Un desafío totalmente diferente de todos los que la canciller supo sortear con éxito
BERLIN.- Al regreso de sus vacaciones de verano, a mediados de agosto, la canciller alemana, Angela Merkel, causó sorpresa cuando describió la crisis de refugiados de Europa como un desafío mayor que la grave situación de Grecia, que opacó cualquier otro asunto en la zona euro en el primer semestre de 2015.
Nadie en Alemania cuestiona más esa afirmación. En las últimas dos semanas, el país se ha visto remecido por una tormenta de titulares de prensa que han elevado el tema de los refugiados, visto por mucho tiempo en Alemania como un dilema de las naciones del sur de Europa, a la máxima prioridad de la agenda pública y política.
Primero, el ministro del Interior anunció que esperaba que unas 800.000 personas buscaran asilo en Alemania este año, casi el doble de la cantidad que se preveía hace apenas unos dos meses y casi cuatro veces el total del año pasado.
Después se produjeron las protestas de la extrema derecha contra refugiados en la ciudad oriental de Heidenau, que dejaron 30 policías heridos y revivieron el espectro de la violencia racista que experimentó Alemania a inicios de la década de 1990, la última vez que subió el número de personas que pedían asilo.
Y más tarde, el jueves pasado, un camión abandonado con 71 inmigrantes muertos fue encontrado en una autopista de Austria justo el día en que Merkel llegaba a Viena para una conferencia sobre la situación de los Balcanes.
La canciller había sido tratada como una "traidora" por los residentes de Heidenau apenas el día anterior por haber mostrado solidaridad con los refugiados de la ciudad, y pareció visiblemente conmocionada en Viena cuando habló con periodistas sobre el terrible descubrimiento del camión.
Pero de repente la crudeza de la crisis de refugiados empieza a ser tomada en cuenta en Alemania.
Merkel no es extraña a las crisis. Sus diez años en el poder han sido dominados por el colapso financiero global, las turbulencias de la zona euro y el conflicto de Ucrania. Pero aquellas situaciones eran distantes para la mayoría de los alemanes.
Ahora la canciller debe abordar un problema que está teniendo un profundo efecto en las comunidades de muchas partes de Alemania.
"Durante la crisis de la zona euro la gente tenía la impresión de que otros países tenían ese problema y que Alemania estaba bien. Ahora la carga es mayormente a nivel doméstico", escribió esta semana el semanario local Die Zeit.
"Por primera vez desde que Merkel llegó al poder Alemania podría empezar a parecer como una nación atribulada", sostuvo.
Desafío político
Merkel sigue siendo muy popular luego de una década como canciller que ha coincidido con el resurgimiento de Alemania como una potencia económica de enorme influencia en asuntos de política exterior.
Pero la crisis de los refugiados es un desafío enteramente diferente, con otra dimensión y complejidad.
Se trata de un problema local, nacional y europeo. Y posiblemente requerirá el tipo de liderazgo proactivo y la enorme capacidad de convocatoria con los que Merkel no siempre ha estado cómoda en el pasado.
La líder conservadora esperó casi tres días para hablar contra la violencia racista en Heidenau, lo que no sólo generó numerosas críticas, sino que también dejó entrever que aún no había definido su postura ante la crisis.
"Se les harán muchas preguntas a los políticos", dijo Die Zeit. "Ellos deben reconocer que estamos en un nuevo mundo y encontrar las palabras adecuadas para abordarlo", sostuvo.
También hay preocupación sobre cómo manejar las protestas de los grupos de extrema derecha en contra de los refugiados y los casi diarios ataques incendiarios en estados del oeste alemán, como Bavaria, Baden-Württemberg y Renania del Norte-Westfalia.
La mayoría de estos ataques estuvieron dirigidos a centros o edificios designados para acoger a los refugiados que estaban vacíos, pero los políticos admiten que es cosa de tiempo antes de que algún inmigrante resulte herido o muerto.
"Uno podría tener rápidamente una situación como la de la década de 1990, cuando los centros de refugiados fueron atacados", dijo un alto funcionario en Berlín que pidió no ser identificado. "Algo como esto podría salirse del control de los políticos muy velozmente", advirtió.