
Prohibiciones insólitas inundan Italia
En algunas ciudades vetaron los masajes, el uso de zuecos, la mendicidad o dar de comer a las palomas
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ROMA.- Vincent Thomas, turista francés, seguramente nunca más volverá a Florencia. Sorprendido el 11 del mes pasado por la policía municipal comiéndose un pedazo de pizza frente al portón de la iglesia de Santo Stefano al Ponte, tuvo que pagar una multa de 160 euros. "¡No podíamos saber que estaba prohibido!", protestó el hombre, que había viajado desde Nantes junto a su mujer y dos chiquitos a la ciudad del centro de Italia, cuna del Renacimiento.
El caso de la familia francesa es sólo un ejemplo de las cientos de prohibiciones que han marcado el verano de 2008 en Italia. El superdecreto de seguridad que aprobó recientemente el gobierno de derecha de Silvio Berlusconi, de hecho, les dio más poderes a los alcaldes, que comenzaron a dictar ordenanzas de todo tipo, con reglas en muchos casos absurdas.
Más allá de la cruzada contra la mala educación que emprendió Florencia, que a través de un nuevo y polémico "código de convivencia civil" también prohibió sacudir alfombras o manteles desde el balcón, lavarse las axilas en fuentes públicas o arrojar al suelo la colilla del cigarrillo, de Norte a Sur los alcaldes sheriffs han hecho gala de mucha creatividad. El objetivo, dicen, es defender elementales normas de buen comportamiento y decoro, y garantizar la seguridad. Pero la verdad es que las prohibiciones significan mejores entradas a las arcas comunales, gracias a multas saladas.
La bella localidad de Capri -al sur de Nápoles- prohibió el uso de zuecos en el centro histórico porque el ruido molesta: la transgresión puede costar 50 euros. La vecina Positano, en tanto, prohibió el uso de fuegos artificiales en las fiestas privadas todos los días, excepto los sábados de 20.30 a 23, con multas que van de 50 a 500 euros. Si alguien prende un cigarrillo en la playa de Is Aruttas, en provincia de Oristano, en la isla de Cerdeña, corre el riesgo de toparse con una sanción de 360 euros.
Sin masajes
Pero hay más. En la Versilia, como se denomina la costa norte de la famosa región Toscana -tradicional meta de ingleses y alemanes-, las autoridades decidieron vetar los masajes estéticos o terapéuticos hechos por vendedores ambulantes. El motivo: "Muchas veces carecen de los requisitos elementales de higiene y quienes los practican utilizan ungüentos y bálsamos de origen dudoso que podrían causar infecciones".
En Forte dei Marmi, destino elegido por el jet-set, futbolistas de renombre, actores y -desde hace varios años, la oligarquía rusa-, en tanto, prohibieron durante los meses de verano cortar el césped (con máquinas de motor) de viernes a domingo. La ordenanza apunta a proteger el reposo de los turistas. Quien la transgrede porque tiene que podar una palmera que está por caerse, se arriesga a tener que enfrentar una multa de hasta 500 euros.
El alcalde de Monte Argentario, Arturo Cerulli, contó ayer que estudia la posibilidad de promulgar una ordenanza para prohibir la venta de chicles, porque después los tiran al piso y ensucian la ciudad.
En Asís, la ciudad de San Francisco, está prohibido mendigar (algo que también ocurre en Verona, Venecia y Florencia, entre otras) porque puede causar molestia o acoso a los turistas. En todo el centro histórico de Lucca, por otra parte, el alcalde decidió multar no sólo a quienes arrojaran basura, sino también a quienes les dieran de comer a las palomas. En los famosos carrugi del centro histórico de Génova, en tanto, no es posible pasear con una botella o lata de bebida alcohólica en la mano, a menos de enfrentarse con multas que van de 25 a 500 euros.
Y las prohibiciones no terminan. En Trento, al Norte, está prohibido sacarle fotos a los chicos en una pileta, para prevenir posibles episodios de pedofilia; tampoco se pueden pisar los hongos que haya en terrenos públicos de la provincia de Bolzano. Aunque en el norte el más criticado fue el alcalde de Novara, Massimo Giordano, de la xenófoba Liga Norte, que con otra polémica ordenanza decretó que desde las 23.30 hasta las 6 de la mañana no puedan reunirse más de dos personas en los parques y jardines públicos de la ciudad. La prohibición recordó las "reuniones sediciosas" vetadas durante el fascismo.
El alcalde de Eboli, en la provincia de Salerno, también dio que hablar. Y decidió crear una multa de hasta 500 euros para las parejitas que son sorprendidas en un auto en actitudes amorosas. La medida tiene que ver con la zona del "Palasele", una suerte de "Villa Cariño" ubicada a pocos minutos del centro de la ciudad, tradicionalmente conocida como lugar de encuentro de los enamorados.
Según el diario La Repubblica es la región de Emilia Romaña, en el centro-norte del país la que batió todos los récords, al establecer multas de hasta 10.000 euros a quienes trasgreden la prohibición de ingresar en bosques con medios de motor...
Hace una semana el diario británico The Independent hizo un mordaz artículo sobre el fenómeno de la multiplicación de las prohibiciones, advirtiendo "cuidado turistas, si es divertido, Italia tiene una ley en su contra". Massimo Gramellini, editorialista del diario La Stampa , opinó que quizá los extranjeros están "irritados" porque ya no pueden hacer lo que se les da la gana en Italia, ya que el "caos latino siempre fue una espléndida coartada para que los turistas se portaran mal, con toda la impunidad".
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