Una matanza de jóvenes trauma a los sirios
Una doble explosión en la Universidad de Aleppo dejó 82 muertos; los rebeldes y el régimen se culpan por el ataque
ALEPPO.- Eran jóvenes estudiantes, de arquitectura en su mayoría, pero ayer, la doble explosión que destruyó la Universidad de Aleppo les quitó la vida. El estallido en esta ciudad del norte de Siria dejó por lo menos 82 muertos y 160 heridos, en una nueva tragedia de la guerra civil que desangra al país.
"Los terroristas dispararon dos cohetes", dijo un funcionario del gobierno de Bashar al-Assad, citado por la agencia oficial de noticias SANA, la misma que dio la información sobre el ataque pocos minutos después del hecho. La explosión volcó automóviles en el estacionamiento a una centena de metros de distancia y rompió ventanas en casas tan lejos como dos cuadras.
"¡Mentiras, mentiras de esos asesinos!", afirmó un cuarteto de jóvenes reporteros ciudadanos, todavía escandalizado y dolorido por el ataque, por el que el gobierno y los rebeldes se culparon mutuamente. Tres de ellos son alumnos de la institución afectada. No pueden ir ahora a ver o ayudar: están en el lado oriental de Aleppo, una zona que quedó bajo control rebelde en esta ciudad partida en dos por la batalla que enfrenta al Ejército Libre Sirio (ELS) con las fuerzas del régimen.
Hay maneras de cruzar las líneas de combate, pero muchos mueren en el intento, a manos de los francotiradores colocados por el régimen para hacerles la vida imposible a los civiles que habitan del lado insurgente. La mitad de la ciudad que es dominada por los soldados de Al-Assad está sujeta a una vigilancia severa. Y la universidad se encuentra en un extremo lejano, hacia el Oeste.
Los argumentos de los rebeldes para desechar las afirmaciones de la televisión estatal sobre la responsabilidad del ataque parten de un argumento cerrado. "Los insurgentes nunca harían eso", afirma Abu Yasán, que usa uno de los seudónimos de guerra a los que apelan los miembros de este grupo de improvisados comunicadores. "Ellos son parte del pueblo", agrega.
Por teléfono, uno de sus compañeros de la universidad, que dice haber estado presente allí en el momento del ataque, insiste con voz llorosa en que él escuchó "el estruendo de un avión" y que las bombas cayeron del cielo.
A diferencia de Libia, donde la ONU decretó una zona de exclusión aérea que impidió que el régimen de Muammar Khadafy utilizara su fuerza aérea, en Siria las nubes están hoy bajo control exclusivo del régimen.
Las versiones son contradictorias entonces, como es costumbre en ésta y tantas guerras. ¿Quién mató a esas 82 personas?
Varios de los numerosos grupos rebeldes tienen antecedentes de ataques con cohetes y coches bomba. Sin embargo, los objetivos siempre fueron militares y, además, ellos suelen atribuirse la responsabilidad y el "mérito". En este caso, en contraste, condenaron tajantemente la matanza de los estudiantes.
Por otra parte, la dificultad de operar dentro del área de control gubernamental, tan lejos de la zona insurgente, y, sobre todo, la enorme potencia de las dos explosiones indican que no se trató del tipo de armas que tiene la oposición.
Queda, además, el hecho de que fue un atentado dirigido contra la población civil.
El gobierno negó en todos los foros posibles -nacionales e internacionales- que ataque a sus propios ciudadanos. Cuando no puede negar la responsabilidad por bajas civiles, atribuyéndolas siempre a "terroristas islámicos" que tratan de "destruir Siria para dividirla" con la complicidad de las potencias occidentales y de sus aliados árabes, aduce que son lamentables daños colaterales de operaciones contra objetivos militares.
Informes
Reportes del ELS, de grupos como el Observatorio Sirio de los Derechos Humanos (basado en Londres y cercano a la oposición) y de organizaciones internacionales como Médicos Sin Fronteras acusan al régimen de Al-Assad de implementar tácticas de castigo sistemático contra la población civil. Entre ellas, los bombardeos de artillería y de la aviación contra lugares poblados. El gobierno rechaza en forma tajante esas acusaciones.
Pero no es nada difícil notar el trauma que se está generando entre la gente. Cada vez que se escucha un avión, las personas corren a buscar refugio: en lugares subterráneos o en el interior de los edificios, lejos de las ventanas. Cuando se escucha el estallido, todos tratan de averiguar dónde fue la explosión y muchos corren a ayudar.
Lo experimentó este periodista el domingo pasado, minutos después de entrar en Siria desde Turquía. En la primera ciudad después de la frontera, Azaz, los reporteros ciudadanos que recogieron al grupo se desviaron de la ruta, por la avenida principal, para ir a comprar comida. Luego, se detuvieron por unos momentos.
Entonces, se oyó un avión. Y un inmenso estallido, a un centenar de metros. El objetivo "militar" era en este caso el zoco -el mercado central- y los "daños colaterales" fueron la totalidad de las víctimas: 20 muertos y 99 heridos. Todos civiles: niños, ancianos y adultos.
La explosión abrió un inmenso cráter. Se derrumbaron las fachadas de varios edificios y numerosas tiendas quedaron carbonizadas, precisamente en la calle por la que debía haber transitado nuestro vehículo.
El gobierno llamó a este ataque "un atentado terrorista".
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