
Su larga y profunda huella en la Argentina
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El abrupto y zigzagueante paso del traficante sirio de armas y drogas Monzer al-Kassar por la Argentina en los comienzos de la década menemista dejó una huella que llega hasta el presente en los tribunales. Una huella menor comparada con las sospechas de todo tipo que alentó su figura.
Se trata de la causa por las presuntas irregularidades para obtener la ciudadanía argentina y los documentos nacionales. En 1990, el "Príncipe de Marbella" logró en menos de un mes tanto su DNI como la cédula de identidad extendida por la Policía Federal, más el pasaporte. La foto de los documentos se la habrían tomado en la Casa Rosada. Allí tenía dos amigos: el presidente Carlos Menem y su entonces cuñada, Amira Yoma.
Amira era secretaria de Audiencias de Menem. El propio Al-Kassar dijo que en aquel trámite tan veloz habría intervenido Menem. Se habían conocido en 1988, en un viaje del riojano a Siria durante la campaña para imponerse en la interna peronista y convertirse en candidato presidencial. En aquel viaje, Menem habría recolectado para su campaña millones de dólares de Estados terroristas árabes a cambio de promesas de venderles tecnología nuclear y el misil Cóndor II.
Pero el lazo más estrecho de Al-Kassar en la Argentina fue con los Yoma, a quienes, como prueba de amistad, les regaló ametralladoras rusas. Así lo declaró en su momento Lourdes Di Natale, ex secretaria de Emir Yoma, un dato que luego la Justicia pudo confirmar. Di Natale también aportó a los tribunales las agendas que llevaba en la oficinas de Yoma, en las que puede leerse el teléfono de la mansión de Al-Kassar en Marbella. Una íntima amiga de Amira Yoma ofició de apoderada de Al-Kassar. No fue una coincidencia que en 1988, el mismo año en que Menem conoció a Al-Kassar, el saudita Gaith Pharaon lograra abrir la sucursal argentina del BCCI, el banco luego acusado en Estados Unidos de trabajar para los terroristas y lavadores de dinero. Al-Kassar era uno de sus clientes.
Desde Buenos Aires y Mendoza, el sirio intentó sin éxito vender submarinos argentinos y aviones Pucará. En los mismos años, pero desde Polonia, contrabandeó armas a Croacia. En marzo de 1992, cuando un atentado demolió el embajada de Israel en Buenos Aires, Al-Kassar se encontraba entre nosotros, pero nunca pudieron probarse las sospechas sobre su participación en el hecho.
En 2005, el juez federal Jorge Ballestero aplicó la ley de prescripción 25.990, promovida por el kirchnerismo, y cerró la causa por irregularidades en los documentos del traficante sirio, protegido durante años por los servicios de inteligencia españoles. Pero el fiscal Carlos Rívolo apeló y, primero la Sala II de la Cámara Federal y luego la Corte, ordenaron proseguir la investigación.
Hoy, esa causa debe ser la menor de las preocupaciones de Al-Kassar.
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