La salida puede ser turbulenta, pero no hundirá a la eurozona
NUEVA YORK.- Para Europa, el escenario del "día del juicio" es el siguiente: las negociaciones para el rescate de Grecia fracasan definitivamente y el país entra en default. Las autoridades europeas les cortan el chorro a los bancos griegos, forzando al país a tomar medidas drásticas para frenar la fuga de capitales. Grecia decide abandonar el euro.
El desprendimiento de Grecia envía ondas de choque que repercuten en los mercados globales. Los inversores y los planificadores de políticas se ven obligados a evaluar velozmente la situación, para saber si la tormenta pasará o se intensificará.
Aunque Europa está mejor posicionada para lidiar con una crisis que hace un par de años, cuando Grecia se tambaleó por última vez, simplemente no hay precedentes de que un país abandone la eurozona. Y esa prueba de fuego podría presentarse en apenas un par de semanas.
Las relaciones entre Grecia y sus acreedores se han deteriorado hasta llegar a un enconado punto muerto, que complica aún más las posibilidades de un acuerdo entre las partes antes de que finalice junio, fecha en la que expira el actual rescate y cuando Grecia deberá afrontar una pila de vencimientos. Pero la guerra de palabras -y el evidente abismo entre las partes- está reduciendo la posibilidad de cualquier entendimiento. En cambio, el sector financiero y los planificadores de políticas de todo el mundo se están preguntando qué consecuencias tendría la salida de Grecia de la eurozona.
Ayer, el Banco Central de Grecia manifestó que una "crisis manejable de la deuda podría convertirse en una bola de nieve que llevara a una crisis incontrolable, con enormes riesgos para el sistema bancario y la estabilidad financiera" de ese país. Muchos analistas creen que durante un par de días el impacto griego generaría el tipo de confusión y temor que impulsa a los inversores a retirar sus posiciones de los mercados de riesgo y acumular activos que consideran seguros.
"El precio de los bonos del Tesoro norteamericano se irá por las nubes cuando la gente corra a buscar seguridad en esos papeles -dijo John M. De Clue, jefe de inversiones del US Bank-. Será la mayor reducción de riesgo que hemos visto en mucho tiempo."
Pero hay menos consenso respecto de la gravedad de la situación después de que eso ocurra.
Los analistas más optimistas argumentan que después del shock inicial por la salida de Grecia de la eurozona, los mercados rápidamente se estabilizarán solos. Aseguran que las cosas han cambiado mucho desde 2011 y 2012, cuando los problemas de Grecia se contagiaron a otros países.
En aquel entonces, los temores por la enorme carga de la deuda griega hicieron desplomarse los bonos de países como Italia y España, y empujaron hacia abajo más de 2000 puntos el índice industrial Dow Jones en unos pocos meses. Los problemas de Europa incluso contribuyeron al colapso de MF Global, una empresa financiera norteamericana.
"Ahora la cosa es más manejable -dijo Frank Oland Hansen, estratega jefe del banco privado Danske Bank-. No estoy tan preocupado de que pueda haber un contagio masivo en el mercado de bonos." Y esa confianza tiene sus fundamentos.
Los inversores y bancos privados ya no tienen gran cantidad de papeles de deuda griega, lo que significa que sus pérdidas serían mínimas si el país entrara en default. Por el contrario, la mayor parte de la deuda griega está ahora en manos de gobiernos u organismos oficiales.
Los analistas también señalan que, en comparación con 2011, los bancos europeos están mejor parados, tras la dura prueba de las nuevas regulaciones del año pasado y sus esfuerzos por capitalizarse. Al estar más fuertes, es probable que los bancos sigan prestando dinero incluso durante los momentos de tensión que se vivan después de un eventual default de Grecia.
Tal vez la mayor diferencia entre la anterior crisis griega y la actual es la situación del Banco Central Europeo, que actualmente cuenta con un programa de compra de bonos que parece estar estimulando el crecimiento en todo el continente.
Pero, de todos modos, el sistema está lleno de puntos vulnerables. Tantos años de tasas de interés casi negativas han desatado una fiebre por comprar bonos y acciones, con el consiguiente aumento de su precio. En estos niveles, los mercados son más sensibles a un evento impredecible, como la salida de Grecia de la eurozona.
Algunos analistas miran más allá de las repercusiones financieras inmediatas de la salida de Grecia de la eurozona. Su principal preocupación es que ese evento podría causar un contagio a fuego lento. Si Grecia se cayera de la eurozona, estaría estableciendo un peligroso precedente que demostraría que el euro es sólo para ciertos países.
Ashwin Bulchandani, jefe de evaluación de riesgo de la inversora MatlinPatterson, lo explica de la siguiente manera: "Es como si de una unidad monetaria sólida como una roca se pasara a un exclusivo club de una moneda". Y agregó que no lo sorprendería que la salida de Grecia llevara a los inversores a preguntarse si otros países, además de Grecia, son lo suficientemente fuertes como para aguantar en la zona de moneda común.
Si esas presiones causaran bajas duraderas en los mercados de ciertos países, el Banco Central Europeo no dudaría en tratar de intervenir en defensa del euro. Pero incluso en ese caso la tensión podría frenar la incipiente recuperación económica que se registra en las naciones de la Europa periférica. Y es muy posible que los países más endeudados del continente, incluidos Italia y Portugal, sufrirían un crecimiento anémico en los años por venir.
Si alguna de esas naciones llega a tener problemas fiscales en algún momento, el recuerdo de las penurias griegas volverá a hacerse presente, y los inversores especularán sobre la capacidad de esos países para permanecer en la eurozona.
"Si Grecia se va, Portugal obviamente se convertirá en un blanco fijo", dijo Edward Hugh, economista y autor del libro Is the Euro Crisis Really Over? (¿La crisis del euro realmente ya pasó?).
"Tal vez no ocurra en el próximo año ni en dos, pero de acá a cinco años podría forzar la salida de Portugal de la eurozona."
Traducción de Jaime Arrambide
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