
Buenos Aires, a tres bandas
En los billares, tan porteños como el mismísimo Obelisco, se da cita la magia que despierta un juego con tradiciones de vieja data, piedra de toque de una reunión con amigos, matizadas con café, cigarrillos y alguna que otra discusión amena. Atrás quedaron los bares del arrabal: el juego de billar hoy brilla en pleno centro y con reglas que los jerarquizan como un deporte con categoría olímpica
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Empuñen. Apunten. Carambola. Una bola roja, otra bola amarilla y una tercera bola blanca. Un taco. Una mirada sagaz. Una mesa y ni siquiera el requisito de un compañero de juego. Eso es todo, al principio, para meterse en el apasionante mundo del billar, que en la ciudad de Buenos Aires tiene mucha historia y tradición.
Se abren las salas. Es mediodía y los clubes de billar porteños ponen a punto los paños belga-franceses que cubren las mesas. Se controla que los termostatos de la calefacción interna de las mesas se encuentren en la temperatura precisa para que las bolas corran bien.
Los billaristas como "Ojito" Ragucci -del Boedo Billar Club- pasan un género para sacar lustre a la madera del borde. Las bolas brillan casi con luz propia y los tacos reposan en los casilleros de la pared, nuevamente a la espera de los jugadores.
Solamente hay una cosa sobre la cual muchos de los responsables de las salas de billar porteñas no tienen por qué preocuparse a la hora de abrir sus puertas: el humo. Ya que en la mayoría de los lugares para juego de billar, el cigarrillo está vedado. Se cuida el aire, el estado del lugar y en especial la imagen que tiene el deporte. "Este es un juego muy sano", dice Osvaldo Berardi, un múltiple campeón de la especialidad, director de sala de varios clubes. "Buscamos que se mantenga en el club un ambiente de cordialidad, un sitio agradable para estar", agrega Héctor Rolón, otro experto jugador, responsable de La Peña Billar Club, un reducto de juego de la avenida Entre Ríos.
Desechada la idea del billar asociado al humo y a los ambientes de dudosa alcurnia, la mayoría de los campeones del billar porteño y argentino se deciden a invitar a que los jóvenes se acerquen y se animen a jugar, incluso a que los padres acompañen a sus hijos a ver el clima que rodea el billar.
Aún más, esos mismos experimentados jugadores, de acuerdo con los clubes, ofrecen gratuitamente a los aficionados nociones de juego y asistencia en los golpes.
Codearse con los campeones. Recibir consejos de muchos de los premios Olimpia de Plata de la última década o aún de entregas anteriores. Hasta permitirse que algún jugador, considerado de los mejores del mundo, le diga a los nuevos cómo es la posición ideal para sostener el taco o cómo pararse a la hora de dar el golpe; un privilegio que pocos deportes otorgan a los que se acercan por primera vez.
"Cada vez que la persona te requiere, te acercás y lo orientás en el golpe las veces que sea necesario", dice Fabián Olivetto, un campeón de 34 años, que reparte su sabiduría entre Los 36 Billares y el Club Colegiales junto al maestro Berardi.
Hacia la imagen del billar están abocados los profesionales del billar, los amantes al deporte del taco y las bolas, que no quieren que la pasión de sus vidas se detenga, que esperan que el ansiado recambio generacional del billar se ponga en marcha de una vez por todas. Pocas caras jóvenes y casi inexistentes rostros femeninos son los próximos desafíos a revertir del mundo billarista de Buenos Aires.
Rango olímpico
El billar es un deporte. Tiene actualmente rango olímpico y se tienen referencias de su existencia desde el siglo XIV, tiempo en que la realeza denotaba una gran pasión por el juego. Una centena más tarde, el rey Luis XI mandó a construir una mesa de billar, semejante a los diseños actuales.
Hacia 1623, el juego se introdujo en los Estados Unidos "y en la Argentina -según comenta Mario Sureda, del Augusto Vergez Billar Club-, en tiempos de la Revolución de Mayo ya existían 13 cafés que poseían billares".
El billar tuvo su evolución tecnológica. Primero fueron los tacos sin punta de suela hasta que un preso francés descubrió en el siglo XIX su ventaja. Las bolas, por su parte, se fabricaban de marfil hasta que pasaron a ser de plástico, por lo que se necesitaba de un colmillo entero de elefante para confeccionar tan sólo cinco bolas de billar.
Curioso era, además, que los aficionados vivían agujereando las paredes de las salas de juego para hacerse de "tiza" del muro para que el taco no se deslizase en el momento del impacto.
Los aficionados al billar marcan las diferencias con el pool. El billar es uno de los deportes más difíciles que hay, aseguran. "No sólo tenés que planificar el tipo de jugada, sino que tenés que ejecutarla. Son dos cosas distintas que hay que dominar. Se practica en silencio y requiere mucha concentración", dice Olivetto. "Es importantísimo practicar solo, aunque es bueno que alguien te dirija al principio el juego", coincide Rolón.
Los grandes campeones se preparan muchas horas al día. Los aficionados, sin embargo, lo toman como una diversión. Cada uno decide el grado de compromiso con el juego. Para unos, deporte, para otros, diversión. Para Berardi, el billar es un juego apasionante, lindo, en el que asimismo hay que pensar, e incluso usar teoría y hacer cálculos matemáticos.
Además, aplicar efectos, pases de bola, tiros especiales, emplear la teoría de los diamantes en una partida de tres bandas.
En definitiva, comprobar las decenas de cosas que uno es capaz de hacer con el taco es algo fascinante, apenas comparable con la acción de intentar arrojar bolas dentro de una tronera.
