
Whitewater: condenan a prisión al socio de Clinton
Hallan culpable a James McDougal de los cargos de fraude y conspiración por el negocio inmobiliario de Arkansas
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WASHINGTON.- La saga del Whitewater, en la que están comprometidos Bill y Hillary Clinton, escaló un peldaño más: James McDougal, socio principal del clan presidencial en el turbio negocio inmobiliario que realizaron en Arkansas, fue condenado ayer a tres años de prisión, a otros tres de probatorias (libertad condicional o trabajo comunitario) y a uno de arresto domiciliario por 18 cargos de fraude y de conspiración.
La sentencia, dictada por el juez federal George Howard en Little Rock, Arkansas, es suave en comparación con el máximo de 84 años de prisión que figuraba en los papeles previos, aunque incluya una restitución a las arcas federales dee 4.270.000 dólares y una multa de 10.000.
¿La razón? La fiscalía, encabezada por Kenneth Starr, arguyó que McDougal, de 56 años, había cooperado con la investigación, la lupa puesta sobre las finanzas de los Clinton y de otras figuras de Arkansas.
Ya el viernes, McDougal, atendida por el juez la sugerencia de sus médicos de que sea trasladado a una prisión con asistencia médica por sus problemas arteriales, había abierto el paraguas: "Soy un fatalista -afirmó-. Siempre estoy preparado para lo peor. Cualquier cosa que pase no podrá ser mucho peor de lo que ya ha pasado" .
Lo curioso es que McDougal, declarado culpable en mayo, se mostró en todo momento renuente a colaborar con la fiscalía: llegó a tildar a Starr y compañía de secuaces republicanos, dispuestos a destruir al gobierno de Clinton.
Ayer, sin embargo, su buena voluntad primó en la reducción de la pena. En menos de dos semanas había testificado dos veces ante el gran jurado federal que instruyó el proceso.
En 1978, McDougal regenteaba con su ex mujer, Susan, la firma Madison Guaranty Savings and Loan, de Little Rock. Su poder de persuasión sirvió para convencer a los Clinton, entonces en la gobernación de Arkansas, de las ventajas de encarar un proyecto de construcción de casas en unos terrenos del norte del Estado.
Desviación de fondos
La zona se llama Whitewater. De ahí, el nombre del caso. Pero la inmobiliaria se declaró en bancarrota y, en 1989, con una deuda de 65 millones de dólares, fue intervenida por reguladores federales.
La duda de los investigadores se basó desde el principio sobre la eventual desviación de fondos de origen incierto para mantener a flote el proyecto, aguijuón clavado desde hace tiempo en el corazón de la Casa Blanca.
Hillary, en calidad de abogada, actuó en el proyecto, pero negó que haya incurrido en la ilegalidad: llegó a decir que la obsesión de algunos con el Whitewater se parece a la obsesión de los 39 miembros de la secta que se suicidaron en California con los platos voladores.
Distinta fue en este proceso la suerte de Susan McDougal: purga en prisión por dos años por haber echado mano de préstamos fraudulentos. Pero ella, a diferencia de su ex marido, se negó a cooperar con la fiscalía. Es más: reveló que él le había confesado que mentía para atenuar la condena y que le había propuesto imitarlo.
En la saga del Whitewater, sobre la cual pesa el curioso suicidio de un abogado amigo de los Clinton en las afueras de Washington, hubo otra firma inmobiliaria involucrada, Castle Grande, y unos tres millones de dólares que, cual salvavidas en un naufragio, podrían haber salido de las arcas del Estado.
Por lo pronto, el descargo de McDougal corroboraría la presencia de Clinton en reuniones realizadas en 1986 durante las cuales se habría debatido la necesidad de utilizar préstamos ilegales.
Lo que no prueba su consentimiento, actitud que procuró dejar en claro a través de un video con el que testificó el año pasado ante el jurado.
Delitos asumidos
En ello intervino McDougal: "Asumo la responsabilidad de mis crímenes y de miso fechorías -señaló-. Perjudiqué a gente de mi comunidad. No sé cómo podré reparar mis errores. Todo lo que pido es compasión" .
Ayer, casualmente, los Clinton declararon ingresos superiores al millón de dólares en el año fiscal 1996, gran parte de los cuales se debió a los derechos percibidos por Hillary por la autoría del libro "It takes a village" La declaración de impuestos, presentada un día antes de lo previsto, revela que el clan presidencial ganó el año pasado 1.065.101 dólares, poco más del triple que en 1995.
De ellos, el libro de Hillary, dedicado a la infancia, les reportó 742.852 dsólares, de los cuales donaron 609.300 a obras de caridad.
Menos fortuna tuvo Clinton con "Between hope and history", el título que lanzó días antes de la convención demócrata, realizada en agosto en Chicago: apenas cobró 200.000 dólares. Suficientes, en todo caso, para cumplir con el fisco. A 199.791 asciende este año su deuda.
En medio de tanto escándalo, con el juicio por acoso sexual contra Clinton entablado por Paula Jones todavía en suspenso, la secretaria de Justicia, Janet Reno, presionada por la oposición republicana del Congreso, estaba ayer en vías de nombrar un fiscal independiente para que investigue las donaciones de origen poco claro que recibieron los demócratas durante la última campaña electoral.
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