente amenazada, teóricamente aún le quedan espacios para moverse.




