
Virtual disolución del Congreso venezolano
Como quería el presidente, la Asamblea Constituyente asumió el poder legislativo.
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CARACAS.- El cartel detrás de la verja del Capitolio, firmado por "el pueblo", a secas, decía en forma concreta: "Constituyentes: clausuremos el Congreso. Fuera los corruptos".
No debieron esforzarse mucho los constituyentes para cumplir con la voluntad del pueblo, o de esa gente identificada con Hugo Chávez, ya que los legisladores de la oposición no prestaron quórum en la sesión extraordinaria convocada para ayer y la Asamblea, de hecho, terminó adquiriendo mayores poderes.
Esto significa, en la práctica, una disolución técnica del Congreso, representado por la Comisión Delegada a través de un decreto de emergencia, según interpretaron ayer algunos constituyentes. O cortarle el pescuezo a un poder constitucional, como expuso uno de ellos, Alberto Franseschi, opositor.
O, como afirmó a La Nacion el presidente del Congreso, Luis Alfonso Dávila, del Movimiento V República, oficialista, es el primer paso hacia la autodisolución: "Si no vienen, se crea un vacío que la Asamblea debe llenar", explicó.
A los legisladores de la oposición, sin embargo, tanto los adeptos de Chávez como la Guardia Nacional les impidieron el paso, el viernes, en medio de los incidentes que se registraron en las puertas del Congreso. Algunos de ellos intentaron vanamente saltar la verja, cuales equilibristas entre las fuerzas de seguridad de un lado y los manifestantes del otro.
"No es excusa -repuso ayer Dávila-. Vivimos un proceso difícil. Hay fuerzas políticas que no aceptan la derrota y no quieren perder su espacio de poder. Están enviando señales negativas al exterior, desdibujando la imagen de Venezuela. Si hubiera deseos de hallar una solución, estarían presentes. Pero es imposible si no vienen."
A la Comisión Delegada acudieron sólo 8 de sus 23 miembros, todos cercanos al oficialismo o enrolados en el Polo Patriótico (alianza oficialista). La Asamblea, urgida por el viaje de Chávez a Panamá, hoy, por la asunción de la presidenta Mireya Moscoso, y otro, el sábado, a Brasil, en donde rubricará acuerdos con su par Fernando Henrique Cardoso, y por fondos de emergencia a raíz de la situación crítica que provocaron las lluvias en algunas regiones del país, echó mano de la posibilidad de arrogarse mayores poderes, ocupando el papel del Congreso, con tal de no demorarlas más. Y las aprobó.
El Congreso original, surgido de las elecciones del 9 de noviembre de 1998, al cual Chávez rotuló de moribundo, estaba formado por una mayoría de la oposición frente a 50 diputados propios, entre 205, y 13 senadores, entre 50.
La ausencia de la Acción Democrática (AD), socialdemócrata; del Copei, socialcristiano, partidos tradicionales que llevaron casi a la ruina a este país de petróleo fácil y consumo excesivo, según admiten los mismos venezolanos, alimentó en cierto modo la ansiedad de Chávez, poco contemporizador en sus demandas frente a una oposición que, en principio, no hizo más que suicidarse con la ausencia de ayer.
"Se les ha dado carácter residual a las atribuciones del Congreso -señaló a La Nación el constituyente y constitucionalista Hermann Escarrá, cercano a Chávez-. No pueden legislar con una Constitución que será reformada en aspectos esenciales, como el papel de las fuerzas armadas o el régimen municipal. Pero tampoco se ocuparon de la legislación extraordinaria. Nosotros fomentamos la coexistencia, pero ellos prefirieron el enfrentamiento."
Un blanco común
Todos los cañones del oficialismo, incluido Chávez, apuntan contra el alcalde de Caracas, Antonio Ledezma, tildado de instigador de la violencia del viernes. Ayer, en su despacho, un colaborador meneaba la cabeza: había comprometido su presencia en un acto de glorias del béisbol del que participó, finalmente, el vicealcalde, Nelson Lara.
Fuentes de la AD, a la cual pertenece Ledezma, dispuesto a salir a la calle con tal de defender la democracia, confiaron a La Nación que la idea de Chávez de intervenir la policía, dependiente de la alcaldía, sería el prólogo de una virtual ocupación de la alcaldía. "Esto es así: o eres chavista y bolivariano, o eres traidor y corrupto", resumieron.
La pelea de Ledezma no es sólo con Chávez, ya que, dentro de su partido, no coincide con la posición más contemporizadora del secretario general, Timoteo Zambrano. Algo parecido sucede en el Copei: la vieja guardia verde, conservadora, no comparte el diálogo que propone César Pérez Vivas, jefe de su bloque en el Congreso.
De ahí que Chávez, amparado por una popularidad de aproximadamente el 80 por ciento, por un rencor personal contra el bipartidismo tradicional con el que no hace más que expresar sin mesura alguna el resentimiento de la gente (como si un taxista porteño quejoso tomara un micrófono y dijera lo que piensa en un embotellamiento), y por una Asamblea en la cual cuenta con mayoría de número absoluta, cale tanto en el malestar de la gente como en la gradual descomposición de la contra.
Perturbaciones y dudas
Ayer, más moderado que el domingo, Chávez dijo en la puerta del Palacio de Miraflores después de una reunión con congresistas norteamericanos: "Poco a poco, la verdad se va imponiendo. El proceso genera perturbaciones y dudas, lo sé, pero está naciendo un nuevo tiempo político. A diferencia de los adecos (de la AD), nacidos de un golpe de Estado, nosotros estamos haciendo un parto en democracia".
Es lo más parecido a una hegemonía, aunque Chávez, en el poder hace apenas seis meses, esté aprovechando las grietas que creó la oposición mientras la Conferencia Episcopal procura tallar en la cordura.
Pero Hermann insistió en el diálogo con La Nación : "No existe una concentración de poderes, ni faltan libertades, ni hay un solo preso político, gracias a Dios, sino un conflicto institucional. La Asamblea tiene un plazo, seis meses. Le quedan cinco. Si el Congreso quiere ir a una confrontación, no habrá más alternativa que apelar a la voluntad del pueblo".
La lectura política de Fransechi, desde la oposición, es bien distinta: "Tienen en sus manos el Poder Ejecutivo, el ejército, la policía, los tribunales, un poder de chantaje impresionante y algunas turbas afuera. Esto no es una revolución. Es una colosal farsa de una nueva clase política que usurpa todo".
El próximo capítulo de la revolución de Chávez, según Zambrano, de la AD, sería un decreto de emergencia ejecutiva para las gobernaciones. Algo así como una expansión de lo que, hasta ahora, estuvo centrado en Caracas, con las emergencias judicial y legislativa. De negociación y de acuerdo comenzó a hablar a última hora la oposición. Un recurso, tal vez, para no perder más todavía.
Renuncia
CARACAS (EFE).- El presidente de la empresa estatal Petróleos de Venezuela SA (PDVSA), Roberto Mandini, presentó ayer su renuncia irrevocable al cargo, por aparentes diferencias con la política petrolera diseñada por el gobierno de Hugo Chávez y su ministro de Energía y Minas, Alí Rodríguez.
PDVSA es una de las mayores empresas petroleras del mundo y genera cerca del 50 por ciento de los ingresos del presupuesto nacional venezolano y más del 70 por ciento de las divisas que ingresan en el país.
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