En Alemania, Bélgica u Holanda, donde el juego tiene muchos adeptos, el billar es una práctica que existe como materia optativa dentro de las disciplinas deportivas del ciclo escolar. Así, en el Viejo Mundo, los clubes se nutren de gente joven, a partir de 10 años, edad en que por las características de juego un chico ya está capacitado, mental y físicamente, para jugar billar.
Salas y bares
En la Argentina, los comienzos estuvieron asociados al juego en los bares ("cada uno de los grandes jugadores tenían un café", dice Sureda), aunque "ya no estamos en el tiempo que se decía en cada esquina un billar", acota Héctor Rolón.
Hacia los años 60, debido a la situación económica se hizo difícil mantener tanto espacio de los salones con mesas de billar. Entonces, el juego se fue saliendo de los cafés y en los años posteriores, se crearon los clubes de billar, que aportan un ambiente de juego diferente.
Hoy, clubes y bares se reparten la captación de los adeptos al billar y de sus variantes de juego, como la carambola libre, el juego de tres bandas, el cuadro, el casín, la quilla y hasta el snooker.
Inclusive, los sitios se especializan en uno u otro juego. "Acá jugamos tres bandas", señalan los de la calle Julián Alvarez. "En este club vienen los jugadores de cuadro y libre", comentan los de la avenida Entre Ríos. "Tenemos una sala especial de casín", resaltan los de Medrano.
Cada lugar tiene su clima, sus miradas. Cada sala, con su propia iluminación y decoración, con o sin ambiente climatizado, de barrio o de estirpe elegante, de miradas amistosas o distantes. Es cuestión de optar por el sitio en el que cada aficionado desee hacer su primera carambola.
Las variantes de juego
Las modalidades del billar reconocen distintas variantes. Con la mesa match tradicional se hallan la carambola libre, el juego de una banda, el de tres bandas, el juego de cuadros (47/2, 47/1 y 71/2) y el 5 quillas. La modalidad casín es un juego que requiere de una mesa con troneras, más grandes que las de pool. También, existe el snooker, que se practica en una mesa con troneras bastante más grande que la match.
Carambola libre. Se juega con tres bolas: una blanca, una amarilla y una colorada. Un jugador usa de tiradora la blanca y el otro la amarilla. El objetivo es realizar cualquier tipo de carambola, utilice o no las bandas para lograr el impacto en las dos bolas restantes.
Una banda. Igual que el anterior, pero para que la carambola sea válida, la bola tiradora tiene que tocar una banda antes de tocar la tercera bola. Es permitida la banda primera o "bricole", que el contacto con la banda tenga lugar antes del contacto con la segunda bola.
Tres bandas. En esta modalidad de juego la bola tiradora tiene que tocar tres bandas de la mesa como mínimo antes de impactar en la tercera bola, no importando en qué momento del rebote en las bandas el jugador pegó en la segunda bola. Es el juego más popular entre los jugadores del mundo y en la Argentina y la modalidad más vistosa para los espectadores.
Cuadro 47/1, 47/2 y 71/2. En el caso del 47 se divide la mesa con cuadros a 47 cm. de las bandas con una tiza de sastre, lo que determina sobre la mesa 9 cuadros. Respecto del 71, las líneas se trazan a 71 cm. de las bandas por lo que el billar queda finalmente dividido en seis recintos. En el caso del 47/2 y el 71/2, el jugador no puede en el curso de la serie hacer dos carambolas consecutivas en ninguno de los cuadros trazados, sin que, en el segundo golpe haga salir del cuadro en que se encuentran, una de las dos bolas adversarias. En el caso del 47/1, el jugador no puede ejecutar una sola carambola sin que haga salir una de las adversarias.
Casín. Se practica en la mesa del tamaño match (la destinada al billar), pero con seis troneras. Es una modalidad cuya práctica está en retroceso y hoy se la reemplaza por el juego denominado 5 quillas (algunos lo llaman casino), que se ejecuta en la mesa tradicional. Se utiliza un bochín y dos bolas -una para cada rival- y cinco moscas (unos palitos plásticos) ubicados en forma de cruz en el centro de la mesa. Hay distintas jugadas que reciben puntuación; básicamente, el juego consiste en derribar las moscas, combinado con carambolas.
Snooker. Es un juego muy popular en Escocia e Inglaterra, donde se realizan grandes torneos aunque no es popular en la Argentina. Se juega en una mesa de grande, por puntos y se utilizan 15 bolas rojas, una amarilla (2 puntos), una verde (3), una marrón (4), una azul (5), una rosa (6), una negra (7) y la blanca tiradora. El objetivo es ir colocando una bola roja en la tronera y alternativamente una de color que se vuelve a restituir a la mesa luego de la emboquillada. Existen infracciones, la posibilidad de pedir paso y la obligación de declarar a qué bola el jugador aspira a pegar.
El juego termina cuando todas las bolas rojas ingresaron y restan las de color, que se ingresan por orden de puntuación; esta vez, sin restituirlas hasta que se finaliza con la bola negra. El taco para este juego es especial (tiene una punta de 9 mm). Además, se utiliza un "alcahuete" o "rastrillo" que sostiene un taco de tres metros para pegar cuando la bola blanca queda distante. Billar. Tiene mucha afición en el interior, en Tucumán y en Santa Fe. Se utilizan 15 bolas moradas y una blanca, tiradora de mayor tamaño respecto de las bolas tradicionales. Se establece en el segundo diamante -una marca sobre la madera del bordede la mesa (con troneras y un poco más grande que las de pool), un área en la que está vedado pegarle a las bolas directamente en ese sector hasta que en la otra área restante (casi 3/4 de la mesa) no quede ninguna bola para ser jugada.



