Roma, de Ciudad Eterna a reino del caos
La capital italiana, centro del turismo mundial, sucumbe al desorden vial, la abundancia de basura y la creciente inseguridad
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ROMA.- Espectacularmente bella, pero sucia, caótica e insegura. Así está Roma, una de las capitales más lindas del mundo, meta de turistas y peregrinos de todo el mundo que a diario quedan boquiabiertos ante sus plazas, monumentos, iglesias y 2767 años de historia.
Deslumbrados ante tamaña sinfonía de arquitectura, arte, colores, sabores, pocos turistas advierten que, en verdad, hay cosas que no funcionan en la Ciudad Eterna. En vacaciones el ánimo es disfrutar y divertirse, no quejarse y criticar. Y pocos caen en la cuenta de que Roma se volvió un lugar que los italianos consideran "invivible".
En la Ciudad Eterna, donde hay más de 600 manifestaciones de protesta cada año, el transporte público es un poco confiable, y el tránsito, infernal y hasta peligroso.
Las calles están tan mal mantenidas que hay baches o directamente agujeros negros, muchas veces tapados a la criolla, para que nadie se lastime. Hace unos días en una pintoresca calle de adoquines que lleva a la espléndida p iazza Campo dei Fiori, los vecinos tuvieron que improvisar un arreglo y poner un tacho de basura, recostado, sobre un agujero, para impedir que un transeúnte distraído se rompiera una pierna.
La limpieza de la ciudad es otra asignatura pendiente: si bien a toda hora en el centro histórico se ven camioncitos dando vueltas, las pilas de residuos al lado de fuentes y demás monumentos están a la orden del día. Fiel reflejo del descalabro del sistema de recolección fue una foto sacada pocos días después de la última Navidad en la periferia de la ciudad, en la que se veía a unos cerdos haciéndose una panzada al lado de unas bolsas de basura apiladas al lado de unos volquetes.
Más allá de esa imagen emblemática, la magnitud de la decadencia de Roma quedó reflejada en una investigación de hace unos días del Corriere della Sera, que, sin piedad, puso números al descalabro.
El diario estimó que la producción de basura en Roma es monumental: 660 kilos por año por habitante (127 kilos más que Milán y 113 kilos más que Nápoles).
De acuerdo con el diario, en un ranking de las ciudades con mejor calidad de vida de Italia, Roma se precipitó del puesto 51 al 63 en los últimos dos años. En términos de seguridad, a la capital le va aun peor.
Según un estudio de la prestigiosa universidad romana de La Sapienza, la ciudad -que cuenta con casi tres millones de habitantes y cinco millones si se cuenta también el área urbana provincial- está en el puesto 101 de las 110 ciudades más seguras de la península, detrás incluso de Nápoles, capital de la Camorra.
En relación con el tránsito dantesco de Roma, el Corriere no sólo indicó que, en 2012, murieron atropellados 56 peatones (contra 24 en Milán y 9 en Nápoles). La capital es la ciudad con más autos de Italia. Hay 67 vehículos cada cien residentes, mientras que en París hay 45, y en Londres, 32. Se calcula que el 20% de la superficie urbana de Roma está cubierta de vehículos.
Construcción ilimitada
El descontrol se debe a un desarrollo urbano insensato, con barrios periféricos que crecieron sin criterio y en forma abusiva, alrededor de calles insuficientes y a un transporte público a la deriva. Basta decir que el sistema subterráneo de Roma, con tan sólo 37 kilómetros, es una sexta parte del de París, y menos de una décima parte del de Londres.
Con tantos autos en una estructura urbana no apta para el tránsito vehicular, así como la confusión es inexorable, también lo son los accidentes. En 2012 se contabilizaron 43 accidentes por día, con un total de 15.782. Y muchos muertos: 154 en Roma, contra 61 en Milán y 34 en Nápoles.
"La ciudad es la mayor empresa italiana de acuerdo con los salarios que paga y cuenta con un número de empleados comunales equivalente a más del doble de los empleados en los establecimientos italianos de Fiat. Y hoy no está siendo gobernada", concluyó, muy duro, el Corriere della Sera.
¿De quién es la culpa? Tanto de los mismos habitantes, sin sentido cívico y desacostumbrados al respeto de las reglas, como de la clase dirigente que la manejó en los últimos años y "que privilegió los intereses privados a los colectivos", indicó el periódico.




