Al rescate de la última pieza delgran Discepolín
No es un texto muy divulgado y aparece citado en muy pocas historias del teatro contemporáneo argentino. Blum, de Enrique Santos Discépolo y Julio Porter, forma parte de una serie de piezas teatrales escritas por el autor de tangos memorables ("Yira Yira", "Cambalache", "Uno", "Que vachaché", "Canción desesperada") entre las décadas de 1920 y 1950, como El hombre solo, Día feriado, Caramelos surtidos, Wunder bar. Un teatro que no suele revisarse, a excepción de la obra El organito, que Discepolín escribió en colaboración con su hermano Armando y que siempre genera interés en grupos y directores de la Argentina.
Blum, extrañamente, ha tenido dos puestas en las últimas décadas en el interior del país. Primero en Córdoba (2002), cuya recreación estuvo a cargo de un grupo independiente y hasta llegó a representarse en la sala oficial Real de la capital cordobesa y otra en Tucumán (2011), versión que escenificó el Teatro Estable de la provincia, esta última generó mucha sorpresa en la prensa local. La obra se estrenó en el teatro Presidente Alvear en 1949 y tuvo un notable éxito. Alcanzó las 500 representaciones aunque fue boicoteada por intelectuales antiperonistas que no aceptaban la adhesión de Enrique Santos Discépolo al gobierno de Juan Domingo Perón. Llegaron a comprar la totalidad de las localidades para dejar la sala vacía.
En 1961, Julio Porter la repuso en el Teatro Odeón y fue protagonizada por Juan Verdaguer y Silvia Legrand; en tanto que en 1970 la llevó al cine y fue interpretada por Darío Vittori y Nélida Lobato. Desde anoche, Blum se presenta de jueves a domingos, en el Regio, bajo la dirección de Mariano Dossena y con un elenco integrado por Humberto Tortonese, Magalí Sánchez Alleno, María Inés Sancerni, Alejandra Perlusky, Eliseo Barrionuevo, Daniel Toppino, María Rosa Frega, Milagros Almeida, José Tambutti y Federico Justo.
Dossena conoció el texto hace unos años, cuando buscaba obras de Armando Discépolo. Inesperadamente al final de una compilación de textos del autor apareció el de Enrique Santos. Lo leyó y así descubrió que se trataba de un material "extraño, raro, dentro del teatro argentino", según señala el director. Y agrega: "Con un humor que podría ser inglés o norteamericano. Muy cosmopolita en su concepción. En general, uno asocia a los hermanos Discépolo con la melancolía o el grotesco. Pero esta obra se corre de esos lugares. Sin duda, está escrita para que Enrique sea su protagonista porque va muy bien para un capocómico de sus cualidades, con gags y cierres humorísticos que no son fáciles de ver en la dramaturgia nacional. Recuerdo que la leí de un tirón y me maté de risa. Pero además tiene momentos de mucha poesía. Discépolo le da un valor impresionante a la palabra".
El texto original posee además unos pequeños momentos musicales que han sido reconstruidos por Gabriel Senanes, lo que impone que la obra se complete con ciertas dosis de music hall y hasta de número vivo, algo que a Dossena le interesó mantener. De esta forma realiza una recuperación de época que posibilita reconocer el material en un estado casi natural. "Que el protagonista sea Tortonese -explica el creador- resignifica la pieza. Tiene autoridad para el humor. Un hombre de teatro con un parecido a Discépolo admirable. En su poética de actuación hay algo de la impronta discepoliana".
Interesado siempre en rescatar textos clásicos Mariano Dossena dice al respecto: "Me interesa el cuento, la intriga, la construcción de personajes que poseen los textos clásicos. Y aunque hay maravillosos autores contemporáneos no encuentro en ellos esos valores que necesito para que una obra me llame la atención, me conmueva. Discépolo tiene todos los ingredientes que me importan. Él, además, es un profundo estudioso del alma humana y esto lo demuestra muchísimo en sus tangos".
Para los curiosos, hay en cartel una interesante obra basada en la vida del creador: Enrique, de Luis Longhi, con él mismo y Nicolás Cúcaro, dirigidos por Rubén Pires, en La Comedia, los domingos, a las 18.
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