
Desgarradora historia narrada con un gran despliegue visual
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"La caída del Halcón Negro" ("Black Hawk Down", EE. UU./2001). Dirección: Ridley Scott. Con Josh McGregor, Tom Sizemore, Eric Bana, William Fichtner, Sam Shepard y otros. Guión: Ken Nolas, basado en el libro de Mark Bowden. Fotografía: Slawomir Idziak. Música: Hans Zimmer. Presentada por Columbia. Duración: 142 minutos. Calificación: sólo apta para mayores de 16 años.
Nuestra opinión: buena.
El director británico Ridley Scott, con una sólida trayectoria artística en los Estados Unidos, demostró su poderío en este país con films de enorme atracción visual y dispares temáticas que fueron tanto aplaudidas como vilipendiadas por la crítica. "Blade Runner", "Alien", "Gladiador" y "Hannibal", entre otros títulos, hablan de su estilo tan particular que, en dos ocasiones, lo puso al borde de lograr el tan ansiado Oscar.
"La caída del Halcón Negro" no se aparta de ese camino que Scott decidió seguir. Y aquí es la guerra el motivo de su análisis y de su propuesta, esta vez basada en un hecho real.
Un grupo de soldados norteamericanos es enviado a Mogadiscio, Somalia, y llega a ese turbulento lugar el 3 de octubre de 1993. Son parte de una operación de las Naciones Unidas para mantener la paz, y su misión consiste en secuestrar a dos importantes tenientes somalíes del grupo de Mohamed Farrah Aidid como parte de una estrategia para sofocar la guerra civil y la hambruna que arrasa el país.
Pero nada es tan fácil como parecía dentro de un campo de batalla en el que los soldados norteamericanos van descubriendo que sus enemigos poseen tanto o mayor poderío de fuego que ellos, y una seducción suicida que los impulsa a defender el terreno tan duramente conquistado.
Mucha de esta historia es narrada fílmicamente a partir de los ojos de un sargento que no tarda en convertirse en un joven guardián idealista cuyo coraje es puesto a prueba cuando, inesperadamente, queda al mando de uno de los cuatro grupos asignados para proteger un edificio y rescatar a los ocupantes de un helicóptero caído (el Halcón Negro del título).
Crueldad al máximo
Esas sucias calles de la ciudad africana se convierten en un infierno de terror, y los soldados norteamericanos saben que la muerte ya se instaló en esa misión a cada segundo más complicada. Con estos elementos visuales tan intensos, el director Ridley Scott elabora la anécdota que no es otra cosa que la narración, a través de los miedos, los recuerdos, los gestos de amistad y el dolor por la derrota, de ese puñado de personajes que han formado alianzas y han aprendido la verdadera naturaleza de la guerra y del heroísmo. Scott se toma su tiempo para describir esta gesta sangrienta y mortal. En casi dos horas y media de duración, el film recrea el enfrentamiento y retrata, casi siempre con personajes carentes de suficiente desarrollo dramático, los resultados de una derrota que dejó una profunda herida en el pueblo norteamericano.
A cada paso está también esa eterna ideología que, constante en las producciones bélicas de los Estados Unidos, presenta a sus soldados como íconos de valor, de amistad y de sacrificio por sus compañeros de lucha y por el ideal de su misión. El realizador no escatima aquí dureza ni terror para mostrar esa sangrienta anécdota. La violencia es demasiado explícita en muchas de sus escenas, posiblemente para que el espectador observe de cerca la sangre de los héroes, pero no por ello debe descartarse la fuerza de la historia a la que Ridley Scott, maestro en grandes superproducciones, sabe dotar a cada una de sus realizaciones.
"La caída del Halcón Negro", candidata a lograr una de las preciadas estatuillas de Hollywood, es una historia tan desgarradora como excelente en su concepción visual. Puede, sin duda, aceptarse como uno de los relatos bélicos más impactantes que dio el cine norteamericano. El extenso elenco puso a disposición de cada uno de sus personajes la credibilidad requerida, en tanto que sus rubros técnicos -notable montaje, esmerada fotografía, impactante música- se encargan de apoyar este film en el que Ridley Scott, figura dominante de todo lo que aparece en pantalla, demuestra una vez más su depurado oficio para que el público se deje subyugar por una trama que duele por su anécdota y brilla por su tragedia de una guerra que, como todas las guerras, habla del dolor y del valor de sus protagonistas.






