
El palacio de las flores
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Para morder el tallo de su rosa
Andrés Calamaro nos cuenta que vivió con sus viejos en Retiro cuando niño-adolescente. Que había mucha policía en las calles, en los 70, cuando iba a ver a Independiente porque lo llevaba el papá de un compañero del colegio. Que ese hombre, después, desapareció. Enseguida, el actual titular de la corona peso pesado del rock & pop, se lamenta "cómo nos dan, cómo nos dan en la Argentina, nos dan Boquita y ritmo tropical". La sucesión de recuerdos, declaraciones de amor y reflexiones envueltas en frases de aparente liviandad, rimadas con sencillez y tino, sumerge al oyente en un mundo de otro tiempo que, sin embargo, es el mismo país de siempre. Y el mismo Calamaro. Todo sucede en una canción que late bossa nova desde su corazón de milonga, en otro de los auspiciosos ejercicios de estilo que gusta exponer: "El palacio de las flores", tema central del primer disco con nuevas canciones desde El cantante (2003).
Hay más, hasta llegar a diecisiete. Hay otras nuevas y muy buenas, como "Corazón en venta" . Hay otras, de autoría compartida con Litto Nebbia, productor del disco: "Tengo una orquídea", "Miami"y "Ser feliz", todas de amor. Y también propias de Nebbia: "El compositor no se detiene" –clave en el proceso de concepción de todo el disco según le dijo el cantante a RS–, "Cuando una voz sea de todos" (con Vicentico) y "Lo que nunca se olvida" llevan el sello de una productiva alianza entre alumno avanzado y maestro revalorizado. Calamaro no participó de los entrecruces propios de la década del 80 (Páez-Spinetta, el fallido Spinetta-García, el también fallido Cerati-García), pero ahora mueve su ficha. Una sólida formación instrumental, centralizada en el trío Boaglio-Minimal-Colombres, ampara la realización. De la suma de las partes surgen potenciadas tres notables composiciones de su período más arriesgado, cuando le puso el cuerpo al rock y grabó las mil y una. Son tres joyas, clásicos Calamaro: "Mi bandera", "El tilín del corazón" y "Punto argentino". Allí nos dice: "Somos los argentinos en tercera persona, será que estamos en la lona, que nos quieren boxear".
En todo este tiempo que transcurrió desde 2003, Calamaro se hizo grande por las canciones propias revisitadas por una nueva generación (las huestes huérfanas), en laudatorias versiones (las del tributo Calamaro querido, pero sobre todo "El salmón" por Carlos Solari) y en libres interpretaciones que salieron airosas del inicial, sospechoso parecido (Los Tipitos, Mancha de Rolando, Jóvenes Pordioseros, notoriamente Intoxicados). Volvió de la mano de la Bersuit y ahora toma forma bajo el cuidado y atención de Litto Nebbia. El campeón ya no tiene miedo: esta es su hora.
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