
Cálido homenaje a Esmeralda Agoglia
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La sala estaba abarrotada. El presentador creó con su simpatía y elocuencia una atmósfera de suspenso porque todos nos enteramos de que Esmeralda Agoglia estaba arribando al teatro sin conocer el motivo del espectáculo al que se la había invitado. Las luces se apagaron, quedó sólo una penumbra mínima y las palabras con el anuncio de que se vería un documento excepcional, con la filmación del arte de una gran bailarina.
Cuando Esmeralda Agoglia fue ubicada en un palco, seguramente su emoción no fue advertida al verse ella misma en la pantalla gigante bailando algunos de sus grandes personajes, junto a sus entrañables colegas del Ballet Estable del Teatro Colón de las décadas en que su repertorio y su participación convocaban multitudes.
El rescate de películas filmadas por fanáticos de la danza, muchas de ellas algo precarias, permitió que alguien (supimos que todo fue una creación de Lidia Segni, la excepcional bailarina, coreógrafa y maestra de la danza, que fue además el alma mater de la velada) creara un collage y la imagen de la bailarina volviera a lucir con sus atributos más notables.
La emoción fue en aumento culminado cuando se la vio alternar con Wasil Tup"n y con Carlos Mollajoli. Entonces, los recuerdos de su repertorio, que fue el de una compañía de primer nivel mundial y que supo alternar en un plano de igualdad con el Ballet del Marqués de Cuevas, el London Festival Ballet y el Ballet Nacional Chileno, de Uthoff, se sumó a las emotivas escenas.
Cuando un reflector iluminó a Esmeralda Agoglia el impacto de ver al público ovacionándola no tuvo límite. Sus lágrimas y sus gestos no pueden ser descriptos con justeza porque fueron minutos que trajeron al presente la historia de la danza en Buenos Aires.
Después se desarrolló un espectáculo de ballet de primer orden a partir de la admirable conducción de Rodolfo Borda y de la actuación de algunos de los mejores bailarines de la actualidad.
Brillantes solistas
El "Gran pas classique", con música de Auber y coreografía de Tatiana Gsowsky, permitió que los representantes del Ballet del Teatro Argentino de La Plata, Carla Vincelli y Víctor Filimonov, lucieran en el primer número del programa sus notables condiciones: ella etérea y precisa, al mejor estilo ruso. Y sin demoras se vio una gran versión del dúo "Canciones del caminante", de Mahler-Mauricio Wainrot, con una pareja notable: Silvina Cortes y Juan Pablo Ledo, en representación del Ballet del Teatro San Martín.
"Kicho", de Piazzolla-C. Velazco, permitió conocer a dos figuras del Ballet del Teatro de Bahía Blanca y el famoso dúo "El corsario", de Drigo-Petipa, el arte sutil de Maricel De Mitri y Leonardo Reale, figuras del Ballet del Teatro Colón.
Iñaki Urlezaga estuvo presente con un muy breve solo interpretando en lo que dura un interludio de "Carmen", de Bizet, el personaje de Don José según A. Alonso.
También quiso homenajear a Esmeralda Agoglia, Eleonora Cassano, y se jugó al recrear la famosa coreografía de Fokine para "La muerte del cisne", con música de Camille Saint-Sa‘ns.
En el final llegó la cuota de humor para descomprimir tantas emociones acumuladas: una ocurrente coreografía de Curia-Lozano-González, con música de Gaetano Donizetti, que inspiró a los bailarines Adrián Delabora, Daniel Longo, Marcelo Torus y Adrián Seijas para hacer una parodia con pinceladas graciosas
Como broche de oro y como aporte sorpresivo, Julio Bocca y los integrantes de su Ballet Argentino ofrecieron en primera audición una rutilante versión de un momento del ballet "Nicht chase", con coreografía de Chet Walker y música de Lalo Schifrin, Mancini y Pober que se ha de estrenar en el Teatro Opera el próximo jueves.
El final fue una apoteosis porque todas las figuras rodearon a Esmeralda Agoglia, la que bajo su natural sencillez y timidez agradeció en medio del escenario con palabras aún más conmovedoras, recordando a su casa, el Teatro Colón y sus aportes como directora de varias compañías, recordando sus exigencias a veces consideradas excesivas, y su mal humor sólo para el logro de lo mejor. Pocas veces en los últimos tiempos se dijo públicamente una verdad tan contundente.
Es merecedor del mayor reconocimiento el aporte hecho por el empresario Lino Patalano al facilitar la realización de este acto "Festejando a Esmeralda Agoglia", en el Teatro Maipo, que más que una celebración fue un espectáculo de enorme jerarquía artística.
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