Rusia autoriza la propiedad privada de tierras
Putin promulgó una ley que permite la venta de terrenos cultivables por primera vez desde la revolución bolchevique, en 1917
1 minuto de lectura'
MOSCU.- Más de una década después del colapso de la Unión Soviética, el presidente ruso, Vladimir Putin, dio un histórico paso en el proceso de reformas económicas y removió uno de los últimos vestigios del colectivismo estalinista al promulgar, ayer, una ley que autoriza la propiedad privada de tierra en Rusia.
La nueva ley, que permitirá a los rusos vender y alquilar tierras por primera vez desde la revolución bolchevique de 1917, apunta a revitalizar el sector agrícola del país, escaso de recursos financieros para su desarrollo.
Sin embargo, pese a abrir un nuevo mercado y legitimar operaciones realizadas "de hecho" en los últimos años, la legislación niega a los extranjeros el derecho a poseer tierras cultivables y sólo les permitirá alquilar propiedades por un período máximo de 49 años.
La nueva ley había sido aprobada en junio pasado por la Duma (la Cámara baja del Parlamento ruso) y ratificada a mediados de este mes por el Consejo de la Federación (la Cámara alta), luego de arduas negociaciones y varios años de controversia. Ayer, la norma fue finalmente firmada por el presidente Putin, según informó el Kremlin.
El mandatario ruso había respaldado enérgicamente la nueva legislación, que percibe como vital para que Rusia atraiga inversiones para el sector agrario y se puedan desarrollar grandes y eficientes granjas en casi un cuarto de la superficie total del país, unos 406 millones de hectáreas.
Con la producción agrícola al borde del abismo desde la desaparición de la Unión Soviética, en 1991, la reforma es de hecho primordial. El año pasado la cosecha de cereales ascendió a 85 millones de toneladas, un nivel suficiente como para que una parte sea destinada a la exportación, pero la producción sigue siendo débil, la competitividad inexistente y el sector no dispone de los capitales necesarios para garantizar su modernización y llevar al país a ser nuevamente una potencia agrícola.
La reforma del código de propiedad era un tema tabú desde la revolución bolchevique y la violenta colectivización llevada a cabo bajo el régimen de Stalin, a principios de la década del 30. El ex presidente Boris Yeltsin nunca se atrevió a encarar seriamente una reforma debido a la férrea oposición de los comunistas, los agricultores y un gran número de responsables regionales, quienes, sumados a buena parte de la población, denunciaron "la venta de la patria".
Yeltsin sólo decidió a principios de los años 90 distribuir formalmente la tierra a los empleados de los koljos (cooperativas estatales) y los sovjos (granjas colectivas), y entonces cerca de 13 millones de personas tuvieron derecho a una parcela.
Recaudos necesarios
Una vez en el poder, Putin tomó ciertas precauciones para que la ley no fuera bloqueada en ninguna de las cámaras del Parlamento: en su redacción final la norma especifica que los extranjeros no tendrán derecho a poseer propiedades y sólo podrán alquilar tierras agrícolas por un plazo máximo de 49 años.
Además, las autoridades locales tendrán una importante cuota de poder para controlar la privatización de la tierra, como el derecho a restringir la cantidad de hectáreas en manos de un solo propietario si ésta excede el 10 por ciento del total de las tierras agrícolas en un solo distrito administrativo.
La ley estipula, también, que los terrenos de labranza deben ser usados exclusivamente para propósitos agrícolas, y que las tierras pueden ser confiscadas por un tribunal si considera que su uso daña el medio ambiente.
Según expertos, la férrea oposición a la privatización de las tierras en algunas regiones rusas podría demorar durante años la implementación de la nueva ley, pese a la buena voluntad del gobierno central.
A principios de 2001, el 61 por ciento de todas las tierras agrícolas pertenecía a las autoridades locales o estatales, el 29,3 por ciento a individuos y sólo el 1,6 por ciento a compañías privadas. En ciertas regiones, incluso, la privatización de las tierras agrícolas aún no ha comenzado, pese a que la falta de una ley federal llevó en los últimos años a que en algunas partes del país se toleraran las ventas sin catastro o referencias de precios.
Otra preocupación de los analistas es que el proceso de privatización de la tierra conduzca a la concentración de la propiedad en pocas manos. Argumentan, en este sentido, que la demora en aprobar la nueva ley se debió más a las pujas de poder en Moscú que a una cuidadosa planificación, y trazan un paralelo con la apertura en otros sectores de la economía, como la venta de gas o la industria maderera, que beneficiaron a un puñado de rusos a expensas del Estado.




