
Algo más sobre los créditos
Hay quienes tienen la paciencia (o la curiosidad) suficiente y no abandonan la butaca hasta que terminan de rodar los créditos y se encienden las luces de la sala (con excepción, claro, de esos cines en los que apenas aparece el cartelito de "Fin", o un poco antes, reaparece la luz, se corre el telón y no hay cómo leer nada). Quienes lo hacen ya saben que, además de los rubros que tradicionalmente ocupan ese espacio (actores, director, guionistas, productores, fotógrafos, editores, músicos, escenógrafos, vestuaristas, directores de casting, diseñadores de producción, etc.), viene después la larga lista de los equipos de cada sector, con sus asistentes, supervisores, coordinadores, choferes, "meritorios", "best boys" (que ahora muchas veces son mujeres, pero en el origen designaban al aprendiz más calificado), más una variedad de rubros que ya era enorme antes de que la computadora viniera a dar una mano y contribuyera con su infinidad de especialistas. En fin, la cuestión es que esa nómina se ha vuelto interminable.
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Uno puede preguntarse el porqué de este privilegio. ¿Acaso no tienen igual mérito (y derecho a poner su firma) todos los anónimos que participan de la edición de un libro, la fabricación de una heladera o la construcción de un edificio? Sí, claro. Pero hay que comprender que los créditos en el cine no están tan destinados al público como a la propia industria. Gracias a que ese nombre aparece ahí, la gente de la industria cinematográfica sabrá quién hizo qué en cada película, lo que puede traducirse en futuros trabajos, mejores contratos, mayores remuneraciones. Los créditos son el territorio en el que los agentes ganan su dinero, pues suelen ser ellos quienes los negocian. Y ahí se desemboca en otro asunto: ¿en qué orden colocar los nombres? ¿Quién debe ir primero? Existen pautas establecidas para cada caso y de ellas nos ocuparemos en otra ocasión, pero ahora conviene atender a las opiniones de los espectadores sobre la hipertrofia de los títulos finales.
Hay quienes han formulado la pregunta: "¿Te quedas en la butaca hasta que terminan de rodar los créditos?", y recopilado las respuestas. Algunas son previsibles: "No, si lo que veo son sólo letras sobre fondo negro, porque eso descarta la posibilidad de que haya algún extra en el final: los bloopers del rodaje suelen ser la parte más divertida de una película". "Sí, porque siempre puede haber un dato interesante y, además, me gusta sacar todo el provecho posible de lo que pagué para ocupar mi lugar." "Sólo si escuché una canción que me gustó y quiero pescar el título, o si estoy intrigado por saber en qué lugares se filmó la película; de lo contrario, soy el primero en llegar a la puerta." "Sí, pero no para leer los créditos, sino para evitar el amontonamiento a la salida." "No, porque soy impaciente y porque después de tantos baldes de gaseosa se me hace imprescindible responder al llamado de la naturaleza, pero me voy con culpa, puedo perderme algún chiste final."
Varios fanáticos coinciden: "Sólo me quedé en Matrix: recargado para ver los avances de Matrix: revoluciones" . Y hay casos muy personales: "Yo me acostumbré a ver los créditos mientras empezaba la limpieza de la sala como empleado de un multicine y de tanto verlos he podido inferir mis propias teorías: por ejemplo, sé que una película que tuvo a Mo Henry en el corte de negativos tiene que ser buena". "Me gusta saber cuántos asistentes tuvo la estrella, o si el doble de cierto actor es siempre el mismo." "Tuve el honor de trabajar en cine una vez y, desde entonces, siempre miro los créditos, es una cuestión de respeto, ya que cuesta tanto hacer una película, lo menos que puedo hacer es quedarme sentada un rato más y leer los nombres."
Pero hay también quien aprovecha el asunto para sacar a relucir su espíritu irónico: "¿Acaso no te interesa saber quién fue el gaffer [responsable del departamento de electricidad] y quién el entrenador de dialecto? ¿Te vas antes de que terminen los créditos y nunca te enteras de cuál fue el servicio de catering ni quién trabajó como contador de la producción? Si no sabes estas cosas, me pregunto: ¿Cómo es posible que puedas apreciar plenamente una experiencia cinematográfica?".
El fenómeno de los créditos, como se ve, da para todo.







